Versos de amor a un pueblo que resiste
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Conocí a Ana Aupi, una activista y feminista española-guatemalteca, quien durante nueve años que vivió en Guatemala recorrió varios territorios del país, visitó presos políticos, acompañó en los tribunales a víctimas del genocidio, escuchó los testimonios de varias familias desalojadas y violentadas de sus tierras, inclusive sufrió junto a mujeres víctimas de violencia de género, disertó temáticas sobre la defensa del territorio y las estructuras del poder. A raíz de su trabajo se conmovió sobre la situación social de las grandes mayorías, integradas por mujeres, defensores de derechos humanos, dirigentes sociales, comunidades afectadas por el extractivismo, cuyos sectores son piedras en el zapato de la oligarquía y militares. De allí Aupi germinó en sus entrañas un conglomerado de letras plasmadas en el poemario “Geografía de mi Cuerpo”, que lleva su cuarta edición, en Barcelona España. Gracias a esta contribución más que literaria es un espejo de resistencia contra las injusticias.
Cuchilla Jalante, Purulha
Entraron armados,
me desvistieron la infancia
bien adentro de mi casa.
A mí y a mi hermana
nos arrancaron 30 veces las palabras.
Culatazos en el vientre de mi madre
provisto de vida,
llamas en la casa de Fernando.
No quedó nada:
una bala en el pecho de mi hermana
y una venganza rara.
Dicen que 150 metros por 3 km quieren de mi tierra,
van a construir una hidroeléctrica
de estas que entierran las aldeas al romper la montaña,
como pasó en Peña del Ángel.
Llegaron unxs médicxs y repartieron dulces.
Acá casi nunca vino nadie.
Yo no sé qué me pasa que me duele tanto el alma.
Dice mi mamá que ya no habrá hermanito,
que se ha ido.
Mucho humo,
mucho ruido.
Mi papá ya no habla, ni siquiera esa historia
de que fuimos el agua para el pez
cuando éstos eran revolucionarios.
¿Puedo levantarme ya?
En octubre del 2010 la comunidad de Cuchilla Jalante, BajaVerapaz, Guatemala, fue desalojada de forma brutal por las fuerzas policiales y hombres particulares. Éstos, además de quemar las viviendas, violaron 30 veces a una niña de 15 y a otra de 19 años. Nunca nada salió en los medios corporativos de la información.
A las 56 niñas de Guatemala
No hicieron nada
y lo hicieron todo.
Ésto que nos han robado,
estas 43 niñas que nos han robado de la tierra,
son una fotografía
del mundo en que vivimos,
del vómito que respiramos.
Estas 43 niñas asesinadas
nos vienen a recordar
a las quemadas en la iglesia,
a las violadas en la plaza.
La enumeración bizarra
de los cientos
de miles
de veces
en que fue el Estado
en que fue el Estado
en que fue el Estado
quien decidió con su mirada ausente
qué hacer con este cuerpo
y la vida que éste mece.
Estoy harta de escribir marchas fúnebres,
quisiera que el grito de humanidad
que nos convoca hoy vibrara en tambores
deviniera baile
para disfrutar del instante calmado de la tarde.
Pero no es así.
Nos faltan 43
y sabemos que nos faltaran más.
Si alguien sabe qué hacer para que no vuelva a pasar
que se ponga al frente,
acá hay demasiado cuerpo que levantar.