Julia Esquivel: florecerás Guatemala
0Por Gabriela Miranda
“No nacemos humanos -dijo Julia Esquivel durante la entrega de la Orden Juan José Gerardi, el pasado 10 de diciembre- nos hacemos humanos en la medida en que nos encontramos con los despreciados”. Y sus palabras abarcaron el salón de actos. Esquivel es una poeta y una teóloga guatemalteca, es una teopoeta de la liberación y es una mística con los pies en la tierra. Su obra, como tantas otras cosas en países como los nuestros, es poco reconocida, invisibilizada o coptada. Pero eso parece no importarle a ella, no tiene puesta su mirada en la salvación del mundo, como quien sabe que esa tarea crístina no sólo es imposible, sino que nos acerca peligrosamente al sacrificio redentor, no de quien salva, sino incluso de quien resulta salvado. Y que por ello mismo acarrea la necesidad de rendir pleitesía y agradecimiento eterno a la fila de intrépidos salvadores.
Por ello su obra no está centrada en conquistar sino en dejar testimonio, testimonio de la rebeldía, de la resistencia, es una exigencia en declarar que, pese a todas las agresiones, pese a los intentos de exterminio, pese a la impunidad histórica, estamos aquí y estamos luchando.
Tampoco es una poesía ingenua por ser religiosa, mucho menos resignada, encara la realidad y denuncia:
(…)
Allá,
donde la tierra, el amor y la alegría
no se compran ni se venden,
donde el vino y la leche
se comparten sin dinero y sin precio,(…)
Su obra nos exige memoria, nos exige reconocer que nuestra historia está marcada por el exilio, la persecución y la resistencia. Nos obliga a ver las cosas que hemos decido dejar de ver, sobre todo a nosotros y nosotras mismas, nos exige una revisión
(…)
Yo soy poseedora
(no posesa)
de esa normalidad de mujer
que rechaza y rechazará siempre
el desorden constituido
por los machos,
todos ellos generales en potencia(…)
Porque más allá del reconocimiento con la Orden Gerardi, está Julia, quien trabaja, se empeña, pregunta y es congruente. Devela, pelea, se revisa, reflexiona, escribe y exhibe. Por todo ello, Julia Esquivel no quita el dedo del renglón, su complicidad con la vida le hace denunciar insistentemente: “recibo este reconocimiento en nombre de las víctimas constantes, de los muchos entre los pocos ricos, que en este momento están muriendo de hambre”. Su obra y su vida, nos exigen seguir señalando las deudas, las atrocidades y por supuesto el hambre, porque siempre se inicia por el hambre.