El imperialismo estadounidense en Latinoamérica: un repaso histórico
0Por Esta Tierra es Nuestra (Red-CMI)
En su extenso libro “Hegemonía e Imperio», Alfredo Toro Hardy ((Alfredo Toro Hardy es un académico venezolano con una larga trayectoria como diplomático, al frente de las embajadas en el Reino Unido, Estados Unidos, Brasil, Chile, Irlanda y las Bahamas. Es autor de 15 libros y ha sido representante de Venezuela ante la Comisión de Economía Para América Latina (CEPAL) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).)), define la relación de Estados Unidos con Latinoamérica como una historia en siete capítulos que transitan entre la hegemonía, descrita como un reconocimiento o consentimiento al poderío yanqui, hasta su fase imperial basada en el uso de la fuerza para doblegar a sus competidores y todos aquellos que no legitiman su proceder.
Tabla 1
Estados y América Latina: Una historia en siete capítulos
Año de inicio |
Política |
Características y acciones |
1822 | Doctrina Monroe | Período de las independencias y el declive de los imperios españoles y británicos. Estados Unidos expande su influencia, fundamentalmente en Mesoamérica. |
1847 | Destino Manifiesto | Estados Unidos adquiere los territorios mexicanos de California, Nuevo México, Arizona, Colorado y Nevada. |
1898 | Imperio | Frente a la debacle española, Estados Unidos adquiere los territorios coloniales de Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Esto le permite a Estados Unidos mayor margen de maniobra imperial en el Océano Pacífico y la Cuenca del Caribe. Estados Unidos invadirá 34 veces la Cuenca del Caribe durante los próximos 30 años. México, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Haití, Cuba, Nicaragua, Panamá y República Dominicana se convierten en territorios ocupados por el imperialismo yanqui. |
1933 | La “Buena Vecindad” | Llega al poder de Franklin D. Roosevelt. Se retiran las tropas de ocupación del Caribe, y se derogan privilegios de Estados Unidos bajo una política de “no intervención absoluta”. |
1945 | Guerra Fría | Termina la Segunda Guerra Mundial. Se establece el mundo bipolar liderado uno de los bloques por Estados Unidos frente al bloque soviético. Un año antes se crea el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). El dólar se convierte en la moneda internacional de cambio. Se expande la relación imperial con toda Latinoamérica y se crea la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en ingles), dedicada en buena medida a cuidar el “patio trasero”. Es la época de los golpes de Estado que van desde el derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala (1954), hasta la invasión de Panamá en 1989. |
1989 | Consenso de Washington | Estados Unidos gana la Guerra Fría con la caída del muro de Berlín. Se declara el “fin de la historia” por los ideólogos neoliberales y se establece una hegemonía económica basada en el “Consenso de Washington”, la cual tuvo su primer experimento en 1973 con el golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile. El FMI supervisa el establecimiento del Nuevo Orden Económico (NOE). |
2001 | 9-11 | Llega al poder del gobierno de Estados Unidos, George W. Bush, extendiendo su mandato hasta el año 2008. Se recrudece la política militar del imperialismo bajo el fundamentalismo de los “neoconservadores”. |
Fuente: Toro Hardy, Alfredo. “Hegemonía e Imperio”. Villegas editores. 1era. Edición junio 2007. Colombia Paginas131-134
Solo en Guatemala se registraron tres intervenciones armadas directas de Estados Unidos, siendo la primera en 1920 cuando tropas militares realizaron acciones durante dos semanas contra sindicalistas. Luego fue la operación de comandos, bombardeo y amenaza nuclear contra el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán en 1954. La CIA dirigió la intervención desde el exterior. Por último, entre 1966 y 1967 se realizó la intervención de boinas verdes contra rebeldes insurgentes ((Tamames, Moncho. “La cultura del mal: Una Guía del Antiamericanismo. ”Anexo: Listado completo de invasiones en el exterior. España. 2da. Edición. 2005)). En esos mismos años fue aniquilado en Frente Guerrillero Edgar Ibarra (FGEI) ((Informe proyecto interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI). “Guatemala Nunca Más. Tomo III, El entorno histórico”. Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG). Guatemala, 1era. Edición 1998. Pág.65.)).
Esto sin contar el intervención indirecta como parte de la Doctrina de Seguridad Nacional y el apoyo en inteligencia, contrainteligencia, armas y entrenamiento que Estados Unidos ha proveído a Guatemala en triangulación con Israel, más allá del respiro que propició la administración de James Carter como Presidente de Estados Unidos.
Luego de la intervención armada en Guatemala en 1954, siguió la de Brasil en 1964, Bolivia en 1971, Uruguay en 1972, Chile en 1973, y Argentina en 1976.
Por su parte, los autores de “Imperio con Imperialismo” ((Casadio, Mauro; Petras, James; Vasapollo, Luciano; Veltmeyer, Henry. “Imperio con imperialismo. La dinámica globalizadora del capitalismo neoliberal.” Editorial de Ciencias Sociales. Cuba, 1era. Edición 2004.)) coinciden con Hardy en que la presencia imperialista de Estados Unidos en Latinoamérica se extiende desde la configuración del mundo bipolar luego del fin de la Segunda Guerra Mundial. Inicia la época de los regímenes políticos nacional-populistas como producto del desarrollismo de Estado. Esto provoca una serie de contrarrevoluciones para imponer la relación imperio/ Estado-cliente en la “periferia” ((Opcit. Pág. 195.)). Surge la Alianza Para el Progreso (ALPRO) como una estrategia para detener los movimientos de reforma agraria y los movimientos armados revolucionarios.
Este periodo, según “Imperio con Imperialismo”, duró desde la década de 1930 hasta la de 1970 y comprende la expansión del Estado nacional agroexportador, a la vez que aumenta el apoyo para el desarrollo de las empresas industriales privadas, se fortalecen los bancos nacionales y existe relativo control sobre las tasas de cambio.
Paralelamente se promueve desde el BM y el Fondo Monetario Internacional (FMI), préstamos a los Estados en “vías de desarrollo” y se establece la política de microcréditos para que la ciudadanía pueda acceder a bienes inmuebles y de consumo a través del endeudamiento. A finales de la década de 1970, Latinoamérica se convirtió en el principal receptor de Inversión Extranjera Directa (IED) y de préstamos de las Instituciones Financieras Internacionales (IFI’s) para los países “subdesarrollados”.
El segundo periodo imperialista de Estados Unidos abarca desde 1965 hasta 1982, en una mezcla entre reformas neoliberales y desarrollo nacional. Es el boom de la industrialización vía la sustitución de importaciones y el desarrollo del Mercado Común Centroamericano (MCCA). Las IFI’s imponen sus condiciones para preparar la llegada de los corporaciones transnacionales, pero persiste la idea de mantener nacionalizadas las empresas y regular las relaciones comerciales. En este periodo se inicia la primera ronda de las políticas neoliberales pero con rostro de gobiernos militares, previo al Consenso de Washington.
El tercer periodo es el llamado Nuevo Orden Económico Mundial bajo la égida del neoliberalismo, en medio del tránsito de los gobiernos militares a manos civiles y se lleva a cabo la privatización en masa de las empresas públicas; se desnacionalizan los bancos y se restringe su participación en la regulación del tipo de cambio y las tasas de interés. El Consenso de Washington se convierte en el recetario a seguir por los Estados semi-industrializados o “en desarrollo” como ahora se les denomina.
Estos ajustes en el modelo de acumulación de capital tuvieron como antesala el estallido de crisis financieras a principios de la década de 1980 que siguieron a la crisis de los llamados “petrodólares”. En la década de 1980, varios países de Latinoamérica se declararon incapaces de pagar la creciente deuda externa al BM, el FMI, los prestamistas públicos del Club de París y los prestamistas privados del Club de Londres ((Paz, María José; Gonzales, Soraya; Sanabria, Antonio. Centroamérica Encendida. Transnacionales españolas y reformas en el sector eléctrico. Icaria Editorial S.A. Barcelona 2005. Pág. 62.)).
Los países que negociaron algún tipo de reducción de la deuda externa con las IFI –exceptuando el Club de Londres- se comprometieron a realizar las reformas económicas de Estado diseñadas por el BM y el FMI, entre ellas, la privatización de los servicios públicos y las empresas productivas estatales.
El objetivo del eje de privatizaciones del ajuste estructural fue eliminar los ingresos productivos del Estado -como la electricidad- para debilitar el gasto público en materia de servicios improductivos -como la salud- en el decálogo neoliberal, como parte de la estrategia de redefinición de las funciones y capacidades sociales del Estado.
Años más tarde, Estados Unidos se reposicionó con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que cobró vigencia en 1994, experimentando un crecimiento económico en los negocios cupulares entre los países firmantes: Estados Unidos, México y Canadá. No obstante, las exportaciones de México y Canadá perdieron dinamismo quedando Estados Unidos por supuesto, mejor favorecido.
Un año más tarde, la Organización Mundial del Comercio (OMC) entró en funciones el 1 de enero de 1995 y sustituyó al Acuerdo de Tarifas y Aranceles (GATT, por sus siglas en inglés), emitido en el marco de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En la OMC se decide si los bienes y servicios son analizados en la política económica como mercancías liberalizadas o como parte de la esfera del sector público, lo que se traduce en la posibilidad tacita de privatizar los servicios fundamentales de educación y salud. Tanto la Unión Europea (UE) como Estados Unidos dominan en buena medida la OMC, mientras que los Estados contrayentes -en el que se incluyó Guatemala el 21 de julio de 1995- pierden la posibilidad de poner condiciones relativas al comercio internacional, dándole preeminencia a las corporaciones transnacionales pues las resoluciones de las rondas de negociación son obligatorias…
…la OMC va mucho más allá de la regulación del comercio transfronterizo y constituye un mecanismo institucional de imposición planetaria del modelo desregulador neoliberal, erosionando seriamente las funciones de los poderes públicos en el interior de cada Estado, su capacidad de negociación externa y el derecho de autodeterminación de los pueblos y de los Estados ((Teitelbaum, Alejandro. “La armadura del capitalismo. El poder de las sociedades transnacionales en el mundo contemporáneo.” Icaria Editorial S.A. Barcelona. 1Era edición 2010. Pág. 183)).
La OMC colabora de cerca con el FMI y el BM en la elaboración de las políticas económicas a escala global y sirve de base para los TLC’s multilaterales en materia de comercio e inversiones extranjeras directas. Los Estados que no acatan los acuerdos de la OMC, el FMI y el BM, así como los presupuestos de los TLC pueden ser demandados en tribunales privados internacionales como el Centro Internacional para el Arreglo de Controversias Relacionadas con las Inversiones (CIADI), un ente supranacional mundial cuya característica es ser superior a los Estados.
El CIADI forma parte del BM y su Presidente es a la vez del BM, lo cual implica que la política de préstamos y ayudas financieras del FMI y del BM sirve como medida de coerción para aceptar las resoluciones del CIADI, en especial para aquellos países poco industrializados o “en desarrollo”, y con Estados que poseen una deuda externa alta.
Con este tipo de derecho corporativo global, las transnacionales se vuelven superiores a los Estados pues renuncian a la soberanía de los tribunales nacionales. El CIADI no es un órgano independiente debido a la arbitrariedad con la que ha resuelto en diversos casos alrededor del mundo. Según Teitelbaum, las razones de dicha arbitrariedad son fundamentalmente dos:
La primera es que en casi todas las operaciones de inversión privada extranjera interviene de una manera u otra el Banco Mundial, por vía de asesoramiento, financiación, etc.; la segunda es que el grueso del capital de que dispone el Banco mundial para sus operaciones (4000.000 millones sobre 5000.000, es decir, el 80% de los fondos que ha manejado desde su fundación), ha sido aportado por inversores privados y sólo 100.000 millones, es decir, el 20%, por los Estados ((Opcit. Pág. 203.)).
De esta forma, los Estados receptores de las corporaciones transnacionales que ya aceptaron la arquitectura jurídica del nuevo orden económico neoliberal, se encuentran subordinadas y los gobiernos no hacen más que callarse aunque no lo quieran, o simplemente confabulan bajo la intermediación de los capitales de las empresas nacionales dispuestas a corporativizarse y transnacionalizarse. Según Juan Hernández Zubizarreta ((Juan Hernández Zubizarreta es doctor en Derecho, profesor titular y Director de la Escuela de Derechos Laborales de la Universidad del País Vasco. Fue miembro del Consejo Económico y Social (CES) del País Vasco del 2004 al 2009.)) cuando no existen Estados con la voluntad de hacerle frente al derecho corporativo global…
La otra posibilidad de controlar a las transnacionales es por un derecho internacional a los derechos humanos que es un derecho, que tal y como está la arquitectura jurídica internacional, es declarativo; que lo que debería hacer es convertir al derecho internacional y a los derechos humanos en algo imperativo, que dentro de la jerarquía normativa estuviera por encima de las normas de comercio e inversiones (( Entrevista a Juan Hernández Zubizarreta, publicada en el Boletín El Observador Nos. 38-39. Diciembre 2012-Abril 2013. Págs.31-41.)).
En síntesis, la diferencia entre el derecho corporativo global y el derecho internacional a los derechos humanos, es que el primero es imperativo y deliberante, mientras que el segundo es declarativo y moral.
Tanto la firma del TLCAN como la creación de la OMC colocaron a las corporaciones transnacionales de Estados Unidos en una mejor posición frente a los gobiernos y empresas de Latinoamérica, aumentado considerablemente las Inversiones Extranjeras Directas (IED) en la medida que se fueron desdibujando las fronteras nacionales de los Estados periféricos insertos en la dinámica de la globalización capitalista.
Las ganancias de las inversiones y los intereses generados por los préstamos de Estados Unidos en Latinoamérica alcanzaron un promedio aproximado de US$60 millardos anuales durante la década de 1990. ((Teitelbaum, Alejandro. “La armadura del capitalismo… Pág. 198.)) Mientras que la tasa de crecimiento anual en la región fue de 2.9%, lo que representó realmente un decrecimiento respecto a la década de 1960 en que el promedio era de 5.4%. ((Toro Hardy, Alfredo. “Hegemonía e imperio…Pág. 147.))
Luego del entusiasmo experimentado por la firma del TLCAN y por la creación de la OMC, el imperialismo estadounidense se preparó para recuperar su hegemonía en el continente. Sus pretensiones pueden resumirse básicamente en la tabla 2. ((Equipo Maíz. “El Tío Caimán ya ni menea la colita: Problemas y estrategias de Estados Unidos” El Salvador. Primera edición 2006. Pág. 33.))
Tabla 2.
El fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)
1 | Los países adherentes deben eliminar los subsidios a la agricultura que le otorga el Estado al campesinado, mientras que Estados Unidos no ha dejado de subsidiar a los grandes propietarios de la tierra. |
2 | Las empresas de Estados Unidos puedan participar en las licitaciones públicas en iguales condiciones que lo hacen las empresas nacionales. |
3 | Eliminar las restricciones de importación a Estados Unidos de las materias brutas y primas que se producen y extraen de Latinoamérica. |
4 | Eliminar los impuestos de exportación para que Estados Unidos pueda vender las mercancías que produce a precios competitivos. |
5 | Posibilidad de vender las mercancías producidas en Estados Unidos a precios más bajos que los costos de producción. Esta práctica deshonesta que arruina a la competencia se conoce como dumping. |
6 | Las empresas trasnacionales pueden demandar a los gobiernos en tribunales privados internacionales en materia de derecho corporativo tales como el CIADI. |
7 | Privatizar los bienes y servicios públicos del Estado y eliminar los monopolios y oligopolios que le permiten a los gobiernos mantener una fuerte política de gasto público. |
8 | Creación de leyes sobre la propiedad intelectual, entre las que destacan las patentes de plantas y especies, de vital importancia para la industria química-farmacéutica. Hablamos de medicinas, colorantes, pesticidas, fibras, aceites, maderas y alimentos. |
En resumen, los objetivos del ALCA en esencia han sido, vender la sobreproducción que yace en las bodegas de las empresas de Estados Unidos, dañar la agricultura y la economía campesina de Latinoamérica para poder controlar el mercado de la alimentación, controlar las riquezas naturales estratégicas como el agua, el gas natural, el petróleo y los minerales metálicos, aumentar el control político, económico y militar en la región con miras a detener el avance de los capitales europeos, y fundamentalmente los asiáticos.
Los excedentes de producción, que amenazan con arruinar a muchos granjeros e industriales subsidiados de Estados Unidos, no encuentran cabida en Europa ni en Japón, donde también hay subsidios, ni en China, cada vez más autoabastecida, ni en África, donde no hay mucha gente que compre, ni en Oceanía, donde no hay mucha población. ((Opcit. Pág 17.))
El ALCA puede ser considerado como la segunda ronda de las políticas neoliberales pues ha buscado la homologación continental del régimen jurídico-político en beneficio de Estados Unidos. Gracias a las presiones del movimiento social latinoamericano antiimperialista y en especial, de las economías fortalecidas del Sur de América, el ALCA fracasó en 2005 y se encuentra congelado. Es de esa cuenta que como respuesta, el gobierno venezolano de Hugo Chávez impulsó la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).
Pese a que la iniciativa ALCA perdió aliento, Estados Unidos no se conformó con la derrota y lo retomó vía los TLC’s. El primer país en darle la bienvenida al TLC impulsado por Estados Unidos fue Chile en 2003, luego siguió Centroamérica y República Dominicana con el DR-CAFTA, para luego ser el turno de Perú en 2006 y Panamá en 2007.
Estados Unidos ha perdido hegemonía como productor de un pensamiento único que tuvo su base en la guerra fría y la conformación del mundo bipolar. Con el surgimiento de nuevas potencias económicas como las de Suramérica y Asia, ahora vivimos en un mundo multipolar que deja en entredicho al imperialismo estadounidense y sus aliados. Por ejemplo, Estados Unidos se encuentra actualmente frente a un déficit comercial, es decir, reporta más importaciones que exportaciones. Para 2011, según la OMC, Estados Unidos importó mercancías chinas por US$ 417 mil 303 millones y exportó a ese mismo país US$ 103 mil 878 millones. Mientras, Japón exportó a Estados Unidos US$ 127 mil 679 millones e importó mercancías estadounidenses por un valor de US$ 76 mil 141 millones.
En tanto, Asia está inundando de mercancías Estados Unidos. Además, en términos financieros existen más activos -propiedades y créditos proporcionados- de otros países en Estados Unidos que los que éste posee en otras latitudes para acumular ganancias, mientras que su Producto Interno Bruto (PIB) no crece con la misma celeridad que en Asía. A lo anterior se suma que:
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos generaba el 45% de la producción mundial. Por eso impuso el dólar como moneda mundial. Hoy solo genera el 26.7% y la Unión Europea el 32.5%. El dólar ya no es la moneda más fuerte ((Opcit. Pág. 9.)).
Esta condición se ha traducido nuevamente en una disputa por el control territorial de las materias brutas y primas estratégicas para mantener su poderío, aunado a la configuración de la guerra como método de acumulación debido a las ganancias y el poder que le genera la industria armamentística.
Estados Unidos sueña con recuperar el carácter imperial que tuvo durante la guerra fría, especialmente luego del 11 de septiembre de 2001 y su política de terror “anti-terrorista”. Para ello, Latinoamérica es geoestratégica. La política imperialista de Estados Unidos no ha logrado elevar el nivel ni la calidad de vida de la mayoría de sus habitantes y mucho menos la de otros países de los que se cree “el padrino y defensor”. Más bien ha generado una falsa ilusión mediante el estilo de vida que promueve Hollywood, las tarjetas de crédito y las deudas impagables, en medio de altas tasas de desempleo. Sin embargo, solo una minoría de estadounidenses ha aumentado sus ganancias a una cifra cada vez más astronómica. En Estados Unidos…
Entre 1972 y 2001, el ingreso del 1% más rico se incrementó 87%, el ingreso del 0.1 más rico se incrementó 181% y el ingreso del 0.01% más rico se elevó 497% ((Opcit. Pág.16.)).
Con esa cara, Estados Unidos promueve en estos días la Alianza para la Prosperidad para el triángulo norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), teniendo como satélites importantes de su política de ocupación regional a México y Colombia. Su discurso raya en promover mejores condiciones de vida en el istmo para evitar la migración. En el fondo, precisa controlar la plataforma logística que la cintura centroamericana representa para los negocios energéticos y el flujo de mercancías en alianza con las oligarquías nacionales, a la vez que pretende desplazar a los inversionistas euro-asiáticos.
A pesar de los altibajos, Estados Unidos es el que mayor Inversión Extranjera Directa (IED) enclava en Guatemala, gracias a las condiciones del DR-CAFTA.
Flujo de IED de EEUU a Guatemala (2007-2014)
Elaboración propia en base a datos del Banco de Guatemala. Los datos de 2014 contabilizan la IED hasta septiembre de 2014.