Las balas no silenciarán el arte
1El tercer festival Las Balas No Silenciarán El Arte está a la vuelta de la esquina. Desde la plaza de Chimaltenango por tercer año consecutivo, la articulación de diversas ramas del arte para hacer escuchar sus propuestas a favor de la vida. La cita es del 30 de junio al 02 de julio de 2017. Aquí una reseña histórica de cómo surge y cómo se ha vivido el festival.
Por: Estuardo Mollinedo, Pedro Lopez y Nanci Sinto
Fotografías: Nanci Cinto
El 4 junio de 2015 fue asesinado el amigo, maestro, músico y artista, Pablo Enrique Pajarito Rumpich mejor conocido en el ámbito artístico como “CHAJARO”, quien a su corta edad (23 años) fue maestro, músico de diversos grupos musicales como Aj batz Rock y Sobrevivencia, grupos que a través de la música reactivan y fortalecen el uso del idioma materno, en este caso el Kaqchiquel y Mam.
Este hecho indignó a diversos colectivos artísticos organizados alrededor de todo el país (principalmente del occidente), grupos que en su mayoría habían conocido a Chajaro y que se unieron para denunciar este hecho organizando un evento que conglomerara a quienes desearan expresar sus demandas y propuestas en una transgresión artística. Fue así como a seis semanas del asesinato de Chajaro se llevó a cabo el primer Festival Las Balas No Silenciarán El Arte en la plaza central de Chimaltenango el 19 de julio de 2015. Momento donde, con rabia de indignación y amor por la vida, se hizo cantar, bailar, reír y llorar a la gente presente en la plaza, dejando claro que las balas no les callarán.
El 10 de Julio de este año 2016, el segundo Festival Las Balas No Silenciarán y el Arte dejó un buen sabor de boca otra vez. Por segundo año consecutivo la plaza cívica de Chimaltenango pudo observar y ser partícipe de como la juventud tomaba la plaza para danzar un son, bailar rock and roll o disfrutar de un buen jazz y funk hasta heavy metal. El simple hecho de unir más de quince ritmos musicales durante doce horas con más de 75 participantes divididos en 23 presentaciones musicales 12 poetas y escritores y 28 artistas visuales nos da la pauta que este colectivo de colectivos está intentando la llamada “unidad en la diversidad” dentro de una sociedad que a veces parece no estar acorde a la inclusión o de escuchar a los demás.
La crítica se hizo propuesta en un evento donde cada colectivo participante podía expresar su forma de concebir y construir paz, respeto a la diversidad y convivencia en comunidad que son de las principales demandas que se hacen desde el arte comunitario. Cantantes de Hip hop que ponían a todos con las manos arriba, coros, y muchas marimbas sonando. Pudimos observar como la población chimalteca miraba atenta por segundo año consecutivo, como más de cien personas formaban una rueda para bailar el son, con hombres, mujeres y una gran cantidad de niñez presente que tomados de la mano se expresaron a su forma de sentirlo, expresiones que como bien sabemos en un país históricamente racista fueron reprimidas en muchas formas durante siglos.
Se debe recalcar ese ánimo y convicción, pero sobre todo esa responsabilidad histórica que han tomado a sus espaldas los colectivos participantes de este festival al saber de qué el conocimiento ha sido excluido a través de epistemicidos producto de colonizaciones, y esa responsabilidad histórica es la de proponer y compartir el conocimiento. Dicho compromiso se ve reflejado en que cada colectivo participante aportaba en diversas formas para que este festival se llevará a cabo, desde ayuda económica, logística y participaciones artísticas. Un esfuerzo grupal conformado por colectivos metropolitanos y principalmente del occidente del país, Chimaltenango, Sacatepéquez, Escuintla Huehuetenango, Quetzaltenango, San Marcos, Sololá, Quiché y Totonicapán quienes durante ya varios años han estado trabajando en proyectos artísticos y académicos para informar y formar.
Chimaltenango fue entonces tan solo el punto de reunión para tomar una plaza y expresarnos a nuestra manera, sin discursos beligerantes, antagónicos, ni victimizarnos por ser excluidos o atacados. La propuesta acá fue las formas de concebir la felicidad, la cohesión social que es lo que nos puede llevar estar unidos y formar proyectos políticos colectivos y comunitarios. La propuesta acá fue la unidad en la diversidad, la paz y la convivencia en comunidad que es en lo que la mayoría de colectivos cree y lucha.
La conclusión que dejó el segundo festival, es que el 13 b´aqtun u Oxlajuj Baqtun que dio inicio el 21 de diciembre del 2012, refleja como la juventud inicia un camino generando un nuevo cambio mental para sentir, aprender y entender que todos los seres que habitamos la Madre Tierra somos hermanos-hermanas: humanos, animales, plantas y todo ser que ocupe un tiempo y un espacio, al unir sus energías con otros generan armonía, equilibro y que al estarlo producen vida y alegría.
Con este Festival, no solo se recuerda y repudia la muerte de una gran persona, un gran músico amigo y maestro, sino es continuar con el trabajo y el legado que forjó a su corta edad y un homenaje también a las hermanas y hermanos que han trascendido y dejaron sus vidas por un cambio real, palpable, desde sus diferentes espacios y es obligación de todos y todas seguir trabajando por una unidad real para que estos cambios se hagan realidad.
En fin, en un país racista, basado en complejos y prejuicios, sectorizado por etnias, religiones, equipos de futbol, géneros musicales, profesiones, clases sociales y demás cosas que puedan hacer divergencias y beligerancias en las que al parecer nuestra sociedad “guatemalteca”y “chapina” es especialista, crear un pequeñito espacio de paz, respeto a la diversidad y convivencia en comunidad, es un avance, un momento, un cimiento y un recuerdo que nadie nos va quitar.
¡Hermoso!