La izquierda partidista es un lobo para la izquierda
2"Homo homini lupus"
"El hombre es un lobo para el hombre"
Por Francisco Juárez (( militante de izquierda, cantante, estudiante de sociología ))
Cuando Hobbes escribía su obra “Leviatán”, planteaba cómo el Estado nacía por la maldad del hombre (y la mujer). Los débiles necesitaban de alguna manera organizarse para cuidarse de los grandes y despiadados seres que obtenían beneficios de su condición de «fuertes». ¡El hombre es un lobo para el hombre! gritaba Hobbes con su pluma, refiriéndose a los horrores que los hombres son capaces de cometer contra sus hermanos.
Ahora, muchísimos años después de los postulados de Hobbes (¿quién tiene tiempo de contarlos?) el Estado sigue existiendo, demostrando en muchos episodios de la historia, que es el Leviatán. Ese monstruo infame que aplasta, destruye comunidades enteras, que asesina, que persigue, que exilia, que desaparece -a los que persigue-, y que a veces también, firma acuerdos de paz. «Firma”, claro está, porque es una paz de papel.
El Estado por sí mismo no asesina, pero es una herramienta que permite hacerlo fácilmente. Tiene el extra de otorgar impunidad para enriquecerse absurdamente con el trabajo del pueblo, al mismo tiempo que es una herramienta para que las condiciones sociales y políticas del país sigan siendo convenientes a los que siempre han sido fuertes.
El enemigo ha tenido esto muy claro desde el inicio. Por eso las elecciones son cada vez más absurdas. Con gastos millonarios en publicidad, con una guerra mediática de desacreditación que, cuando la coyuntura lo requiere, termina en apretón de manos y abrazo falso para repartirse el pastelito del poder.
En Guatemala la derecha se ha alternado siempre en el poder (a excepción de los 10 años de revolución). Obteniéndolo de forma violenta, como en la época de las dictaduras, o mediante elecciones seudo democráticas, como en los días que vivimos. No hay mucha diferencia entre una y otra forma; elegir entre un mal gobernante y otro peor es claramente otra forma de violencia.
La izquierda en Guatemala como en el mundo, tiene la intención de proponer una vida distinta y mejor. Sabe que se puede transformar el Estado y que sea una herramienta para la vida digna del pueblo y que la vía política es el camino para tomar el poder y devolvérselo al clamor popular. Tristemente la intención de hacer todo lo anterior no es suficiente para que así suceda. Sea como sea, en Guatemala el pueblo decide quién gobierna y, lastimosamente, aquí no ganan los que solo tienen “buenas intenciones”.
La dicotomía izquierda-derecha es algo que en Guatemala no existe. Vemos casos como el de El Salvador donde el proyecto político de la izquierda es claro y su proceso funciona y se consolida; casos como el de Nicaragua donde al hablar de izquierdas todos saben hacia dónde dirigir la mirada; o como el de Honduras, donde la organización fue tanta y tan fuerte que el enemigo tuvo que sabotear claramente procesos. ¿Por qué en Guatemala no es así?
La izquierda partidista en Guatemala, camina pensado que está a dos pasos de alcanzar el poder y hacer realidad sus sueños de transformación social; pero la realidad es otra. Se ha olvidado quién es el verdadero enemigo. Pareciera que cada vez más se ocupa de señalar lo que los otros –las y los de la “otra izquierda”- hacen o dejan de hacer, por eso, ante los megaproyectos y leyes que dejan al país a merced de las grandes empresas, últimamente predomina un mutis mortal.
Cuando la izquierda se saca la lengua con el que tiene a su lado -su lado izquierdo- otra izquierda nace. Mientras que la derecha, aunque se escupa la cara con la “otra derecha”, cuando lo ve necesario no tiene problemas en darse un amistoso apretón de manos.
Mientras las izquierdas partidistas -cada vez aparecen más- se pelean y dividen las pocas bases que tienen, la derecha junta las suyas en cualquier parque central en asambleas que ya parecen ferias patronales. Mientras las izquierdas partidistas se insultan, agreden y excluyen a la “otra izquierda”, la derecha solo observa como quien va al cine el domingo a ver la película cómica de rigor.
La «izquierda» en Guatemala se ha desviado de su camino, dejando de lado a los jóvenes que deberían abanderar los procesos. En Guatemala las palabras «relevo» y «generacional» son blasfemia.
Mientras la derecha consolida su proyecto nefasto, la izquierda partidista se pelea -casi sangrientamente- por elegir a su representante: que si el ecologista, que si el viejo dinosaurio, que si el gritón abusivo. Al parecer piensan que con solo elegirlos como su representante ya fueran los grandes dirigentes nacionales que se necesitan.
Mientras la izquierda partidista pelea por espacios imaginarios de poder, la derecha no tiene problemas en repartirse el país. Para la izquierda, tener uno o tres diputados entre 158 solo sirve para intentarlo una vez más dentro de cuatro años.
A los partidos de izquierda se les ha olvidado que querer gobernar y tener capacidad de hacerlo son dos cosas totalmente distintas. No alcanzan a ver que el proceso eleccionario puede/debe servir para posicionar un liderazgo que construya cohesión entre la izquierda partidista y la izquierda del movimiento social; que el trabajo fuerte debe ser la organización popular y no la campaña política, porque solo con un pueblo consciente las condiciones para gobernar pueden darse.
La izquierda partidista sufre amnesia, se le ha olvidado que la política es parte de la vida y que no se vive solo cada cuatro años; que la lucha es constante y la participación debe ser continua. Hasta que la izquierda deje de truncar el camino de sus más cercanos aliados y se centre en descomponer este Estado, oligárquico, machista y represor, por más que piensen ser salvadores de la vida, seguirán siendo los viejos torpes que obstruyen el camino.
Me parece que esta frase es bastante inexacta: «La dicotomía izquierda-derecha es algo que en Guatemala no existe.» De hecho, se puede ver claramente según hacia donde apunte el fusil. Históricamente, hacia la izquierda del espectro ideológico.
Dicotomía se refiere a elementos opuestos o complementarios de algo, la dicotomía izquierda-derecha se refiere a la existencia de grupos que hacen ejercicio de la política desde su posicionamiento ideológico, y pueden ser claramente identificados por esa postura.
cuando digo que en Guatemala no existe esta dicotomía, me refiero al hecho de que la izquierda partidaria no representa en el ámbito político de hoy ningún poder o injerencia en el país, su vida política es tan dispersa y esporádica que la derecha no la considera como una «competencia» real en la carrera por el poder del estado.
Esto puede herir susceptibilidades pero la fuerza de la presencia de la izquierda en la vida política nacional no se puede medir desde quienes militamos o pertenecemos a la izquierda partidaria o al movimiento social, sino con la percepción de la gran mayoría de ciudadanos que no están organizados y que son constantemente absorbidos por el sistema, por eso lo primordial debe ser el trabajo de organización popular, porque para el pueblo hoy por hoy la izquierda es solamente la mano con la que no pueden escribir.