Édgar Justino Ovalle Maldonado encabeza el Listado Nacional del Frente de Convergencia Nacional (FCN) y dice ser el único miembro de la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua) dentro de la organización. Documentos desclasificados lo vinculan con comandos que participaron en masacres y desapariciones de personas en los ochenta, él lo niega.

Por Rodrigo Véliz

El organizador de Jimmy

“Se requiere tener conocimiento para poder hacer una planificación en la cual se tomen en cuenta todos los aspectos positivos y negativos para poder llevar a cabo una meta”, detalla el coronel retirado Édgar Justino Ovalle Maldonado. En el segundo piso de una vieja casa sobre la avenida Centro América, sentado con calma en una silla de plástico en medio de un tumulto de activistas del partido Frente de Convergencia Nacional (FCN), Ovalle detalla las tareas de un organizador.

A él se debe el sentido de oportunidad del partido que promueve a un meteórico Jimmy Morales para la presidencia del país. La agenda, las coordinaciones, los enlaces, el seguimiento; todo lo realiza Ovalle, la mano derecha de Jimmy y la primera opción para el Listado Nacional en las elecciones de este domingo 6.

“La disciplina para poder mantener un ritmo de trabajo. Segundo, el conocimiento de planificar para poder llegar al objetivo que uno quiere. Y tercero, tener la capacidad de darle seguimiento a lo que has planificado. Podés armar un plan, pero si no tenés la capacidad de darle seguimiento a ese plan, se muere”, detalla Ovalle, al ser consultado sobre el legado de la instrucción militar en su sentido de organización.

“El coronel”, como se refieren a él en la sede del partido, forjó su carrera como oficial de Operaciones por más de veinte años.

Todo aprendido en escuelas militares de Colombia y Venezuela, y los estudios realizados en el mayor centro de adiestramiento militar en los años de las dictaduras militares en Latinoamérica: el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, conocido como la Escuela de las Américas.

Ovalle continúa, sin perder el tiempo en los bulliciosos detalles a su alrededor, con una cátedra de un conocedor: “Tener el conocimiento de que cada plan tiene que ser flexible. Podés trazar una línea, pero si en el camino sale algo que hay que bordear, tenés que hacer los cambios, los hacés, pero sin perder nunca tu objetivo”, concluye.

El arte de lo Operativo

“Los oficiales operativos eran fundamentales en la guerra”, dice el experto en temas militares, Héctor Rosada-Granados. “Desde el Estado Mayor de la Defensa se daban las líneas de mando a las brigadas, las fuerzas de tarea, las bases y zonas militares, y a los comandos. Cada una de estas unidades tenía un oficial de Operaciones, que cumplía esas órdenes en el terreno”.

La Dirección de Operaciones (D3; antes de 1983, G3) daba las líneas generales, y los oficiales de Operaciones, como Édgar Ovalle, indicaban cómo moverse, quién debía hacer qué cosa, por qué moverse, para dónde hacerlo, daban entrenamiento y repartían armamento, y daban una respuesta de regreso a la jefatura. Eran el enlace entre el Alto Mando del ejército (y del Estado, que prácticamente era lo mismo) y el terreno, entre lo intelectual y la puesta en práctica.

Édgar Ovalle jugó ese papel en los años más duros de la represión a población no armada. Se especializó en Operaciones, y fue ubicado en puestos estratégicos entre 1981 y 1983, momentos de vida o muerte para el régimen. Y también para la población.

Dentro de la Fuerza de Tarea Ixil

El 23 de marzo de 1982 un grupo de militares jóvenes dio un golpe de Estado al general Romeo Lucas García, y pusieron en su lugar a un nuevo dictador: el general Efraín Ríos Montt. En cuestión de días, en abril de ese año, se publicó el Programa Nacional de Seguridad y Desarrollo. Allí se detalló la relación entre la nueva Junta Militar y los comandos y bases.

La Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) estableció que el Estado Mayor Especial que creó la Junta, además del Estado Mayor de la Defensa, planificaron y supervisaron todas las operaciones contrainsurgentes contra la población civil y contra los ejércitos guerrilleros.

También afirmó en su informe que en cada cadena de mando establecida desde lo más alto, cada comandancia (fuerza de tarea, zona militar, comando, etcétera) fue responsable de todos los aspectos tácticos y logísticos de sus unidades, en comunicación directa (a través de informes) con ese Estado Mayor.

Aunque no todo fue cambios con la llegada de Ríos Montt. En algunos aspectos la política de represión continuó igual a la de Lucas García. Las 415 masacres que se registran entre julio de 1981 y diciembre de 1982 tienen responsabilidad tanto de Lucas García como de Ríos Montt. Un elemento común fue el uso de las Fuerzas de Tarea.

Había una en cada región donde se consideraba que había guerrillas, o poblaciones que podían o no apoyarlas. Estaba la Fuerza de Tarea Iximché para Chimaltenango, la Fuerza de Tarea Tigre para Ixcán, la Xibalbá para Cobán, y así otras.

En una serie de archivos desclasificados publicados por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA, en inglés), aparece el nombre de Édgar Justino Ovalle Maldonado asignado como oficial de Operaciones de una de ellas: la Fuerza de Tarea Ixil.

Pero tanto en libros como en los informes de la CEH y el que preparó la Iglesia católica (Recuperación de la Memoria Histórica) se omite por completo este comando, así como el lugar que tenía asignado.

En los documentos de la NSA se dice que Ovalle era el Oficial de Operaciones de la Fuerza de Tarea Ixil por un año exacto: de inicios de septiembre de 1981 a la misma fecha de 1982, los años más sangrientos de la región.

Las Fuerzas de Tarea, según la CEH, eran especiales por su flexibilidad para agruparse ante acciones puntuales y realizar operaciones militares de largo plazo.

Consultado al respecto, Ovalle prefiere no responder: “Nunca escuché de ella. Yo no estuve allí”. Un rodeo de preguntas para regresar al mismo tema obtiene la misma respuesta: “Tal vez deberían de preguntarle a ellos (Estados Unidos), porque yo no sé”, contestó tras toser y afinar su garganta, seguido de un silencio prolongado.

Un investigador de una de las organizaciones que llevó a Efraín Ríos Montt a juicio, afirma que la Fuerza de Tarea Ixil era irregular, y fue conformada solamente por población ixil, llegando a aglutinar a 200 campesino. Un informante del área ixil complementó: “Operaban como cercos a población desplazada. Población civil también participaba en estos cercos contra aldeas modelo en la Zona Reina (bajo el Ixcán, en el departamento de Quiché)”. Y otro investigador consultado, todos bajo restricción de anonimato, dijo que la Fuerza de Tarea Ixil estaba subordinada a una oficial, del ejército, que era la Fuerza de Tarea Gumarcaj, que en esos años estuvo bajo el mando del ahora presidente, Otto Pérez Molina.

De septiembre de 1981 a septiembre de 1982, año en que Ovalle fue, según NSA, oficial de Operaciones en el área Ixil, se llevaron a cabo 77 masacres en la región.

Otro documento desclasificado de la Embajada norteamericana en Guatemala (R022202zAg93) ahonda en este tipo de fuerzas irregulares. Menciona que en la llamada Ofensiva de Fin de Año de 1987, Ovalle Maldonado lideraba un comando paramilitar que actuaba junto a la Fuerza de Tarea Kaibil Balam en la selva del Ixcán y el área Ixil. Esa información se complementa con lo que menciona la CEH. El ataque era contra las llamadas Comunidades de Población en Resistencia, núcleos de desplazados que se negó a salir al exilio, y que tampoco quiso quedarse en las comunidades controladas por militares.

Una base militar estratégica

Unas 200 personas se encontraban presentes. Estaban amigos de juventud, familiares, y muchos vecinos del lugar, un barrio del municipio de Cobán, cabecera de Alta Verapaz. Un féretro tenía a los pies una decena de candelas, un lugar para ofrendas, y justo arriba de un arreglo floral estaba la foto del velado: Otto Macz Pacay, desaparecido por el ejército de Guatemala en marzo de 1983.

Macz Pacay fue encontrado en agosto de 2015 en la zona militar 21 de Cobán, junto a 535 personas ubicadas en 110 fosas. De esos 535 cuerpos, están identificados cerca de 100, según la Asociación de Familiares de Desaparecidos en Guatemala (Famdegua). El resto los analiza todavía la Fundación de Antropologría Forense (FAFG).

En 2012 encontraron por primera vez osamentas en la misma zona militar 21. En ese momento se exhumaron 316. Contenía cuerpos de personas “con restos de sogas amarradas a sus cuellos o muñecas”, según una investigación de elPeriódico. La misma base militar fue construida sobre la comunidad de Chicogüyito, ahora desplazada y partida en varias comunidades.

El coronel Édgar Ovalle fue trasladado, de acuerdo con esos archivos de la NSA, a la zona militar de Cobán el 1 de enero de 1983. Y según el mismo Ovalle confirmó, se retiró en abril de ese año. Si los análisis de la FAFG están en lo correcto, Ovalle estuvo, otra vez, como jefe de Operaciones en la zona militar de Cobán al mismo tiempo que la desaparición de Macz Pacay.

“Lo que me recuerdo es que cuando llegué a Cobán la situación se había calmado, el proceso en que la población civil era recibida como refugiados, le dábamos apoyo. Me tocó algo suave”, recuerda Ovalle. Máximo Ba’ Tiul, académico y activista del Consejo de los Pueblos de Tezulutlán, recuerda algo distinto. “Las masacres más fuertes siguieron en el 83. Recuerde que el área era estratégica: no solo por ser un corredor de paso entre los distintos frentes guerrilleros, sino por los recursos del área”, dice en referencia a los grandes terrenos fértiles del área (café y ahora palma africana), a la planificación de la Franja Transversal del Norte por el ejército, la minería y petróleo pegada al Lago de Izabal, y a los intentos de los militares de obtener terrenos en la región.

En la lista de masacres que muestra el Remhi, buena parte de masacres en Alta Verapaz corresponde a fincas o cooperativas.

Macz Pacay era cooperativista y como perito agrónomo era asesor de otras cooperativas del área. “Por eso lo desaparecieron”, dice Bá Tiul.

FCN: ¿el partido de la salvación (de los militares)?

– “Nunca he estado en política. Es mi primera vez.”, dice Ovalle en la sede del FCN, sobre el inicio de la Avenida Centroamérica.

– “Bueno, aparte de la guerra. Eso también era político. Muy político”, le recuerda este periodista.

– No, no, eso es otra cosa. Eso era un conflicto armado.

– Pero preocupa la presencia de militares en el partido.

– Yo soy el único militar que me quedé en el partido.

– Nosotros tenemos las listas, y hay varios militares para cargos públicos, en rangos más bajos.

– Bueno, sí, tal vez.

– Y los de la Asociación de Veteranos Militares (Avemilgua), ¿se fueron todos?

– Yo soy miembro de Avemilgua. Todos los veteranos militares pueden optar a dos lugares: Asociación de Fraternidad Militar o la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala. En este caso, soy socio en Avemilgua, tengo una aporte mensual. Eso lo hacen todos los militares asociados. (Los generales retirados) Quilo Ayuso y Miranda Trejo fueron parte del partido.

En dos documentos desclasificados de 1993 (R071546zjul93), justo después del Serranazo, afirma que Quilo Ayuso era el líder de una facción del ejército que estuvo a favor del golpe, y quedó desilusionado cuando no se pudo concretar. Miranda Trejo y Ovalle Maldonado son mencionado como parte de ese grupo militar. El mismo grupo que 15 años después, en 2008, fundó el partido que hoy lanza a Jimmy Morales.

– Y en el Congreso, ¿legislaría a favor de los intereses militares?

– No, nunca, en el Congreso se legisla a favor de la patria, de la nación.

Publicado primero en Nómada.

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