Cuatro testigos protegidos narran historias desgarradoras de tortura en el Juicio Molina Theissen
0En la sexta sesión del juicio Molina theissen, llevado acabo el lunes 19 de marzo, el Ministerio Público llamó a cuatro testigos protegidos a dar su declaración. Los individuos, identificados como testigos B, C, D y E, dieron su declaración vía videoconferencia desde el Ministerio Público en la Ciudad de Guatemala. Estas medidas de protección fueron tomadas por el grave riesgo de seguridad que enfrentan al declarar dentro del caso.
Por Jo-Marie Burt y Paulo Estrada
Los testigos incluyen a una mujer que cuidó a Emma Molina Theissen en los días posteriores a que escapara de la detención militar, quien habló del estado físico y emocional en que la encontró. Otra persona declaró sobre la desaparición forzada de su padre —de la que fue testigo— y de sus dos hermanos. El tercer testigo describió la tortura que sufrió durante detención militar. El cuarto y último testigo del día fue oficial de inteligencia militar durante 1981 y 1983 quien declaró sobre los métodos de tortura que usaban para sacar información a los detenidos.
El acusado Benedicto Lucas García, ex jefe del Estado Mayor del Ejército, estuvo presente en la audiencia del lunes después de haberse ausentado de las audiencias de la semana pasada. El tercer testigo declaró que Lucas García habló con él mientras estaba detenido, y pudo identificarlo durante dicha audiencia.
Lucas García, junto a otros oficiales de alto rango retirados, enfrenta cargos de crímenes contra los deberes de humanidad, violación sexual agravada contra Emma Molina Theissen. Lucas García y dos otros oficiales enfrentan además cargos por la desaparición forzada de Marco Antonio, el hermano de Emma. Lucas García también enfrenta acusación por desapariciones forzadas en el caso CREOMPAZ.
La audiencia programada para el martes 20 de marzo fue suspendida porque los acusados no pudieron ser trasladados a la sala del Tribunal por una alarma de riesgo. La proxíma sesión está programada para el lunes 26 de marzo de 2018.
Testigo B: “Emma sufrirá el resto de su vida por la tortura que sufrió”
La testigo protegida B testificó que Emma Molina Theissen estuvo bajo su cuidado y responsabilidad durante los 10 días posteriores a su escape de la Zona Militar No. 17 (ZM17) el 5 de octubre de 1981. La testigo declaró sobre la condición física y emocional de Emma en los días posteriores a su escape, así como el tratamiento médico y psicológico que recibió.
La testigo afirmó que Emma estaba en una condición muy frágil: pálida, delgada, ojeras e inflamación en sus ojos, a duras penas podía caminar. No podía hablar, solamente hacer sonidos. Emma sufría de mucho dolor, presentaba infecciones e inflamación en su pelvis. Aunque contaba con una habitación y cama para ella, dormía en el suelo en una esquina, como un “animal herido”. El psiquiatra que la examinó concluyó que sufría un estado psicótico, por lo que le prescribió medicación para ayudarla a superar esa condición.
Emma solo bebía agua, rechazaba la comida durante los primeros tres días que estuvo al cuidado de la testigo B. Sin embargo, el cuarto día, Emma comenzó a comer, y la testigo dijo que ella había notado un cambio en su temperamento. El psiquiatra que trataba a Emma confirmó que había superado el estado psicótico, pero dijo que Emma sufriría el resto de su vida debido a la tortura a la que había sobrevivido.
Jorge Lucas Cerna, hijo y defensor de Benedicto Lucas García, preguntó a la testigo cómo es que conocía a Emma Molina Theissen. La testigo dijo que había conocido a Emma en octubre de 1981. Lucas Cerna insistió en conocer el nombre del psiquiatra que trató a Emma en ese momento. La testigo contestó que esa persona había muerto pero que había dejado una familia y por razones de seguridad para con ellos no se sentía cómoda de revelar su nombre.
Testigo C: Tres de mis familiares fueron desaparecidos en septiembre de 1981
La testigo C declaró que su hermano y hermana eran activistas estudiantiles que participaban en organizaciones religiosas y comunitarias. El 19 de septiembre de 1981, su hermano fue secuestrado después de salir del barrio “El Limón” en la Ciudad de Guatemala. Esa tarde, sus secuestradores lo obligaron a llamar a su familia y pedirles reunirse con él en el Centro de la Ciudad. Su hermana cumplió las instrucciones y también fue secuestrada. Ella tenía varios meses de embarazo.
Unos días después, el 22 de septiembre de 1981, la testigo junto a padre y su hermano menor buscaban a sus hermanos por el Centro de la Ciudad de Guatemala cuando fueron interceptados por varios hombres que lograron llevarse al padre. Ella junto a su hermano lograron escapar.
La testigo declaró que tuvo información de un sacerdote cercano a la familia que su padre y hermanos estaban vivos. En ese momento, dijo ella, su hermana ya tenía 7 meses de embarazo. La testigo dijo que ella junto a su familia buscaron a sus familiares desaparecidos y llevaron su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sin resultado. Ella no los ha vuelto a ver desde entonces.
La testigo dijo que huyó de Guatemala con la ayuda de unos sacerdotes jesuitas. Ellos le contaron que el sacerdote Luis Eduardo Pellecer Faena, quien era miembro del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y había sido capturado, llevado al Hospital Militar, y obligado a dar una conferencia de prensa exhortando a sus camaradas a poner fin a la lucha. También le dijeron que el dentista que atendió a Pellecer antes de la conferencia de prensa, así como el sacerdote del hospital, fueron asesinados para borrar cualquier evidencia de la presencia de Pellecer en el Hospital Militar.
Esa información es relevante para el actual caso ya que los militares presuntamente planeaban forzar a Emma Molina Theissen a realizar una conferencia de prensa televisada en la que pidiera a sus camaradas parar su lucha.
Testigo D: Yo fui secuestrado y torturado; Benedicto Lucas García habló conmigo mientras me encontraba en custodia militar
El testigo protegido D le dijo al Tribunal que el 4 de julio de 1981, fue secuestrado por policias vestidos de civil, y fue llevado a la estación de la Policía Nacional en Quetzaltenango. Él fue interrogado y torturado por sus actividades políticas.
Al día siguiente fue llevado a la ZM17 en Quetzaltenango -la misma base en la que Emma Molina Theissen estaba retenida, torturada y violada- donde él sufrió más tortura. Le cubrían la cabeza con un saco lleno de insecticida, que le causaba sofocamiento. El testigo afirmó que las sesiones de tortura eran realizadas por dos militares, uno de grado bajo y un alto mando.
Después fue trasladado en fue subido a una panel blanca hacia Huehuetenango. Allí, durante 10 días, le fue negada la comida y el agua, y no le permitieron dormir. Era además torturado con choques eléctricos en distintas partes de su cuerpo, también le administraban drogas para que les diera información sobre sus presuntos camaradas.
El testigo declaró que después de eso fue trasladado a la Ciudad de Guatemala en avión, después a Santa Cruz del Quiché. En septiembre, fue devuelto a la ZM17 en helicóptero. Allí estuvo cautivo junto a otros prisioneros. El 22 de octubre fue obligado a participar en una conferencia de prensa diciendo que se había entregado voluntariamente al Ejército, lo amenazaron diciendo que bombardearían las comunidades donde él trabajaba si no cumplía lo indicado.
El testigo declaró que se encontraba junto a su hijo y sobrino cuando fue secuestrado, desde entonces no tiene conocimiento qué fue de su paradero.
Respondiendo a una pregunta hecha por el Fiscal del Ministerio Público Erick de León sobre los individuos que lo interrogaban, dijo que llamaban “coronel” a la persona que dirigía el interrogatorio. El testigo mostró cicatrices de su cuerpo a consecuencia de la tortura que soportó durante su detención. El testigo dijo que estaba bajo control y custodia de la Sección Segundo de Inteligencia Militar (G2) y oficiales del Estado Mayor del Ejército.
El testigo también dijo que mientras permanecía detenido en una fuerza de tarea en Chimaltenango, se sorprendió de ver a tantas mujeres, niños y niñas capturados por el Ejército. Fue ahí, dijo, que vio a Lucas García, quien lo felicitó por colaborar con el Ejército. De León preguntó al testigo si podía identificar a Lucas García de entre los acusados. En ese momento, Lucas García se puso de pie de la silla en la que permanece dentro de la carceleta, viendo al testigo. Su abogado le recomendó que se abstuviera de hablar y se sentara. Entonces el testigo confirmó que era Lucas García la persona que lo había abordado y lo había felicitado mientras permanecía en detención militar.
El testigo declaró que logró escapar de la Base Militar “Justo Rufino Barrios” en la Ciudad de Guatemala, el 26 de noviembre de 1981. Tuvo que esconderse para no ser recapturado.
Él testigo dijo al Tribunal que mientras estaba en detención militar recibió entrenamiento durante los 20 días anteriores a que fuera obligado a participar en la conferencia de prensa, que fue transmitida por el canal militar de televisión. También dijo que el equipo que lo entrenó incluía psicólogos que obedecían a las órdenes militares de inteligencia.
De León también pidió al testigo ver varias imágenes para determinar si en ellas reconocía la ZM17. En ese momento, Benedicto Lucas García dijo desde la carceleta que el testigo estaba recordando mal los hechos ya que él había pedido que transfirieran al testigo del aeropuerto a Chimaltenango. Lucas Cerna cuestionó la memoria del testigo y su habilidad de recordar los hechos.
Testigo E: Les cortábamos una oreja o un dedo para que “cantaran”
El testigo protegido E confirmó conocer a los acusados, eran sus superiores dentro del Ejército, entre el 1 de abril de 1981 y 31 de julio de 1983. El testigo era miembro de la Inteligencia Militar, según dijo, estudió en las instalaciones de la Fuerza Aérea dentro del Grupo Táctico. Fue entrenado para encontrar personas y lugares. Fue entrenado en métodos para sacar información de los prisioneros, por ejemplo, a sumergirlos en un tonel de agua, poner sacos con insecticidas en sus cabezas, y a aplicar torniquetes en el cuello con un palo.
El testigo narró que los soldados y oficiales recibieron instrucciones sobre el tratamiento adecuado para las mujeres prisioneras, pero nadie seguía esas instrucciones. Habitualmente, dijo, nosotros interrogábamos a las mujeres para obtener información; luego los oficiales de mayor rango o especialidad las violaban y les disparaban. Señaló que los oficiales de inteligencia (S2), que usualmente vestían de civil y conducían vehículos sin marcas, trabajaban veinticuatro horas.
El testigo E declaró que durante el tiempo que perteneció al Ejército, la inteligencia militar asesinó alrededor de 750 personas, incluyendo a hombres, mujeres, niños y niñas y ancianos. Usaban distintos métodos de extracción de información de los prisioneros, que incluían cortar una oreja o un dedo, también arrancarles las uñas de los pies ,v“para que soltaran la sopa”.
El testigo afirmó que las comunidades que vivían cerca de la hidroeléctrica y presa Chixoy y fueron asesinadas por el Ejército, que no fue la guerrilla sino civiles no armadas. (Se estima que unas 400 personas fueron asesinadas en Alta Verapaz en una serie de masacres, que incluyen la masacre del Río Negro, en 1982. En 2012, cinco soldados fueron sentenciados por la masacre de Río Negro. En 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado de Guatemala como el responsable del crimen).
El testigo también testificó haber visto a Benedicto Lucas García momentos después de la masacre de la comunidad de Canillá, en Quiché. El defensor de Lucas García, Lucas Cerna, preguntó sobre Canillá para intentar demostrar que el testigo no tenía conocimiento directo de los hechos. El testigo afirmó que las víctimas fueron degolladas y baleadas. Este finalizo afirmando que la gente que fue bombardeada por el ejército no eran guerrilleros, sino mas bien, personas que huían de los soldados.
El testigo afirmó que estaba bajo el mando del Mayor Luis Felipe Miranda Trejo, quien actualmente se encuentra prófugo en el caso CREOMPAZ. También señaló que los oficiales y demás personal de inteligencia tenían tenían pase libre; no se identificaban, solo se reportaban al Oficial S2 de la zona donde operaban.
Todos los que eran detenidos eran torturados, dijo al Tribunal. En las bases militares donde permanecían detenidos, dijo, siempre se escuchaban a hombres y mujeres gritar, todo el día y toda la noche.
La siguiente audiencia está programada para el lunes 26 de marzo de 2018.
Jo-Marie Burt es profesora asociada de Ciencias Políticas y Estudios Latinoamericanos de la Universidad George Mason. Es también asesora principal de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA) Paulo Estrada es activista por los derechos humanos, estudiante de arqueología en la Universidad de San Carlos de Guatemala y querellante en el caso Diario Militar. Este artículo fue publicado por primera vez en el IJM y traducido por Evelyn Recinos Contreras.