Ser mamá no es romántico
0La sociedad doble moral y conservadora nos ha hecho creer que ser mamá es lo que nos va a ser sentir verdaderas mujeres y que es lo que debemos soñar y anhelar […] La maternidad es nuestra, de nosotras las negras, las indígenas, gordas, flacas, altas, bajitas, colochas, lisas, las imperfectas, impertinentes, rebeldes y es tan nuestra que solo nosotras la podemos contar.
Por: Sol Morataya, Las Impertinentes
Desde que inicié en este caminito de la maternidad he rechazado el tinte romántico consumista que está sociedad le ha dado ha este proceso. Los medios corporativos de comunicación en su afán de promover el consumo promueven una idealización de la maternidad que se enfoca es madres esbeltas, blancas casi perfectas con sus bebés blancos, gorditos casi perfectos (no tengo nada en contra de su color no más con la invisibilización de otras realidades).
La realidad guatemalteca es diversa y extensa, enfrascarla en una única idea de la maternidad, es ejercer violencia con las otras.
En 2014 en Guatemala fueron registrados cerca de 20014 embarazos en niñas y adolescentes, según la OSAR, el 70% de los embarazos en niñas se dan en la población indígena. Silvia Tun mujer maya kaqchikel activista de OSAR comenta que:
«Los embarazos en niñas se da por falta de educación, patrones culturales y violaciones sexuales es su mayoría cometidas por los padres.»
La sociedad doble moral y conservadora nos ha hecho creer que ser mamá es lo que nos va a ser sentir verdaderas mujeres y que es lo que debemos soñar y anhelar.
Ahora a dos años y tres meses de ejercer la maternidad me doy cuenta que para ser mamá en este país y en muchos otros se necesitan además de amor, muchos ovarios, fuerza, educación, herramientas, oportunidades económicas que no denigren nuestra vida, la libertad de decidir sí de verdad queremos o no serlo y no de refrigeradoras, planchas, estufas y escobas.
La maternidad guatemalteca no es sólo querer borrarnos las estrías con la última tecnología de moda, sino es quererle dar de comer todos los días a nuestros hijos e hijas, vestirles, calzarles, darles educación, salud integral y seguridad. Enoja y entristece no tener para hacerlo, no porque no queramos si no porque estamos en una realidad tan desigual y deshumanizada en donde el trabajo del cuidado es considerada nuestro única responsabilidad, porque ni siquiera existen, en la mayoría de casos, las paternidades responsables, mucho menos oportunidades laborales ni un sueldo justo para nosotras.
Ser mamá en este paisito es soñar con darle lo mejor a tus hijos e hijas, es salir de madrugada a tu chance y volver ya muy tarde o no volver. Es entrarle al sacrificio material y de tiempo para vos y para ellos, porque sin herramientas y condiciones toca aunque estemos en contra de ello.
Celebrar el día de la madre, como acostumbra el sistema celebrarlo, me entristece porque solo es momentáneo, de un día, llevar regalitos y abrazos efímeros a madres que llevan toda una vida de violencia física, emocional y mental.
Para las que elegimos dar vida en estás condiciones, ser mamá es más que anuncios en la televisión, o discursos bonitos sobre la defensa de la vida. Es echar el cuero al agua, es trabajar el doble de lo que nos corresponde, porque una se encuentra con las paternidades irresponsables, y se dan de éste lado del charco donde creemos y discursamos que tenemos conciencia social, una ideología de comunidad y progreso, con machos que se hacen de la vista gorda, que creen y dicen ayudarte cuando es su obligación.
Ser mamá o no serlo debería ser nuestra decisión pero no lo es cuando existen tantas situaciones en el mundo que nos invade el cuerpo, la mente, estamos tan coaccionadas que resulta dificil decir que sí lo hacemos, porque desde que nacemos están decidiendo por nosotras.
Hoy no celebro ser mamá porque muchas madres, lo son, porque fueron violadas, porque no querían, porque no estaban informadas, por la falta de educación sexual, por la sociedad machista doble moral y conservadora que nos obliga hacerlo.
Reivindico la vida de las mujeres que ya no están, de las que siguen en está lucha constante de ser mujer y mamá en estás condiciones, la vida de las niñas, jóvenes y adultas que conocieron esté proceso con dolor, con humillación y forzadas a ser algo que no querían ser
Agradezco la vida de las mujeres que luchan día a día por darles una vida digna a sus hijas e hijos a pesar de la precariedad, la vida de las que sin parir también son mamás, la vida de las que no quieren y no quisieron serlo, la de las que migran arriesgando su vida, por la de las privadas de libertad, por las que están luchando por la tierra, por las que están en este momento en una maquila, en el campo, por las que no tienen chance, las que decidimos serlo y trabajamos por maternidades diferentes aunque muchas veces nos frustre no tener las condiciones.
Porque la maternidad es todo, menos romántica, está hecha de fuerza, de lucha, de amor real no del tipo disney land.
La maternidad es nuestra, de nosotras las negras, las indígenas, gordas, flacas, altas, bajitas, colochas, lisas, las imperfectas, impertinentes, rebeldes y es tan nuestra que solo nosotras la podemos contar.