La muerte de Posada Carriles, la Dirección de Migración y la coyuntura actual
0Héroe para el exilio cubano y terrorista para muchos, el cubano contrarrevolucionario Luis Posada Carriles falleció el 23 de mayo de 2018. Envuelto en un manto de conspiraciones y acciones encubiertas en el continente americano, desde la década de los 60, Posada Carriles arrastró un largo historial en el que destaca el atentado contra un avión cubano en 1976, y una variedad de acciones terroristas en Cuba, en 1997. Pero “Los caminos del guerrero” como reza el título del libro autobiográfico que Posada Carriles escribió en 1994, también están marcados por un legado violento en el istmo centroamericano. Gobiernos y grupos de poder fueron sus protectores y benefactores, y Guatemala fue uno de los escenarios preferidos de quien por muchos años tuvo como objetivo acabar con el líder de la revolución cubana, Fidel Castro. Su muerte, de alguna manera, lo vincula a la coyuntura actual.
Por Luis Solano
Posada Carriles y la coyuntura actual
Las conexiones de Luis Posada Carriles en Guatemala, vinculadas a la coyuntura actual, lo llevan hasta César Augusto Cabrera Mejía, también conocido como “Nito” Cabrera, quien fue Subdirector de la Dirección de Inteligencia (D-2) cuando el general Luis Francisco Ortega Menaldo la dirigió en 1990, y en ese mismo año Cabrera Mejía se convierte en director de la D2 hasta 1991, dado a que era uno de los oficiales leales a Ortega Menaldo. Hoy día, Cabrera Mejía está procesado junto a otros militares de alto rango por delitos de lesa humanidad en el Caso CREOMPAZ.
Cuando ocurrió el asesinato en Guatemala del dirigente socialdemócrata de El Salvador, Héctor Oquelí Colindres, en enero de 1990, se conjeturó que la autoría era obra del exiliado cubano y terrorista Luis Posada Carriles, quien operaba en Guatemala bajo el pseudónimo de Juan José Rivas López, y de manera encubierta como miembro del grupo de asesores del democristiano Instituto Venezolano de Educación Popular que apoyaba al gobierno de Cerezo.
Pero por medio de este instituto venezolano también llegó el investigador Víctor Rivera a El Salvador en 1983 -asesinado en Guatemala en 2008 cuando recién dejaba de ser asesor del Ministerio de Gobernación-, para capacitar a la policía salvadoreña. Un mes después del asesinato de Oquelí Colindres, Posada Carriles sufrió un atentado en Guatemala que casi le cuesta la vida. Posada Carriles acusó del hecho a la inteligencia cubana, que se habría apoyado en los militares guatemaltecos Francisco Ortega Menaldo y César Augusto Cabrera Mejía. En esos días, Ortega Menaldo era el Director de la D-2, y Cabrera Mejía Subdirector. Este último asumió la dirección en mayo de 1990 y se le vinculó al asesinato de la antropóloga Myrna Mack. Mientras a Ortega Menaldo, de quien se dice fue agente de la Central Inteligencia Americana (CIA), hoy en día se le señala de ser uno de los altos jefes del crimen organizado. Para más información ver libro autobiográfico de Posada Carriles: “Los caminos del guerrero”, Capítulo 20; e Inforpress Centroamericana. “Posada Carriles: una brasa en las manos para Bush”. 18 de mayo 2007.
Posada Carriles siempre contó con el respaldo de los directores de la Dirección General de Migración, desde donde lograba pasaportes falsificados para poder movilizarse en Guatemala. Como parte de la estructura contrainsurgente, de espionaje y control poblacional esa Dirección siempre estuvo controlada directa o indirectamente por militares. Durante el gobierno de Vinicio Cerezo, período en el que Posada Carriles estuvo activo en Guatemala, el director era el militar y abogado Arturo Chur del Cid. Durante los gobiernos militares de los generales Efraín Ríos Montt y Óscar Mejía Víctores, el director fue el general Manuel Callejas y Callejas, uno de los militares condenados a varios años de prisión por el Caso Molina Theissen, el 23 de mayo de 2018.
En 2005, se descubrió que Posada Carriles llevaba consigo un pasaporte extendido en Guatemala. En esos días, el jefe de la oficina de pasaportes en la Dirección de Migración era Juan Fidel Pacheco Coc, asesinado en 2010 luego de denuncias que hiciera ante la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) contra el entonces director Enrique Degenhart, actual ministro de Gobernación. Durante un allanamiento a la vivienda de Pacheco Coc, lugar donde fue asesinado, se encontró información sobre el negocio ilícito de pasaportes y la red de tráfico de personas en la Dirección de Migración, que incluyó la documentación del caso de la familia Bitkov y que es parte de la campaña contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
Pero quién era Posada Carriles
Posada Carriles fue el centro de una vieja disputa que arrastró importantes figuras políticas y gobiernos. El gobierno venezolano exigió por años su extradición tras fugarse de una prisión venezolana en 1985, donde estaba detenido acusado de ser el autor intelectual del estallido de un avión cubano en Barbados, en 1976, y donde murieron 73 personas. Al igual, el gobierno cubano lo requería por ese caso, y por los atentados con explosivos en centros turísticos en Cuba, en 1997, del cual también se le responsabiliza como autor intelectual.
El gobierno estadounidense siempre negó las peticiones de extradición, a las que se incluyó la del gobierno de Nicaragua que acusaba a Posadas Carriles de ser una figura emblemática en el suministro de armas a la contrarrevolución nicaragüense, en el marco del escándalo Irán-Contras, en la década de 1980.
Una investigación que realizó el Federal Bureau of Investigation (FBI, por sus siglas en inglés), hace algunos años, consideró que desde algún lugar de New Jersey se transfirieron ilegalmente US$19 mil a Guatemala y El Salvador para financiar esas acciones terroristas en Cuba.
Posada Carriles siempre fue una brasa en las manos del gobierno estadounidense. Con alcances que llegaban a George H. W. Bush (ex presidente de Estados Unidos) director de la CIA en 1976, cuando se atentó contra el avión cubano, y se suponía que Posada Carriles todavía trabajaba para la CIA, que lo reclutó desde la fallida Operación de Bahía de Cochinos para la invasión a Cuba en 1961. «Posada Carriles es un hijo y engendro del imperio (estadounidense), el imperio lo apañó, lo entrenó y le sabe mucho al imperio», planteaba el exembajador de Cuba en Panamá, Carlos García.
Posada Carriles tuvo una larga trayectoria conspirativa. Sus acciones encubiertas las concentró en Centroamérica tras exiliarse y nacionalizarse venezolano. Guatemala fue uno de sus centros de operaciones más importantes, quizá porque desde principios de los años 60 tejió sus redes al ser partícipe del bloque de cubanos exiliados que la CIA entrenó en Guatemala para la invasión de Bahía de Cochinos, según se desprende de documentos desclasificados de la CIA que la organización estadounidense National Security Archive dio a conocer en 2005 y mayo de 2007.
Posada Carriles fue entrenado en demolición con explosivos en el campamento de San Juan Acul, Petén, que la CIA junto al finquero Roberto Alejos Arzú, construyó en 1960 (Revista Time, 28/4/61). Tras el fracaso de la invasión se quedó en Guatemala. “En 1962 trabajaba en el edificio de la Editorial del Ejército, zona 1, donde operaba la cárcel clandestina del Departamento de Investigaciones Especiales, dirigida por un oficial del Ejército de Guatemala con asesoría norteamericana.”, afirmó el ex comandante guerrillero guatemalteco y columnista de prensa, César Montes (Siglo Veintiuno, 11 de mayo de 2005).
Ya como agente de la CIA, en mayo de 1965, Posada Carriles junto a un grupo de cubanos exiliados participó en un complot para derrocar al presidente de facto, general Enrique Peralta Azurdia. El complot era fraguado por Alejos Arzú, desde Miami, empresario con quien tuvo estrechas relaciones y quien ofreció su finca Helvetia y otras propiedades para el entrenamiento de los cubanos.
CONEXIÓN GUATEMALA
Entre los involucrados de haber ayudado a Posada Carriles a ingresar ilegalmente a EEUU en 2005 con pasaporte guatemalteco, cuando el terrorista se hallaba en su última fase de su historial, se encuentra el millonario cubano Santiago Álvarez y su empleado también cubano, Óscar Mitat. Tanto Álvarez como Mitat fueron a prisión, condenados en noviembre de 2006 a cuatro y tres años de prisión respectivamente, por tenencia de un lote de armamento. Ambos recibieron una reducción de penas en 2007, tras haber entregado otro lote de armas a las autoridades. El armamento, que se ha dicho serviría para acciones contra el gobierno de Fidel Castro, es un tema que no se incluyó en el juicio que se les libró después de su captura en noviembre de 2005.
Álvarez, de 64 años, era un prominente miembro del exilio cubano de Miami, promotor de bienes raíces y benefactor de Posada Carriles. Álvarez fue quien financió a Posada Carriles su defensa legal en Panamá cuando fue acusado y posteriormente convicto por conspirar para asesinar a Castro en 2000. También fue quien le buscó un abogado en Miami cuando Posada Carriles llegó a EEUU ilegalmente en marzo de 2005, y el gobierno cubano asegura que fue Álvarez quien lo llevó a EEUU a bordo de un barco privado. El empresario también fue acusado de recibir un pasaporte guatemalteco falso y una cédula de identidad falsa a su nombre, según la Fiscalía de Miami.
De acuerdo con la declaración jurada de dos agentes federales, la investigación contra Álvarez comenzó el 2 de noviembre de 2005, cuando se interceptó un paquete dirigido al empresario con esa documentación. En un allanamiento a las oficinas de Álvarez, agentes hallaron un correo electrónico dirigido al empresario en el que alguien le comunicaba tener el apoyo del «jefe de la Oficina de Pasaportes de Guatemala» para venderle los documentos de identidad, según la declaración.
El funcionario de migración guatemalteco era en ese entonces Juan Fidel Pacheco Coc, quien en diciembre de 2005 supuestamente fue destituido según denunciaron el entonces director-interventor de la Dirección General de Migración (DGM), Fernando Sosa, y el entonces ministro de Gobernación, Carlos Vielmann. Sin embargo, meses después Pacheco Coc seguía laborando en ese lugar con otro cargo.
Sin embargo, la encargada de recursos humanos de la DGM, Zoila Gordillo, indicó que Pacheco Coc nunca fue destituido (Siglo Veintiuno, 17/4/06). El funcionario fue secretario general del sindicato de la DGM, y además de recibir amenazas de muerte por años, también fue acusado de corrupción. Durante ese mismo período de tiempo a Posada Carriles también se le extendió el pasaporte falso de Guatemala que llevaba consigo durante su ingreso ilegal a EEUU y el cual ocultó.
El FBI también trabajó conjuntamente con el gobierno cubano en la investigación de los atentados de 1997. En el contexto del juicio contra Posada Carriles, se dio a conocer un documento del FBI que reveló detalles sobre la investigación de EEUU acerca de los lazos del militante anticastrista y una ola de ataques dinamiteros en La Habana entre abril y octubre de 1997, en los que murió un turista italiano en un hotel.
En ese informe, que es parte de una investigación de 1998 y engavetada en 2003, se indica que existieron explosivos escondidos en zapatos y botellas de champú; tiene registro de miles de dólares transferidos electrónicamente desde Nueva Jersey a Guatemala y El Salvador y contiene una nota en un portafolio en la cual dice que “el tirano tiene que ser eliminado” aun cuando muera gente inocente.
Aunque diversos medios de comunicación presentaron el informe como “nuevo”, e incluso el documento omite nombres e identifica a testigos con códigos, en realidad esa información ya había trascendido años antes con nombre y apellido. Los diarios estadounidenses The Miami Herald (6 de junio de 1998) y The New York Times (12 de julio 1998), dieron detalles del caso.
A quien el informe del FBI identifica como fuente confidencial CS-1 (en inglés), en realidad esos medios de prensa lo identificaron como Antonio Jorge Álvarez, un empresario cubano estadounidense que llegó a Guatemala en 1996, contratado por la empresa WRB Enterprises, con sede en Tampa, Florida.
El objetivo de la empresa era la construcción de plantas de energía eléctrica en Chiquimula, pero dos años después, el proyecto fracasó. Sin embargo, en ese período de tiempo, Álvarez informó al FBI, y a las agencias de inteligencia de Guatemala y Venezuela, de haberse enterado que Posada Carriles estaba trabajando muy de cerca con dos de sus empleados para gestar acciones terroristas en Cuba y atentar contra Fidel Castro en Venezuela.
Los empleados de Álvarez eran el cubano exiliado, radicado en Guatemala, José Francisco Álvarez y el militar guatemalteco José Burgos, quien estaba retirado después de trabajar con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y servir de seguridad de la familia de un expresidente, a quien no se identifica.
Posada Carriles y Víctor Rivera
En 1969, se dirige a Venezuela y colabora con la reestructuración de los aparatos de inteligencia y la lucha contrainsurgente durante el gobierno del democristiano Rafael Caldera. Asume importantes cargos dentro de la Dirección General de la Policía (DIGEPOL) la cual posteriormente se llamará Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), de la cual saldrá en 1975 tras el cambio del gobierno. En la DISIP conoce a Víctor Rivera, quien fuera asesor del Ministerio de Gobernación de Guatemala durante los gobiernos de Álvaro Arzú y Óscar Berger, y asesor privado en materia de seguridad de poderosas familias guatemaltecas que experimentaban secuestros de familiares. Tras el derribo del avión cubano en 1976, Posada Carriles estuvo detenido entre ese año y 1985, cuando se fugó.
Posada reaparece en El Salvador, en 1985, con la identidad de Ramón Medina, trabajando para una compañía encubierta de la CIA: Southern Air Transport. Es el jefe del grupo que se instala en el aeropuerto de Ilopango, desde donde salen los vuelos clandestinos que suministran armamento a la Contra nicaragüense. Ahí se reúne frecuentemente con el coronel Oliver North, quien viene de EEUU a supervisar la operación. La operación encubierta sale a luz cuando los sandinistas derriban, el 5 de octubre de 1986, uno de los aviones.
El piloto, William Cooper, muere. Su asistente, Eugene Hasenfus, logra salvarse y es capturado por los nicaragüenses. El escándalo Irán-Contras estalla y pone contra la pared al gobierno de Ronald Reagan (Inforpress, 30/10/86).
En el libro «Powderburns Cocaine, Contras And The Drug War», que apareció en 1994, su autor, el ex agente de la Agencia para el Control de Drogas (DEA), Celerino Castillo III, relata que «Cuando me designaron como agente de la DEA en Centroamérica, todavía recuerdo haber visto a Luis Posada y Félix Rodríguez y otro terrorista americano, en la base aérea de Ilopango, El Salvador. Junto a ellos estaba el agente de la CIA y asesor venezolano Víctor Rivera. Ellos eran parte de lo que se conocía como un aparato de la CIA que no respondía a nadie. Ellos estaban involucrados en el tráfico de drogas, secuestros y entrenamiento de escuadrones de la muerte.» (traducción libre).
En su libro autobiográfico, «Los caminos del guerrero», Posada Carriles afirma que Rivera se desempeñaba como jefe del grupo de asesores venezolanos que capacitaban a la policía salvadoreña durante el gobierno del democristiano Napoleón Duarte. La capacitación era financiada por la Fundación Konrad Adenauer. «Rivera fue expulsado del grupo de asesores y tuvo que irse de El Salvador; la muerte de un instructor venezolano y de un guerrillero salvadoreño provocaron gran escándalo. Se descubrió que los venezolanos no sólo impartían enseñanza sino que también trabajaban con la policía. Una sustracción de fondos puso término a la estancia de Rivera en el país.» (Capítulo 19e Inforpress, 2/3/07).
La salida de Rivera y el escándalo Irán-Contras, obligaron a Posada Carriles a retirarse de Ilopango, pero inmediatamente pasó a trabajar con los asesores venezolanos. En 1988, tras la derrota electoral del Partido Demócrata Cristiano, se retira de El Salvador, y se refugia, según su libro, en Guatemala donde se hace cargo de la seguridad de la empresa estatal Teléfonos de Guatemala (GUATEL), gracias a la amistad que tiene con el entonces director Francis Ramírez, a quien también le brinda seguridad y que había conocido en El Salvador, según ha declarado el ex presidente Vinicio Cerezo, y entonces diputado (Capítulo 20. Europa Press y AFP, 25/11/00).
En 1995, Francis Ramírez fue capturado en EEUU y acusado de lavado de dólares a través de la Empresa Eléctrica de Guatemala (EEGSA). Fue condenado a cuatro años de prisión, por el envío de US$81 mil a EEUU. En El Salvador también entabló amistad con el entonces embajador de Guatemala, Leopoldo Urrutia.
Tras un atentado, se puso en evidencia la presencia en Guatemala de Posada Carriles. La intervención inmediata de Francis Ramírez y del director de Aduanas, Rolando Castro, logró que fuera internado de emergencia en el hospital privado El Pilar, y según Posada Carriles, una parte de los gastos médicos fueron pagados por el gobierno de Cerezo (Capítulo 20 y The Miami Herald, 13/5/90). El mandatario, afirma Posada Carriles, comisionó al jefe de seguridad de palacio, Henry (a quien se identifica sólo con ese nombre), para que organizara la seguridad en el hospital.
Fuentes diplomáticas aseguraron en aquel momento que Posada Carriles pertenecía a un equipo de expertos en espionaje al servicio de Cerezo, independiente al ministerio de Gobernación y de la Policía Nacional. Incluso, trascendió que Posada Carriles era miembro de la seguridad del mandatario, y que ese equipo era financiado por donaciones provenientes de la entonces Alemania Occidental y un fondo manejado discretamente por el propio Cerezo (The Miami Herald, 13/5/90). Cerezo desmintió todo.
Días después del atentado, y ya recuperado de las heridas, Posada Carriles viajó a Honduras. Entre 1994 y 1995, ocurrieron serios atentados en ese país, destinados a desestabilizar al gobierno hondureño de Carlos Roberto Reina, según publicó The Miami Herald en 1997 (Inforpress, 10/10/97). Los atentados fueron organizados por cubanos exiliados con el apoyo de militares hondureños, que buscaban presionar al gobierno para abrir en Honduras un frente de ataque contra Cuba. En esos hechos Posada Carriles jugó un papel fundamental.
Después de esas acciones, retornó a El Salvador y Guatemala donde comenzó a organizar los atentados de 1997 en Cuba. En El Salvador, con el nombre de Franco Rodríguez Mena, Posada Rodríguez reclutó a Ernesto Cruz León y Otto Rodríguez Llerena, para realizar los atentados. Ambos fueron capturados meses después y hoy purgan largas condenas en Cuba. A Cruz León se le recuerda por haber integrado una peligrosa banda de ladrones de vehículos y a Rodríguez Llerena, al momento de su reclutamiento, por ser jefe de seguridad de la distribuidora de vehículos DIDEA, propiedad de la familia Poma, y asociada con la familia Maegli de Guatemala, de las más influyentes de El Salvador (Inforpress, 9/4/99).
Sin lograr su gran objetivo de derrocar al gobierno de Castro, fraguó intentos de asesinato contra el mandatario cubano en Venezuela, República Dominicana y Panamá. En este último país fue capturado en 2000, luego que la inteligencia cubana descubriera un complot contra Castro en el contexto de la Cumbre Iberoamericana de presidentes (Inforpress, 1 y 8/12/2000). Posada Carriles fue capturado con documentación legal extendida por autoridades migratorias salvadoreñas, bajo el nombre de Rodríguez Mena. El gobierno salvadoreño de Francisco Flores cargó con un elevado costo político por este caso.
Tras pasar cuatro años detenido, junto a otros cubanos acusados, la entonces mandataria Mireya Moscoso, previo a dejar el poder, indultó a Posadas Carriles al igual que al resto. En agosto de 2004, es liberado y, supuestamente, viaja a Honduras, desde donde organiza su retorno a Estados Unidos, donde buscó y obtuvo asilo político por parte de George Bush. Permaneción en ese país hasta su muerte.