Una hidroeléctrica de empates, silencios y, quizás, peligros
0Hay pocos proyectos que logran dividir al sector privado dentro del gobierno. Menos cuando se trata de nuevas fuentes para generar energía, la nueva tendencia de las grandes inversiones en el país. Lo logró una pequeña hidroeléctrica que amenaza la segunda hidroeléctrica estatal más grande. Y las fuerzas han estado tan empatadas, que han corrido varios despidos y han llegado a una solución sólo temporal, de prueba.
Por Rodrigo Véliz
Por una parte hay un proyecto estatal que viene del desarrollismo de los militares de los setenta, cuando la industria crecía a 10% anual y necesitaban abastecer ese crecimiento. Entonces se construyeron las hidroeléctricas de Chixoy en Alta Verapaz y Aguacapa en Escuintla. En total, el Estado hasta hoy produce el 21% de la energía nacional, con lo que permite que el Instituto Nacional de Electrificación (INDE) subsidie al 98% de los consumidores. Aguacapa produce 90 megavatios por hora (Mwh) y representa el 20% de la producción estatal.
Por otra parte hay un proyecto privado, de agroexportadores y azucareros, que como muchos grandes inversionistas cree que en la generación de energía está la siguiente fuente de la prosperidad en Centroamérica. El proyecto privado quiere producir 9 megavatios por hora (Mwh) en el mismo lugar que Aguacapa, en Guanagazapa, Escuintla, a 39 kilómetros del centro de la Ciudad de Guatemala.
Pero en un gobierno centrado en promover las inversiones grandes en energía, algo salió mal. Técnicos y sindicalistas hicieron ver que el proyecto privado podría inundar el proyecto estatal y convencieron a la mitad de la Junta Directiva del INDE.
La historia va un poco así.
La nueva hidroeléctrica, el Cóbano, fue construida en el mismo río de Aguacapa, un kilómetro abajo. Se planificó para producir 10 megavatios de energía con un embalse de 142.6 metros sobre el nivel del mar. Río arriba, la casa de máquinas de Aguacapa, de donde es expulsada toda el agua que es utilizada para producir la energía, la salida está a una altura de 138 metros.
El sindicato de trabajadores del INDE (Stinde) hizo matemáticas: Si el Cóbano llenaba su embalse a 142.6 río abajo, la casa de máquinas de Aguacapa, río arriba, no podría funcionar adecuadamente por inundación.
“Con las crecidas del río en época lluviosa ya se encuentra amenazada Aguacapa, como sucedió varias veces en los ochenta y como pasa con los huracanes”, dice Josué Argueta, secretario general del sindicato hasta 2014. “Si Aguacapa deja de producir porque sus turbinas se atascan con el agua, el Inde va a dejar de recibir ingresos, y con eso no podrá pagar la tarifa social”. El INDE usa el 40% de sus ingresos para subsidiar la electricidad a un 98% de la población del país.
Arturo Girón, agroexportador en Guanagazapa, fue el gestor del Cóbano: buscó financiamiento para construir la hidroeléctrica, y uno de los dueños del ingenio Palo Gordo se alió al proyecto. Para Girón hay una “satanización del proyecto”; niega los señalamiento y afirma que fue hasta después de que estuviera construido su embalse que fueron notificados que había un problema con la altura. Dice que es un problema técnicamente solucionable y que lo han demostrado.
En el Estado, desde el INDE o el Ministerio de Energía, hacen todo lo posible por no hablar del tema. Parecieran no querer tomar una decisión sobre un problema que por años nadie quiso señalar. Después de todo, si algo le pasa a la hidroeléctrica estatal Aguacapa (si la del Cóbano la inunda), alguien será el responsable dentro del Estado.
No hablamos sobre Aguacapa
En una oficina ubicada en el segundo piso de la casa de máquinas, con una temperatura artificial más fresca que el calor de la Costa, se encuentra la oficina del gerente de Aguacapa, Alejandro Peña. El gerente se para rápidamente al ver que dos periodistas y dos sindicalistas lo buscan en su oficina. Se le explica la intención de la visita y su primera reacción es una negativa para hablar. La siguiente es buscar respaldo institucional: toma el teléfono y marca a las oficinas centrales del INDE. Lo atiende Fredy López, vocero del INDE. Sale de la oficina por unos minutos, y repite que él no está autorizado a dar declaraciones. Sólo López y el gerente general Jorge Stalling. Nada lo hace cambiar de opinión.
Lo único que menciona es que “todos queremos que Aguacapa siga funcionando”. Esa será la única frase que obtendrá Nómada de parte del INDE, su Junta Directiva y el Ministerio de Energía, luego de casi tres meses en los que se preparó este reportaje. Ni una sola palabra más.
La oscuridad llega a tal punto que en una solicitud por medio de la Ley de Información Pública se pidió la altura (las cotas) de todas las hidroeléctricas del país, públicas y privadas, al INDE y al Ministerio. El INDE dijo no tenerlas, y el Ministerio de Energía entregó un largo detalle de todas las alturas de las hidroeléctricas, mínimas y máximas.
La única que estaba en blanco era la de Aguacapa.
Tensión dentro de gobierno proempresarial
La tensión que provoca la disputa Aguacapa-Cóbano llevó a dividir a su Junta Directiva por varios meses. La Directiva es la encargada de dar los permisos para que Cóbano, o cualquier otra hidroeléctrica, pueda conectarse a una subestación del INDE, y así al Sistema Nacional de Interconexión. Pocas hidroeléctricas privadas, de las muchas que hoy en día se inauguran, desean construir una costosa subestación, por lo que lo usual es anclarse a una del Estado. Por eso el permiso es fundamental y por eso la división.
La Directiva está compuesta por seis puestos con votación. Y de estos, tres estuvieron siempre a favor de que Cóbano operara: el presidente Erick Archila, también ministro de Energía; Isaías Martínez, representante a la Asociación de Municipalidades (Anam); y Samuel Hernández, del sindicato de Chiquimulilla del INDE, que desplazó al Sindicaato Nacional del INDE (Stinde).
Con dudas dentro de la Directiva sobre la aprobación a Cóbano estuvieron por meses el ministro de Economía, Sergio de la Torre; el representante del CACIF, Sergio Sosa; y de la Secretaria de Planificación, Ekaterina Parrilla.
Pese a esas diferencias, algo que los unía a todos era su negativa a pronunciarse sobre el polémico proyecto.
Por 18 meses la tensión se mantuvo, hasta que en diciembre de 2014 finalmente vino la resolución de la Junta Directiva del INDE: El Cóbano podía conectarse a sistema nacional de transmisión eléctrica. Pero sólo por un año de prueba.
Todos los votos fueron a favor, lo que ocasionó que el gerente de generación, Marco Junio Martínez, renunciara en protesta. No fue el primero. Meses antes, el anterior gerente de generación, Efraín Rodas, también había sido expulsado del INDE por mostrarse contrario a la aprobación del Cóbano.
Una guerra de estudios
El ingeniero Efraín Rodas trabajó varios años en el INDE y es de los pocos que quieren hablar sobre el tema. Hasta el 2014 fue gerente de generación y desde un inicio estuvo en contra de la salida de operación de Cóbano. “Si Cóbano llega a inundar a Aguacapa, van a ver consecuencias legales para la Junta Directiva. Yo sabía eso y por eso mandamos a hacer estudios y enviamos solicitudes para que el proyecto frenara. Pero no se pudo”.
El estudio al que se refiere lo realizó la empresa española Hidralia, que en otras regiones del país ha construido hidroeléctricas que han ocasionado conflictividad social. El documento es un análisis de los problemas de la puesta en marcha del Cóbano, y entre sus principales conclusiones sugiere que no se le permita generar con una cota de 142.6, sino que se reduzca a 139.
Las recomendaciones de Hidralia sirvieron de punta de lanza para intentar frenar el avance del proyecto. En una carta que Rodas escribió al ministro del Energía y presidente de la Junta Directiva del INDE, Erick Archila, fechada el 9 de octubre de 2013, argumenta los problemas que producirá Cóbano y solicita que se modifique o se deje sin efecto el acuerdo que permitió la construcción de Cóbano (MEM 291-2009).
La carta de Rodas a Archila no tuvo respuesta oficial. Según Rodas y Josué Argueta (del sindicato Stinde), el anterior gerente general del INDE, Marinus Boer, tampoco estaba de acuerdo con que Cóbano entrara en operación, ya que le llevaría a problemas legales si se daba la inundación. Según ambos, entre Boer y Archila hubo fuertes peleas que terminaron con la salida de Boer del Inde, en medio de un sonado caso de corrupción por la hidroeléctrica Xalalá. Boer no quiso hablar para este reportaje, pero recomendó hablar con Rodas.
El INDE hizo un nuevo estudio. “El estudio de Hidralia tenía fuertes problemas técnicos, por eso llega a esas conclusiones erróneas”, afirma Carlos Pérez-Albert, representante legal del Cóbano, en un despacho que se encuentra dentro del mismo local donde está la oficina central del Ingenio Palo Gordo.
El nuevo estudio, pagado por el INDE a una consultora argentina, Red de Ingeniería, tenía conclusiones diferentes: pedía a Cóbano que hiciera 18 cambios para poder entrar a operar, y que bajara la cota a 141.3 metros.
Para Rodas, el exgerente que renunció, el segundo estudio está sesgado. La gente que lo realizó es la misma que años antes trabajaba en la empresa multinacional Lombardi.
Según Arturo Girón, directivo del Cóbano, Rodas tiene un “problema personal con Lombardi, ya que salió de allí peleado. Pero fue él mismo que me presentó la idea en 2008. Y ahora hace todo lo posible porque no se lleve a cabo”.
Lombardi realizó un estudio de pre-factibilidad para la construcción de Cóbano en 2006. Allí se hacía explícito que la hidroeléctrica debía tener una cota (o una altura) de 138 y producir solamente 5Mw, en vez de 10Mw. Rodas lo sabe, dice, porque en ese momento él era el Gerente General de Lombardi.
“Sin que nadie lo autorizara pasaron de la cota 138 a la 142.5, buscando producir 5 Mw. ¿Por qué? Porque es más rentable producir el doble y recuperar más rápido la inversión”. En la oficina en Guatemala de Lombardi, en el edificio Topacio Azul de la zona 10 capitalina, se negaron a dar declaraciones para este reportaje.
Pérez-Albert no niega que sea más rentable para ellos, pero asegura que no se enteraron del problema de cotas hasta 2012, una vez la planta estaba ya en construcción.
Salomónico: Un año de pruebas
De vuelta en el río en Guanagazapa están los dos periodistas con el ingeniero principal del Cóbano. “Eso que va ahí es plata, bastante plata desperdiciándose frente a nosotros sin que podamos hacer algo”, dice Pedro Almeda, mientras ve cómo un torrente de agua cruza el embalse y cae al lado de una de las montañas en vez de hacerlo por la tubería que la llevaría a las turbinas del Cóbano.
Los 18 meses en que el proyecto ha estado esperando resoluciones le cuesta a Cóbano mucho dinero, dice Arturo Girón. “Cada una de las 18 recomendaciones nos ha costado un ojo de la cara. Pagar la grúa para cumplir con el plan de contingencia, los sistemas de alerta temprana, cada una de las recomendaciones son muy caras”.
A eso le suman que con bajar su cota de 142.6 a 141.3 se reducirá la producción de energía, y con eso la rentabilidad del proyecto. La inversión fue de $40 millones pensando producir 10 Mw, por lo que cada megawattio producido tuvo un valor de $4 millones, un proyecto muy caro para los estándares actuales. Cada reducción en la cota significa producir menos.
Reducir la cota aun más les resulta imposible, por finanzas y porque al bajarla se crean pequeños vórtices de aire en el embalse, que al llegar a casa de máquinas se vuelven proyectiles que dañan su maquinaria.
Para muchos dentro del campamento del Cóbano, sin embargo, los problemas quedaron atrás con la autorización. “Es una bendición. Este es prácticamente un proyecto terminado”, dice Almeda.
Casi terminado. El permiso que les dio el Inde fue de un año de prueba. Antes tienen que venir las lluvias de invierno y la puesta en marcha de las dos hidroeléctricas a toda capacidad. Pese a las pruebas parciales, las dos hidroeléctricas no funcionan al mismo tiempo todavía.
Cuando pase el invierno, en noviembre de 2015, entonces se sabrá quién tenía la razón.