¿Cuál heroísmo es necesario en tiempos de paz? Reflexiones sobre la izquierda guatemalteca
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Colaboración de Juan Pablo Ozaeta
En julio de 1822, se realiza la histórica «Entrevista de Guayaquil» celebrada entre los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín. El primero, había liberado los territorios de la Gran Colombia, mientras que el segundo, protagonista de las gestas libertadoras de Chile y Argentina, se encontraba en medio de la lucha contra las fuerzas realistas en Perú.
Las fuerzas militares de Bolívar eran en aquel momento superiores a las de San Martín, por lo cual fue éste quien hizo las batallas finales para liberar el territorio peruano. Se dice que San Martín optaba por un régimen monárquico mientras Bolívar era partidario de instituir una República democrática para la población peruana. No obstante, la historia reconoce el importante papel de ambos libertadores para derrocar el colonialismo en estas tierras. Además, fue con esta victoria que finalizaron las batallas de liberación en Suramérica.
En torno a este hecho, José Martí escribió en su ensayo “Nuestra América”, publicado en enero de 1891, una reflexión acerca de los libertadores, en el que se refiere a las virtudes de los héroes en tiempos de paz. “Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas. (…) el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra”. Así iniciaba Martí su reflexión.
Y puede sorprender la extraordinaria vigencia de su análisis, si nos trasladamos a la época reciente y al debate sobre las izquierdas en Guatemala. Particularmente, si nos ubicamos en el momento en que las fuerzas guerrilleras, luego de la firma de la paz fraccionan la organización política, con la cual se suponía darían continuidad al proyecto político revolucionario que plantearon cuando se alzaron en armas: “como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden…”, continuaba Martí.
De esta manera, el prócer cubano expone con gran lucidez el gran reto que constituye ser un líder en tiempos de paz. Si bien, en la actualidad ya no se habla de caudillos libertadores, y en cambio se habla más de estructuras organizativas con mayor representatividad, se requieren siempre el empuje que puedan dar los liderazgos, además de una visión estratégica.
De igual manera si hablamos de procesos de articulación de movimientos sociales. Las reflexiones de Martí encontrarían un eco en Guatemala. Por citar un ejemplo, en el año 2005, las movilizaciones en contra del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, tuvieron una relevancia para los movimientos sociales, dado que motivó que se aglutinaran en el Movimiento Indígena, Campesino, Sindical y Popular (MICSP). Pero con la entrada en vigencia de dicho acuerdo comercial, y el arranque de la campaña electoral el esfuerzo se diluyó.
Hecho similar sucedió en 2010, cuando luego de dos meses de una toma a la Universidad de San Carlos por parte de estudiantes de distintas unidades académicas que se aglutinaron en un espacio denominado “Estudiantes por la Autonomía”, no lograron sostener ese esfuerzo de alianza para empujar la reforma universitaria que esperaban.
“Gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; (…)” sentenció el prócer en el citado ensayo.
Y esta coincidencia del análisis de Martí en hechos históricos tan distantes, no debería sorprender tanto, si pensamos que se tratan de procesos de lucha política, que tanto antes como ahora, se condicionan en buena medida por las decisiones que han tomado sus liderazgos.
En los casos presentados sobre movimientos sociales y políticos que fracasan en su intento de articular; si bien la pelea no se ha hecho todas las veces con armas, ha incluido medidas de presión y choque que al alterar el orden público exaltaron el entusiasmo de participación de algunos grupos sociales. Y por instantes parecía que algo importante estaba surgiendo. Pero luego de un tiempo, el entusiasmo se disipó y los procesos también porque no hubo quien le diera dirección y sostenimiento en el tiempo. Además que algunas masas participan por la protesta en sí misma, y no por ver que el cambio se de.
Tal como Martí lo refiere, los procesos de construcción por medios pacíficos y democráticos se tornan mucho más complejos porque requieren articular a grupos y personas con pensamientos diversos. El heroísmo entonces supone dejar los manuales político-ideológicos y abrirse a todas aquellas reflexiones teóricas, y a las propuestas de luchas concretas de grupos que quizás carecen de un referente teórico específico (o explícito).
El heroísmo en tiempos de paz supone también el impulso de un proyecto legítimo que incluya a personas, organizaciones y movimientos, en un espacio en el que se pueda escuchar y exponer todas las visiones en torno al proyecto de país y de Estado al cual se aspira, dentro del espectro de las izquierdas.
Asimismo, discutir sobre qué mecanismos se pueden articular alianzas entre distintos grupos sociales.
Héroes son entonces quienes están dispuestos a construir un análisis, haciendo un esfuerzo por incorporar múltiples puntos de vista. Y es heroico –aunque menos glorioso como dijera Martí- si saben superar el cansancio que supone realizar encuentros abiertos a grupos que muy pocas veces han tenido oportunidad de expresarse, y que tienen una necesidad de catarsis.
Sería también heroico construir una base programática con temas de interés general y plantear formas participativas de abordaje. E ir estableciendo pasos claros y ordenados para alcanzar una articulación dentro de la diversidad de sectores sociales y políticos.
Los momentos históricos cambian, llegan nuevas coyunturas y nuevas reflexiones. También nuevas amenazas del poder económico y político nacional y transnacional. Asimismo, llegan nuevas generaciones, con distintas preguntas y distintos debates. Y existen nuevas formas de comunicación.
Las y los héroes, sean jóvenes o veteranos, deben entender estos cambios. Y si no tienen el carácter y la fortaleza para hacerlo, tomen el ejemplo de San Martín; volvió riendas y delegó su lucha a quien sí podía encarar los retos que tenían por delante para liberar las tierras americanas subyugadas al régimen colonial.
Hace unos meses presenciamos (apenas empezamos a participar en) el cuarto congreso de los pueblos, comunidades y organizaciones. Desde mi posición, el esfuerzo del Congreso justo coincide con la demanda que el momento actual nos plantea. ¿Cómo llevar este ejercicio de debate a los espacios de la organización comunitaria aún frente a los embates del -incesante- proceso electoral? La impresión que me da es que cualquiera de los espacios de articulación entre organizaciones y movimientos sociales resulta insuficiente frente al calibre de las amenazas a las que debemos dar respuesta. A manera de ejemplo: que una organización que unifica esfuerzos de comités y asociaciones en colonias marginales de la periferia urbana deba enfrentar a multinacionales y monopolios locales de la extracción minera, a estructuras de poder paralelo aliado con el crimen organizado que administran el transporte urbano, al millonario aparato electorero centrado en el manejo de los medios de comunicación masiva, … aún reconociendo que hemos contando con una solidaridad que raya en heroísmo… evidencia un desbalance tal, que como mínimo nos exigiría fortalecernos también desde el diálogo y la articulación entre una amplia variedad de iniciativas…
Gracias por el atinado comentario Pablo. Realmente son muchos retos a los que se enfrenta la izquierda y en general todos los movimientos en defensa de la vida. El diálogo y la articulación son apenas un pequeño primer paso, y cómo cuesta! Pero gracias por promoverlo! Saludos solidarios!
Me parece un exposición muy bien elaborada y muy atinada en contenido. Así mismo comparto la lectura de Pablo Silva, sobre esos otros heroísmos que también son menos gloriosos.
A mi corazón lo que más le inquietó, lo que más ganas le despertó fueron los dos últimos párrafos, porque creo que soy parte de esa nueva generación que está buscando un rompimiento con los modelos de izquierdas que hemos conocido. Un rompimiento que no es violento, ni abrupto, sino reflexionado, una transformación que pasa por concebir de otro modo el liderazgo y de organización. Entiendo que justamente este espacio apunta a esa búsqueda y fue muy grato encontrarlo.
Es muy interesante este espacio y las reflexiones que se realizan en torno a la realidad nacional, y, en este caso, la reflexión sobre la izquierda guatemalteca; que en diversos pequeños y medianos espacios somos muchos los actores políticos que realizamos esfuerzos por transformar nuestra realidad, pero seguimos siendo sólo actores y necesitamos construir el Sujeto Político que logre vencer al poder tradicional nacional, transnacional y emergentes.
Me permito dejar estas reflexiones como aporte al debate:
http://www.albedrio.org/htm/documentos/vvaaSembrandoutopia.pdf