Por qué llamar ‘hijos de puta’ a los políticos no debería ser una ofensa
0“Oh, puta amiga, amante, amada, recodo de este día de
siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los
hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero,
te corono con hojas de hierba y me dispongo a aprender de
ti todo el tiempo”
Por Gabriela Miranda
Decir que la prostitución es el oficio más antiguo implica que no siempre existió. Bien dice Federico Engels que la prostitución surge cuando las mujeres ven que “garantizar” su virginidad y castidad se vuelve un bien, digamos, intercambiable.Así, castidad y virginidad se convirtieron en valores sociales que pueden capitalizarse. Estos garantizaban la posibilidad de transmitir una herencia asegurada, es decir que los hijo le pertenezcan al propietario. Por ello el matrimonio es un contrato, porque exige garantías de intercambio. Así que la prostitución requiere necesariamente de un pago, de un intercambio monetario.
Así llegaron las putas. Y detrás los padrotes, las madames y los burdeles. Luego el tráfico de personas y la esclavitud sexual, nada menos. Pero su origen, su origen es la acumulación de capital. Todo esto a grosso modo, claro.
No voy a opinar de prostitución ¿quién podría? Pero voy a decir, para no dejar, que el problema no debería centrarse ni en la sexualidad, ni en las personas que ejercen el oficio, sino en la explotación. Y ya.
No conservar la castidad y la virginidad es un atentado contra el patriarcado, contra el honor, del macho, claro. Por ello, decir puta es una ofensa patriarcal. Implica una descalificación a quien no está dentro del orden aceptado, moral, política y económicamente de conservar su castidad para el uso masculino de la reproducción “buena”, aunque sea este mismo orden quien produjo el oficio. Así de hipócritas. Entonces quienes no dan valor a eso que una sociedad organizada de este modo valora….pues son putas y serlo es un antivalor, aunque dicho intercambio sexual-monetario, que permite otras acumulaciones, es uno de los pilares del capitalismo.
Quien es puta o hijo de puta está fuera, fuera del acuerdo social de acumulación. Por eso llamar a gobernantes corruptos “hijos de puta” es una contradicción. Porque justamente éstos, lo que buscan, mantienen y veneran es el sistema capitalista. Estos corruptos, asesinos, abusivos o ladrones, hombres o mujeres, no están fuera como las putas, sino dentro, muy dentro.
Ninguno de ellos es puta, son lo contrario: unos vividores del sistema y sus más fieles servidores, aún a costa de la muerte del pueblo.
Cuando decimos “hijo de puta” no hablamos de sexo, hablamos de capitalismo, pero ser puta, vender sexo es una ofensa y ser capitalista y vender al pueblo, no.
Si yo tuviera que gritar para ofender diría, “¡maldito hijo del Capitalismo!”
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