Juana Tobar continúa refugiada en una iglesia en Estados Unidos
0Juana Tobar vive desde mayo pasado dentro de una iglesia de North Carolina. Existe una orden para deportarla hacia su país de origen, Guatemala. La amenaza pesa sobre ella y su familia, radicada en Estados Unidos desde la década de los noventa.
Por Roderico Y. Díaz
Greensboro, North Carolina – Al lado del parqueo de una pequeña iglesia en la ciudad de Greensboro, estado de North Carolina, Estados Unidos, una mujer cierra unas bolsas que contienen desechos del día anterior. Celebró el día de la Independencia, una fecha que en años anteriores significaba realizar algún viaje para compartir en familia –su esposo, hijas, hijos, nietas y nietos–. Con una sonrisa, invita a pasar al interior de las instalaciones que desde hace un mes se ha convertido en su vivienda.
Ella es Juana Tobar, una guatemalteca que en el año 1992 viajó a Estados Unidos, para solicitar asilo político debido a la situación de violencia relacionada con el conflicto armado que se vivía en Guatemala. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (sostenida por la ONU) indica que “…hacia finales de 1985 había entre 120 mil y 200 mil guatemaltecos viviendo en los Estados Unidos… es difícil concretar cuántos guatemaltecos se desplazaron huyendo de la violencia, debido a que muchos lo hicieron ilegalmente».
Como hace más de dos décadas, Juana Tobar nuevamente se encuentra en la situación de volver a separarse de su familia y refugiarse, la razón es su estatus migratorio irregular de residencia en este país.
“Soy de Jutiapa, en esos tiempo tenía a mis hijas pequeñas, yo tenía dos hermanos en Los Ángeles y decidimos que me venía. Trabajé cuidando niños, pero trabajaba encerrada y se me hacía muy aburrido… Cuando me dieron el asilo me mudé a Carolina del Norte y trabajé en una compañía de muebles”, indica Juana.
Frente a una taza de té en un espacio que funciona como una cocina Juana Tobar, esposa, madre y abuela de ciudadanos estadounidenses, narra la difícil decisión que junto a su familia tomó para solicitar refugio en un santuario, la Iglesia Episcopal St Barnabas. Ella se ha convertido en la primera persona refugiada en una iglesia santuario en el Estado de North Carolina.
Durante el proceso de regularizar su estatus migratorio, su hija menor, que vivía en Guatemala con sus abuelos, enfermó por desnutrición crónica. Esta situación obligó a Juana en el año 1999 a viajar a Guatemala sin solicitar permiso para salir del país. Cuando mejoró la salud de su hija, decidió volver a Estados Unidos de manera irregular.
“Unos coyotes (sic) me dijeron que ellos habían pasado a muchas personas con una visa, pero ellos nunca me dijeron que era falsa. Cuando iba pasando la aduana, al poner mis huellas pensé que iba a salir que yo tenía asilo político, pero no salió nada. Me preguntaron de donde era y les dije que de México, me dijeron que me fuera en ese ratito a mi país. Al siguiente día volví a pasar, pero por el monte. En 2001 recibí una carta de migración en mi buzón, y me informaban que me daban un mes para que me fuera y que ya no era elegible para el asilo. Yo estaba embarazada de mi hijo más pequeño y le dije a mi esposo ‘voy a esperar que nazca el niño y cuando nazca me voy a ir’. Después que nació el niño decidimos ya no irnos, y así estuve por 10 años. En 2011 llegó Migración a arrestarme al trabajo y me dijeron que tenía una orden de deportación”.
Vigilancia perenne
Después de un tiempo de estar encarcelada en Carolina del Norte fue trasladada a la prisión de Georgia, Atlanta. Un día después del traslado la liberaron y le indicaron que debía irse lejos, y que tendría que presentarse cada seis meses a reportarse a Migración. Así se mantuvo hasta abril de 2017 cuando ya no le renovaron su permiso de trabajo y tenía una orden de arresto y deportación.
«Me dijeron que no me iban a arrestar, pero que me iban a poner el grillete (brazalete electrónico). Yo me asusté. En la misma hoja donde me ponían las citas, el agente de Migración escribió que debía salir del país el 31 de mayo”.
El 19 de mayo Juana Tobar se presentó para solicitar una ampliación de tiempo antes de salir del país. Dos días después la oficina de Migración envió un correo electrónico a su abogado en donde le indicaban que debía de salir lo antes posible y que la esperaban en el aeropuerto para retirarle el brazalete electrónico. A partir de esta comunicación Juana Tobar y su familia decidieron buscar ayuda con organizaciones que apoyan a migrantes. El 26 de mayo tomó la decisión de refugiarse en el santuario.
“Tengo más de un mes de estar aquí, ha sido difícil, pero me conformo porque puedo estar con mis hijos. Los miembros de la iglesia son buenas personas, pero no es lo mismo que estar en mi casa”.
Indica que sus hijos la visitan cada fin de semana y sus hijas mayores, por lo menos dos veces durante la semana después del trabajo. Leslie Molina, la hija mayor de Juana, indica que las cosas han cambiado con el nuevo gobierno.
La familia de Juana se han comunicado con autoridades de los Estados Unidos, también han solicitado apoyo al gobierno de Guatemala para que ella pueda volver con su familia. Incluso, agrega Leslie, se reunieron con el presidente Jimmy Morales cuando inauguró el consulado de Raleigh en julio pasado, pero les dijo que no puede entrometerse.
Al consultar al ministerio de Relaciones Exteriores en Guatemala sobre el caso de Juana Torres, y si existía algún tipo de acompañamiento por su situación de refugiada, indicaron que solo la viceministra de Asuntos Migratorios podía facilitar la información al respecto.
Luego de varias semanas de insistencia y que la comunicación era trasladada de una persona a otra, se pudo tener comunicación con el cónsul general de Guatemala, Jorge Archila Ruiz, quien por vía telefónica comentó que se ha mantenido la comunicación con la familia de Juana y que ha realizado cuatro visitas al refugio.
Indicó que se revisó su caso por medio del abogado del consulado, pero debido a la manera irregular en la que volvió a entrar al país, su caso «no tiene alivio migratorio», por lo que le han brindado acompañamiento y vigilancia. Migración les indicó que como ella se encuentra dentro de una iglesia, ellos tienen prohibido entrar y arrestarla para ejecutar la orden de deportación.
Juana Tobar continúa refugiada en el santuario a la espera de que las autoridades migratorias puedan revisar su caso y la puedan ayudar por razones humanitarias. Varias organizaciones de apoyo a migrantes y de música la han visitado para solidarizarse con su causa.
Después de Juana Tobar otras personas de origen mexicano se han refugiado en otras iglesias santuarios de Carolina del Norte, entre ellas la mexicana Minerva Cisneros de 41 años, madre de dos niños y uno mayor no vidente. Se refugió en la iglesia Congregational United Church of Christ en Greensboro.