El multidimensional embajador que rescató a Pérez Molina
5El gobierno de Moscoso lanzó una alerta a Guatemala en marzo 2002. Su gobierno pedía información de dos personajes clave: Julio Ligorría y Mauricio López Bonilla
El siguiente artículo fue publicado por primera vez en Nómada. El CMI tiene el permiso para publicarlo.
Hace cuatro años el gobierno de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti tenía estrategias claras. Y personajes claves para los puestos. A Julio Ligorría le correspondió la embajada de Guatemala en Estados Unidos desde el segundo año del gobierno. Él sería el enlace con Washington en un momento de tensión entre los dos países. Pero siempre ha sido más que un embajador. Antes de llegar al gobierno, fue negociador de multinacionales y consultor político acusado de conspirador. Y en la crisis actual del presidente, fue uno de los que le hablaba al oído.
Por Rodrigo Véliz
El conspirador
Tal vez solamente Alfonso Portillo comprende lo que está viviendo Otto Pérez Molina. Durante su gobierno, hace 15 años, los movimientos en su contra por parte de grupos de poder fueron una constante. Algunos actores se repiten, aunque con Portillo no hubo tregua.
Entre marzo y mayo de 2002 se dieron las presiones más fuertes contra Portillo. La Cámara de Comercio, a cargo de Jorge Briz, ahora presidente del Cacif, lideró un paro en su contra. A la Cámara se sumó la Corporación Multi Inversiones (de la familia Bosch-Gutiérrez), el resto de la élite empresarial, y la parte de los militares desplazada por la línea dura, dueños de las aduanas desde las dictaduras.
Los medios escritos hicieron lo suyo. Oscilaban entre la fiscalización periodística y la oposición política. El entonces medio más conservador, Siglo21, publicó el sonado caso de la “Conexión Panamá”. El caso fue central dentro de la polémica: detallaba la apertura de cuentas y depósitos de fondos públicos de parte de testaferros de Portillo y personajes clave de su gobierno en Panamá.
Molesto y certero, Portillo tomó la información que sus jefes de inteligencia le procesaron y señaló: “Fue una conspiración bien orquestada. La información que tengo es que quien organizó todo esto fue Julio Ligorría y Mauricio López Bonilla”.
Mauricio López Bonilla fue Ministro de Gobernación y mano derecha del presidente Otto Pérez Molina hasta mayo de este año, ya no tiene visa y es señalado de beneficiar al capo Jairo Orellana. Julio Ligorría fue uno de los estrategas de la campaña de Otto Pérez Molina y uno de sus principales recaudadores de financiamiento, según dos fuentes, un alto dirigente del Partido Patriota y un ex funcionario de gobierno. Desde mediados de 2013 es el embajador de Guatemala en Washington.
En su página oficial, Ligorría menciona su experiencia en resolver crisis políticas como uno de sus principales atributos. En América Latina, varios gobiernos lo han contratado. Por ejemplo, Álvaro Arzú en Guatemala, Perú para desprestigiar a Chile, o el ecuatoriano Alfredo Palacios para ayudarlo salir de una crisis, según WikiLeaks. Palacios estaba señalado por la oposición, y su salida, una Asamblea Nacional Constituyente, no pudo concretarse. Tras varias revueltas sociales, Palacios cayó.
Alfonso Portillo le reconoció a Ligorría el atributo de pensar estratégicamente en medio de crisis. Otra adversaria suya, Mireya Moscoso (de Panamá), también lo hizo. El gobierno de Moscoso lanzó una alerta a Guatemala en marzo 2002. Su gobierno pedía información de dos personajes clave: Julio Ligorría y Mauricio López Bonilla. Según la prensa panameña, Ligorría y López Bonilla, a través de su empresa Interimage Latinoamerica, fueron contratados por el grupo empresarial Consorcio de San Lorenzo para sortear la crisis del llamado Caso CEMIS, donde se pagó a diputados por aprobar un proyecto millonario.
Un actor entretelones de la crisis de OPM
Si Julio Ligorría tenía 30 años de experiencia para lidiar con crisis políticas, la CICIG y el Ministerio Público le brindaron la oportunidad perfecta para lucirse en el rescate a Pérez Molina después del escándalo del caso SAT. Ligorría fue traído desde Washington para discutir qué se debería hacer. Él se quita el mérito: “No creo que el presidente tenga una confianza selectiva en mi persona (…) Dentro del contexto de la crisis de las últimas semanas, yo he sido un protagonista, light, si lo quiere ver así, en el sentido que no he estado en el día a día en la formulación de propuestas”.
El embajador responde que estuvo en los primeros días de la crisis y que no ha llegado más de dos veces a la Casa Presidencial desde que el caso salió a la luz pública. En una extensa primera reunión, donde estuvieron presentes varios ministros, Ligorría tuvo la oportunidad de exponer con precisión su postura sobre la crisis.
Sus puntos eran pocos, solamente dos, pero para él contundentes. “Una crisis se maneja con transparencia, eso quiere decir que se afrontan los problemas con la verdad. Y se afrontan con mucha rapidez, en términos de comunicación (…) El tiempo es la esencia. La sociedad civil le requiere respuestas claras y precisas a los gobernantes. Y han salido bien los (gobernantes) que han sido coherentes y sustanciales”.
Pero las dudas principales eran sobre la renuncia de la vicepresidenta. ¿Debía renunciar Baldetti? Ligorría le contestó al presidente Pérez Molina. Pero dice que es todavía temprano para dar toda la información sobre lo discutido. En resumen: “Si un funcionario es señalado de algo, incluso si es por parte de CICIG y el MP, los funcionarios tienen que dar un paso al frente, no se les debe pedir que lo hagan. Se tienen que poner a disposición de las autoridades”.
Si bien pidió la renuncia de Baldetti, con Otto Pérez Molina hizo matices: “Él no está en investigación. Y siempre ha priorizado los temas del Estado frente a los personales. Eso se debe a su formación personal (como militar)”.
De hecho, esta semana, Ligorría consiguió la publicación de una columna suya en el diario español El País, el más leído en Iberoamérica, en la que pinta a Pérez Molina como un estadista al que simplemente le tocó estar a la cabeza del gobierno cuando explotó el sistema por la corrupción (no que fuera su responsabilidad) y que ha respondido a la altura de las circunstancias.
Sobre el tema durante la entrevista, Ligorría concluyó diciendo que no ha seguido la crisis, ya que su enfoque es en la Alianza para la Prosperidad, y el cabildeo para que sea aprobado en el Congreso y Senado norteamericanos.
Para este cabildeo, Ligorría movió hace un año la primera pieza.
El oscuro personaje contratado por Ligorría
Las relaciones políticas de Ligorría no empezaron ayer. Se necesita regresar unos años en la historia.
En 2002, Estados Unidos presionaba con fuerza al presidente Alfonso Portillo. El vicecanciller que dirigía la artillería era el cubano-americano Otto Reich. “Prácticamente desde el principio de su gobierno”, dijo Reich sobre el FRG en el Congreso, el gobierno se ha visto “salpicado por grandes escándalos de corrupción, que han deteriorado la seguridad pública y han debilitado la economía”.
Aquí es necesaria una regla de tres.
Portillo acusaba a Ligorría de conspirar. Y ahora Ligorría, como embajador, contrató a Otto Reich para cabildear a favor del gobierno de Otto Pérez Molina.
Según una fuente dentro de la Cancillería y otra en la embajada en Washington, desde el inicio del gobierno de Pérez Molina se presionó por una contratación “que se debía” desde la campaña. Esas dos fuentes confirman que durante el 2012 se realizaron presiones de parte del Ejecutivo para contratar a una persona que hiciera lobby.
Finalmente, el gobierno de Guatemala realizó una contratación a la firma Peck, Madigan, Jones & Stewart, Inc. El contrato, publicado en marzo de este año, tuvo un valor de US$ 113,500 (Q880,000). La firma funcionó como intermediaria, y subcontrató a Otto Reich por esa misma cantidad. Reich, un republicano furibundo, está contratado con impuestos guatemaltecos para hacer trabajo de lobby en Washington a favor del ejército y el gobierno guatemalteco.
Un ex embajador guatemalteco consultado afirmó que ese era un “grosero sobreprecio”. Ligorría se defendió con un tono enérgico en una entrevista virtual para este reportaje. “Se adjudicó la oferta más barata. Ellos (Peck Madigan) decidieron contratar a Reich. ¿Y se tuvo resultados? “Sí”, contestó rápido Ligorría, “Guatemala resucitó en Washington. Desde entonces hemos tenido muchas más visitas (a congresistas y senadores) por ese apoyo”.
Otto Reich es un viejo conocido en Centroamérica. Durante la Revolución Sandinista en Nicaragua en los 80 participó de un escándalo de tráfico de armas desde Irán. Esto después que el Senado prohibiera entre 1982 y 1984 que el gobierno diera dinero a los Contras, una guerrilla de derecha. Otto Reich esquivó la prohibición –así como en Guatemala se esquivó la prohibición de vender armas a la dictadura de Lucas y Ríos Montt por medio de ventas de traficantes surafricanos, yugoslavos, israelís y taiwanes–.
Una investigación del congreso estadounidense determinó que Reich llegó a dirigir la oficina de propaganda estadounidense para América Latina por presiones de la Agencia Nacional de Seguridad (la contraparte de la CIA). Otra investigación gubernamental de 1987 detalla que Reich realizó contrataciones sin concurso a una red de oficiales de la CIA con experiencia en operaciones encubiertas, psicológicas y de inteligencia militar destinada a influir en políticos y opinión pública para apoyar la guerra de los Contras en Nicaragua.
Según la revista Executive Ingelligence Review de marzo de 1987, justo cuando el escándalo Contra comenzaba a ser público, se formó un aglomerado de empresarios latinoamericanos llamado Grupo Chapultec. Entre ellos estaba Julio Ligorría. Algunos socios de Ligorría en el Grupo Chapultepeq fueron los nicaragüenses Jaime Bengoechea y Jaime Morales Carazo, también recibieron financiamiento de la operación Irán/Contras, como evidencian documentos desclasificados.
El negociador que niega a su exaliado López Bonilla
Además de la carrera de asesoría política, Ligorría tiene una especializada en negocios. Ligorría fue a finales de los setenta gerente de la Asociación de Gerentes de Guatemala, y luego formó la Cámara de la Libre Empresa, con el apoyo del entonces empresario emergente, Dioniso Gutiérrez.
De clase media alta, formado en el Liceo Javier –entonces el colegio de la élite económica–, Ligorría creció con todos los contactos necesarios para una carrera empresarial de talla. Pero en varios de esos negocios ha habido críticas. Las críticas se circunscriben a un punto: el uso de vínculos políticos y estatales para lograr réditos personales.
El más reciente es el caso del Corredor Interoceánico, tan promovido por el actual gobierno, que luego desembocó en una enorme farsa. El proyecto lo lleva la empresa Odepal, a cargo del militar retirado Guillermo Catalán. Según la versión que contó Catalán para este reportaje, Julio Ligorría le presentó en El Salvador a Óscar Reyes. Reyes está ahora en la cárcel, señalado de estafar a Odepal y al Gobierno de Guatemala. Y en su declaración ante un juez, Reyes dijo que Ligorría fue el que le presentó todo el proyecto.
Ligorría buscó matizar. “Yo los presenté, pero a sugerencia de Samuel Quiroz, un empresario reconocido de El Salvador, que también fue mi cliente con el grupo Q (…) Nunca más lo volví a ver (a Reyes)”.
Ligorría afirma que Catalán lo invitó para hacer una evaluación del proyecto, pero nada más allá de eso. Cuestionado sobre su papel como lobbista del Corredor, al publicar artículos en Prensa Libre e invitar a cafés a periodistas para convencerlos de la importancia del proyecto, Ligorría contestó que no fue un lobbista sino que lo hacía “por convencimiento propio”.
Catalán, al contrario, afirma que Ligorría fue parte de un complot para quitarle el control del Corredor, junto con los abogados Rivera, cercanos al grupo empresarial Magdalena, de la familia Leal Pivaral –la misma del exsecretario de asuntos específicos de Pérez Molina, Mario Leal Castillo, ahora vicepresidenciable de la UNE–.
Un caso poco sonado fue el de Prosersa Security Services. Luego de años de dar servicio de rayos X en el aeropuerto La Aurora, fue señalado de corrupción en 2011, cuando no se le renovó el contrato. Según el Registro Mercantil de Panamá, la empresa fue fundada por Julio Ligorría y Carlos Fabián. Una investigación de elPeriódico, del 31 de mayo de 2004, consigna que Fabián estuvo involucrado en un negocio de venta de repuestos a la Fuerza Aérea Guatemalteca, que ocasionó “millonarias pérdidas a la institución”. Fabián fue socio de Mauricio López Bonilla en la empresa McMillan Comunciaciones. López Bonilla y Ligorría trabajaron juntos por años.
Sobre su relación con López Bonilla, hoy señalado por beneficiar a un capo, y los recurrentes señalamientos conjuntos en su contra, el embajador en Washington marcó un distancia: “Mauricio López trabajó conmigo. Nunca fue mi socio. Él fue un excelente consultor asociado en mi empresa (Interimage), hasta el año 2003 (…) No lo volví a ver hasta el 2009”.
Hasta 2010, según el Registro Mercantil, López Bonilla era el vicepresidente de Interimage, y su presidente era Julio Ligorría. Pero Ligorría no parece querer saber nada de su exaliado. “Al final del día, todos los actos que se le imputen o se especule sobre él, son responsabilidad exclusiva de él”.
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¡Felicitaciones CMI! Siempre puntuales, informados, sacando máscaras. Siento pena que no TODO el pueblo guatemalteco lea sus publicaciones. ¡Muchas gracias!
Todo lo tienen bien calculado los Politicos,todo a espaldas del pueblo,Bayron Lima tiene razon con respecto a Lopez Bonilla.gracias CMI
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Segun el SR Julio ligorria,su historia es muy autentica,le podriamos llamar el gran enbustero.y ud conoce mejor su historia.