Una crónica (no tan) deportiva
0Ricard Busquets,
periodista independiente, parte del CMI Guatemala.
El martes 21 de abril de 2015 se jugó un encuentro memorable en Huehuetenango, un juegazo, un auténtico partidazo que enfrentaba a dos adversarios de fuerzas muy desiguales. Por una parte, Daniel Pascual y el Comité de Unidad Campesina-CUC, con un equipo espléndido y bien organizado, frente a un contrincante débil y desestructurado en todas sus líneas capitaneado por la ex fiscal del Ministerio Público Gilda Aguilar y la abyecta Fundación Contra el Terrorismo, del no menos abyecto Ricardo Méndez Ruiz.
Se dirimía en la cancha de juego del sistema de justicia una contienda entre la verdad y la mentira, entre la defensa de la vida y los derechos humanos y la abominable criminalización de la que son blanco todos aquellos hombres y mujeres que protegen, resguardan y defienden la tierra, el territorio, los recursos naturales y la justicia social. Un enfrentamiento que se resolvió favorablemente para Daniel Pascual y su equipo de exquisitos jugadores, de reconocida técnica, valentía y bravura, una alineación de lujo que nos regaló una gran victoria con un resultado contundente.
En este inolvidable encuentro, el equipo de Gilda Aguilar pretendía defender lo indefendible, justificar lo injustificable. Acusaba a Daniel Pascual de estos tres supuestos delitos: asesinato en grado de tentativa, conspiración y asociación ilícita. Un burdo montaje, unas graves acusaciones contra este dirigente indígena y campesino de reconocido prestigio que se demostraron falsas. Una gran mentira que el juez árbitro del encuentro supo resolver sin resquicio de dudas. El resultado: el caso quedó desestimado y archivado para siempre.
Gilda Aguilar y la Fundación Contra el Terrorismo sufrieron una humillante derrota, demostraron ser un contrincante muy débil que nunca supo estar a la altura, un rival menor al que le vino grande jugar en ligas mayores y que demostró su cobardía al no presentarse en el juzgado para que nadie pudiera ver como se les caía la cara de vergüenza al demostrarse sus falsedades y calumnias.
El juicioso juego
Inició la competencia en el Complejo Departamental de Justicia de Huehuetenango a las once y treinta y cinco minutos de la mañana y nada más empezar el encuentro el equipo de Daniel Pascual, bien posicionado y muy concentrado, consciente de la importancia de lo que estaba en juego, empezó su apabullante dominio. Los goles no tardaron en llegar ante una inexistente defensa de errática estrategia acostumbrada al juego sucio y marrullero, un equipo armado sin pies ni cabeza. El primer gol fue un gol de equipo, un golazo del CUC. Al demostrarse la falsedad de las acusaciones contra el dirigente se diluía también la criminalización constante de la que es objeto la organización, quedando claro que el CUC es amante del juego limpio, que siempre ha respetado las reglas del juego y que nunca, a lo largo de su historia, ha escondido la cara, defendiendo una Guatemala con mayor justicia social y que siempre ha estado al lado de los más débiles, de los olvidados por el Estado.
El segundo gol lo anotó Daniel Pascual al demostrarse su inocencia. Se quitó de encima las falsas acusaciones y la criminalización de la que era objeto como quien espanta una mosca. Se presentó al juzgado sereno y convencido de la victoria, su imponente presencia como mariscal de campo siempre amilanó al rival, empequeñecido ante un hombre luchador bregado en mil batallas, un incansable defensor de los derechos humanos que tiene un corazón solidario que no le cabe en el pecho. Daniel Pascual enfrentó con valentía y con un excelente posicionamiento en la cancha las infamias contra él, firmó un tanto de bella factura que lo afianza como uno de los mejores jugadores de la historia de Guatemala en la defensa de la vida y los recursos naturales frente a un sistema opresor acostumbrado a violar sistemáticamente los derechos fundamentales de las y los guatemaltecos, un jugador llamado a convertirse en leyenda y ejemplo para las futuras generaciones del país.
El tercer golazo de la mañana llevó la firma de la defensa de Daniel Pascual y el CUC. Dos grandísimos jugadores en línea defensiva, los abogados Sergio Beltetón y José Alberto Domingo, evitaron todos los ataques del rival y no permitieron ningún contragolpe, dejando en continuo fuera de juego a Gilda Aguilar y la Fundación Contra el Terrorismo. Actuaron con gran inteligencia y una perfecta compenetración convirtiéndose en una muralla infranqueable. Con defensas así, tan aguerridos, es muy difícil perder un partido.
El cuarto gol hay que atribuirlo a la afición. No sólo es un gol marcado por los aficionados, simpatizantes y bases del CUC de Huehuetenango que se hicieron presentes para animar al equipo, también es un gol firmado por todas y todos los que han mandado mensajes de aliento y cariño hacia el CUC y Daniel Pascual desde el primer momento en el que se supo que era objeto de esta salvaje criminalización. Aunque el partido ya estaba ganado desde el inicio, el gol marcado por la afición ha sido un gol clave. En sus bases la organización tiene un tesoro, una afición educada y respetuosa que nunca desmaya ante las adversidades, que siempre ha demostrado un apoyo incondicional al equipo y que cada vez es más numerosa.
Y el último gol fue un autogol de Gilda Aguilar y la Fundación Contra el Terrorismo, se marcaron un estúpido gol en propia puerta consecuencia de su insostenible mentira, producto de su débil estrategia y horrible posicionamiento en el campo. Fue el autogol de la cobardía ya que no quisieron presentarse en el juzgado, demostrando así su bajeza moral y ratificando que su intento de criminalizar a Daniel Pascual y al Comité de Unidad Campesina era una descomunal patraña. El juego les vino grande y no supieron estar a la altura, jugaron sucio desde el principio.
El encuentro fue un auténtico recital del que Daniel Pascual y el CUC salen fortalecidos, un claro aviso para los próximos rivales en los futuros encuentros que quedan por disputarse.