Freddy Cabrera, el operador que espera el fallo de la CC
0Hablar con el abogado Freddy Cabrera no es sencillo. Las preguntas sobre cómo llegó a ser el representante legal de grandes empresas y el operador político del Partido Patriota lo incomodan. Pero su respuesta es sutil: pasa a la defensiva con una mirada concentrada, sus dedos se entrelazan, y sus comentarios se vuelen cortos, casi monosílabos. Él niega todo señalamiento. Sólo hay un tema que cambia su inmutable expresión.
POR Rodrigo Véliz
«Aquí nosotros lo empezamos de cero, sin ayuda de nadie. Todo lo que ve acá me lo he ganado. Mi papá era taxista y con mis hermanos lo ayudamos a graduarse y a estudiar Derecho. Ahora trabaja acá en la oficina conmigo». Lo cuenta en el décimo piso del Paseo Plaza Business Center, en el corazón de la zona 10. Una oficina que le costó Q750 mil gracias a un préstamo que hizo con Banrural, uno de sus clientes.
José Guillermo Alfredo Cabrera Martínez es un ejemplo elocuente de la movilidad social que han vivido muchos abogados en los últimos 20 años. Juristas que al no heredar bufetes y redes de apoyo tenían un veto en ciertos espacios.
Pero las cosas han cambiado. Ahora es posible ascender en lo que se les presentaba como una rígida pirámide social. Los cambios han generado reacciones y roces inevitables, como en el caso del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG).
Cuando Freddy Cabrera ganó la presidencia del CANG en 2011, lo hizo derrotando a Alternativa Independiente (AI), un grupo formado por abogados de grandes empresas que se independizaron de Los Notables y unieron a otros abogados de organizaciones de derechos humanos. AI ha buscado, sin éxito, desbancar a los grupos emergentes que se hicieron con el control del Colegio desde hace diez años.
Enrique Möller, candidato por AI en esa ocasión, recuerda las razones de su derrota. «Se explotó un sectarismo de clase. Decían que nosotros éramos sólo de las universidades privadas y ellos de la nacional, y que éramos de la capital y no teníamos interés en el resto del país». Según las boletas finales del CANG, en esa ocasión AI no logró ganar en ningún departamento del resto del país. El grupo que apoyó a Cabrera lo superó en una segunda vuelta con un 55% de los votos.
La polémica se ha vuelto desde entonces en la acérrima acompañante de Cabrera. «Freddy lleva ya algunos años de ir subiendo. La gente lo respeta pero también teme pelearse con él», dice un abogado representante de organizaciones sociales y que se ha dedicado a analizar las prácticas de su gremio. Como otros muchos entrevistados para este reportaje, prefieren hablar pero sin que se les cite.
Pocos parecen querer pelearse con un abogado que se ha hecho en los últimos 15 años de una infinidad de contactos que ha sabido explotar de manera estratégica.
Para Freddy Cabrera las críticas se deben a su origen social. Pero eso no es todo. Si bien en el gremio hay prácticas clasistas, su participación en las comisiones de postulación y en otros procesos han dejado un rastro que ha levantado numerosas sospechas.
El ascenso
Fueron dos cosas las que cambiaron la vida de Freddy Cabrera: un viaje de dos años que hizo a España en 1994 y su relación con Roberto López Villatoro, a quien el establishment nombró Rey del Tenis.
«La Embajada de España me dio una beca completa para ir a estudiar a Sevilla», dice el abogado de 45 años. En Sevilla conoció a quien él llama “el Messi del Derecho Penal”: Francisco Muñoz Conde.
Al contarle la historia, Luis Ramírez, quien fue encargado del despacho de la Claudia Paz y Paz (2010-2014) y es experto en política criminal, matiza: «Digamos que Muñoz Conde es alguien, bastante bueno, que se ha dedicado a hacer accesible a un público amplio los textos de Derecho Penal».
«En esos años era poca la gente que salía a estudiar, menos aún a estudiar Derecho Penal. Recordemos que Guatemala fue el primer país en América Latina en reformar su Código Procesal Penal, en 1994». Una reforma que permitió hacer los juicios en audiencias como los conocemos hoy en día, y no como se acostumbraba en las dictaduras militares, con jueces inquisidores. Cabrera supo aprovechar esta primera ventaja.
Eso le permitió, a sus 25 años, ganar rápidamente atención: los programas de las Naciones Unidas, la cooperación de Estados Unidos, y el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales (ICCPG) lo llamaron de manera recurrente para capacitaciones y consultorías, donde pasó años conociendo a abogados de todo el país.
Y cuando Muñoz Conde hizo una visita el país, invitado por el ICCPG, lo reconoció públicamente como su discípulo. Eso disparó el vertiginoso ascenso de Cabrera. La relación con Muñoz Conde convenció al entonces decano de Derecho de la Usac, Francisco de Mata Vela, que le permitió dirigir la maestría en Derecho Penal. No había ninguna en el país en ese momento, a fines de 1998, cuando Cabrera se acercaba a los 30 años y tenía cinco años de haber regresado al país. Ahora existen universidades, como la Universidad de San Pablo, que se especializan en posgrados y no han graduado a ningún licenciado, como la Universidad de Occidente y la Universidad da Vinci, cuya decanatura dirige Cabrera.
Por seis años se dedicó a formar, en la capital y en el resto de centros regionales de la Usac, a abogados, jueces y magistrados. Su modo afable, siempre acompañado de una sonrisa y un gesto amigable, es lo que recuerdan de manera constante los abogados que lo han conocido. Varios magistrados de la actual Corte Suprema (CSJ), la Fiscal General, y otros abogados reconocidos figuran entre sus alumnos.
Los innumerables contactos le permitieron un siguiente paso: la política gremial del CANG.
En las alturas del Colegio de Abogados
Para 2011 Cabrera era ampliamente conocido. Era esperado que grupos de abogados se le acercaran y lo impulsaran como figura política en su gremio. «Yo había participado ya en 2003, con algunos amigos y colegas», recuerda.
En esos años, la plataforma para su victoria era, como él, todavía muy joven. En una segunda vuelta fue arrasado por el actual magistrado de la CSJ, Gabriel Medrano, una elección recordada por dos cosas importantes: fue la última victoria para los abogados de los bufetes empresariales grandes (Los Notables) y la última en que no se abrieron mesas de votación en los departamentos.
Ocho años después fue su segundo intento. «Freddy era el candidato natural, toda la gente lo conocía», afirma un abogado de la agrupación que lo impulsó en esa ocasión, Justicia para el Cambio, apadrinada por el operador más importante hasta ahora en el mundo de la justicia estatal: Roberto López Villatoro. Esta relación fue el segundo hecho que catapultó su carrera.
Cabrera concuerda sobre su favorable posición: «Con decirle que casi ni tuve que hacer campaña».
Con su arribo a la política gremial vinieron los ataque en su contra: se achacó su relación con López Villatoro y con el oficialismo del momento, la UNE.
«Varios columnistas se pusieron de acuerdo para ir en contra mía. Este es un país donde los medios de comunicación no son informativos. Aquí lo que dan es la tendencia que tienen los propietarios. Usted ve la noticia y a la par tres columnistas diciendo lo mismo, ¿o no?», recuerda aireado Cabrera. ¿Y los vínculos con la UNE y López Villatoro? «Yo no sé si hubo apoyo, o no les quedaba de otra más que apoyarme», evade en un principio, y finaliza: «Lo que le puedo asegurar es que fui independiente y no me condicionaron».
Ya en el CANG, la Junta Directiva se partió en dos: él y Fanuel García, ex fiscal del MP, en contra de tres abogadas que, según Cabrera, respondían a López Villatoro. En su versión, las tres, lideradas por la tesorera Nidia Domínguez, intentaron tomar el control con reuniones sin convocarlo.
Pero esa es solo su opinión. Otros entrevistados dicen que el quiebre se debió a la corrupción del presidente del entonces CANG, y que Domínguez se negó.
En las tres visitas y dos llamadas a Domínguez, la actual magistrada de Apelación se negó a dar su versión. En las recientes elecciones para la Corte Suprema, Domínguez recibió el voto a regañadientes de Cabrera en la comisión de postulación.
Detrás de telones lo que hubo fue un quiebre entre el candidato (Fredy Cabrera) y el dueño de la agrupación (López Villatoro). «Hay un divorcio absoluto entre los dos. Ni él me dirige la palabra, ni yo a él», sentencia en definitivo Cabrera. Pese a que en estas elecciones se vieron obligados a sentarse en la misma mesa a negociar.
¿El Operador Estrella?
“Sin Fe, es imposible agradar a Dios”, da la bienvenida un letrero en la oficina de Cabrera. Es a Dios a quien Cabrera, creyente neopentecostal*, le concede las razones de su camino. «Si yo he tenido la oportunidad de estar donde he estado, es porque Dios me ha puesto allí», afirma al recordar su paso por España, la maestría en la Usac y su presidencia en el CANG.
Con la grabadora apagada y la plática más distendida, habla de las fotografías publicadas en elPeriódico, en que se mensajeaba con el subsecretario de la Presidencia mientras votaba. Su explicación fue la misma: si había estado en esa situación era porque Dios lo había puesto allí.
Haya o no sido Dios, la polémica lo siguió tras dejar el CANG una vez fue escogido para dirigir la Facultad de Derecho de la Universidad da Vinci, en diciembre 2013. Un decano de las cinco universidades cercanas al sector privado tradicional, dijo que desde entonces Cabrera se ha vuelto cercano al Partido Patriota, junto a Avidán Ortiz, su homólogo de la Usac. Gustavo Herrera y Juan de Dios Rodríguez son identificados por diputados, organizaciones de derechos humanos y observadores como los coordinadores de la estrategia del PP en las comisiones de postulación. El operador: Freddy Cabrera.
Él lo niega. «A mí siempre me vinculan con el partido oficial», dice como defensa. «Yo a Herrera lo conozco pero nada más. Además, para elegir a Fiscal General voté por Claudia Paz y Paz, porque la conozco y la respeto. ¿Usted cree que el PP quería que Paz y Paz quedara? Por supuesto que no. Esos mismos decanos que se dicen ser bañados con agua bendita, votaron en contra de ella». Se refiere a los de la Francisco Marroquín, la Mesoamericana, la Unis y la Universidad San Pablo. Y termina: «Ese voto me costó mucho con el oficialismo».
Quizás por eso quiso recuperar la amistad. Votó a favor de los magistrados Pineda Roca y Brenda Ordoñez, piezas clave del PP, y fue fotografiado varias veces mientras coordinaba votos en su celular. Él sigue negándolo.
Su trabajo, en todo caso, tuvo buenos resultados. El PP contaba con el apoyo de al menos 11 de los 34 comisionados. Con esos apoyos el oficialismo no lograba más de 8 candidatos a la Corte Suprema de Justicia. A Cabrera le otorgan el mérito de una tabla de gradación favorable que les permitió una inicial ventaja y una capacidad de consenso que le valió al menos 12 candidatos, más que cualquiera de las otras fuerzas que competían en la comisión de postulación.
Un comisionado que terminó alineándose al PP dice haber estado en reuniones donde Cabrera decía por qué votar por los cercanos al PP. En las comisiones se le vio congregar a los comisionados cuando los consensos no llegaban, y realizar llamadas entre estas pequeñas reuniones. «Freddy es un macho alfa, reacciona bien en las coyunturas, y tiene una buena capacidad para negociar. La gente lo escucha, y Freddy les cumple», concluye el comisionado.
Un litigante exitoso
Sentados en unas sillas cerca del parqueo de la universidad que dirige, con un rostro preocupado y midiendo sus palabras, Cyrano Ruiz, rector de la Universidad da Vinci (UdV), habla de los señalamientos a Cabrera. «Somos una universidad nueva y hay muchas críticas en nuestra contra. Eso no es bueno». Recuerda que lo acusaron de ser una “universidad de cartón” porque no ha graduado estudiantes. En su defensa, Ruiz menciona que la universidad donde él estudió, la Francisco Marroquín, comenzó en casas de profesores, lejos de los varios edificios que tiene la UdV en diferentes departamentos del país. Y se refiere a los más de 200 estudiantes que cursan licenciaturas y posgrados en su facultad de derecho.
«Una vez escogido para la comisión de postulación, Cabrera no estaba ya actuando como decano, le dimos espacio y libertad, con principios, para que se moviera. Fue poca la comunicación que tuvimos», sigue Ruiz.
Por separado, Cabrera contradice a Ruiz. «Con la da Vinci tuvimos una comunicación frecuente. Ahora estamos analizando hacer una propuesta de reforma para que los decanos ya no participemos, porque nos desgasta».
Ruiz coincide con el desgaste, y termina asignándole cierta responsabilidad. «Yo creo que si se repite el proceso Cabrera se inhibiría de participar. Creo que tiene ganas de retirarse».
Ruiz no es el único que ha quitado su apoyo a Freddy Cabrera en esta coyuntura. Su pastor, Eliú Castillo, de la iglesia El Calvario, a la que asiste desde hace más de una década, se negó a hablar con Nómada cuando supo que se trataba de una entrevista sobre él.
Los señalamientos han continuado. Se habla de sobornos a cambio de votos en las comisiones de postulación o para resolver casos. Tres fuentes distintas, que no presentaron pruebas, mencionaron la misma cantidad sobre diferentes casos: Q800,000.
Para Cabrera esto es parte de los ataques propios de su ascenso. «Lo que no les cabe en la cabeza es que por ser hijo de un taxista y no tener la sangre azul de un gran bufete pueda ir avanzando. Eso no existía antes, por los monopolios de esa gente. ”¿Por qué un tal Freddy Cabrera me va a quitar a mis clientes?”».
Como en otras ocasiones, eso es sólo una parte del problema. Cabrera cuenta con una amplia lista de clientes, que van desde la Superintendencia de Bancos, Banrural, Bantrab, Banco G&T, y la minera Montana. Según mencionaron varios abogados entrevistados, se debe a su capacidad de lograr acuerdos previos con los jueces.
Él lo admite, esa es parte de su estrategia. También le atribuyen la abultada cartera a las visitas que realiza a jueces, magistrados y fiscales, muchos conocidos suyos luego de años en el CANG y en la Usac, donde les da su versión del caso. Es una influencia sutil que no está penada por la ley. Cabrera no lo niega, sólo guarda silencio mientras balancea lentamente la cabeza de adelante para atrás.
Otra vez, Cabrera avecina preguntas incómodas y comienza a cambiar su postura. Su inmutable expresión regresa. Apago la grabadora, se acaba la entrevista y la situación nuevamente se relaja.
Publicado también en Nómada
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