El pecado de Micaela y sus hijas (el estigma de la madre soltera en una comunidad Maya’)
0Por Leslie Rosales (colaboración)
Las Tablitas es una comunidad ubicada en El Estor, departamento de Izabal. Para llegar a ella es necesario viajar en carro (cuando existe la posibilidad) durante una hora, luego, caminar una hora entre vegetación, lodo y atravesar algunos riachuelos. Para una citadina como yo, toda una travesía, claro está.
Al llegar a la comunidad nos encontramos con la sorpresa que todas las casas estaban cerradas, la gente iba corriendo hacia la iglesia, bien bañados, vestidos con sus mejores ropas y con un entusiasmo que irradiaba por todas partes. Sin embargo una mujer se había atrasado en partir, pues les daba el desayuno a sus hijas (tortilla y agua tibia).
Nos contó que era el último día de oración (dura 7 días) en la iglesia católica de la localidad, por lo que era imposible hacer las entrevistas planificadas. Enseguida le sugerí entrevistarla y me dijo: Le voy a contar seño, yo hablo poca castilla, pero no puedo darle información, ni dejar que pesen y tallen a mis hijas, pues la comunidad no lo permite ya que soy madre soltera. Le pregunté ¿por qué? y me pidió que hablara con su padre.
Él me dice que ha hecho todo lo posible por inscribir a sus nietas en el único programa de salud que llega a la comunidad, incluso había acudido al alcalde auxiliar pero todo había sido en vano, la comunidad se niega a aceptar a Micaela Chub Coc y a sus dos hijas, pues éstas no están “reconocidas” , no tienen padre.
Las hijas de Micaela no cuentan con todas las vacunas, pues necesita dinero para movilizarse y viajar hasta el puesto de salud más cercano que se encuentra a dos horas. Además de padecer extrema pobreza y desnutrición, las niñas y la madre prácticamente no existen para la comunidad, pues la ausencia de un hombre las anula, negándoles la única atención de salud a la que pueden acceder. Por esto peligran sus vidas
Es así como el Estado, la comunidad y la familia son espacios de reproducción con estructuras patriarcales, donde se naturaliza la violencia contra las mujeres; institucionalizada la masculinización, se llega al punto en que la presencia o ausencia de un hombre determina si mujeres como Micaela y sus hijas existen o no.
En todas las clases y capas sociales el estigma hacia las madres solteras es constantemente agresivo, el Estado, la familia y la iglesia condenan la “concepción en pecado” y crean normas que regularizan los cuerpos, la sexualidad y la vida misma de las mujeres. Reglas creadas por defensores del patriarcado que presentes pueden violentar y ausentes llegan a anular.
Por otra parte, como es de nuestro conocimiento, las culturas no son estáticas y en ellas surgen cambios al transcurrir el tiempo, por la interrelación con otros grupos, por el contexto político y económico, en fin, por diversos factores, y si bien es necesario fortalecer y recuperar prácticas culturales que por la violenta invasión, colonización y medios de dominación fueron arrancadas, es indispensable eliminar todas aquellas prácticas comunitarias, culturales que niegan y violentan los derechos de las personas y que como a estas tres mujeres las sume en la miseria y el olvido.
Es por ello que las acciones impulsadas desde feministas, indígenas, mujeres y algunos hombres en defensa de los derechos de las mujeres son indispensables, puesto que cada esfuerzo no solo debe contribuir a romper con la estructura económica y política que sumerge en desigualdades profundas a la mayoría de la población, sino también para que no existan más Micaelas invisibles.
Micaela junto a sus hijas se fueron a rezar y yo emprendí mi accidentado regreso en silencio, pensando en compartir esto.