Breves notas sentipensantes sobre mi experiencia en Colombia
0Eso es un reto para trabajar en Centroamérica, darle a nuestro trabajo una orientación pedagógica y política para que el Hip Hop trascienda los eventos y nos convierta en comunidad entre comunidades.
Por primera vez salí del área mesoamericana a compartir mi propuesta musical y política hacia el sur. Todo fue gracias a la invitación del Festival Tejiendo Sueños, organizado por las hermanas de Soyla Crew, en Cali, Colombia, del 2 al 4 de mayo de 2015. Esto me abrió la posibilidad de plantearme visitar otros lugares y ampliar mi tiempo en aquellas tierras para conocer una de las escenas Hip Hop más representativas en el mundo.
por Rebeca Lane
Cuando llegué a la Casa Cultural Beat, donde estuve hospedada en Cali, me sorprendí por encontrar un espacio autogestionado por Profeta de IGZ y Grillo de Feminal Crew. Es un espacio para educarse y practicar el breaking, sobre todo para las mujeres. También tienen taller de serigrafía y estudio de grabación. Fue mi entrada para empezar a comprender un movimiento cultural tan amplio. Con una serie de casas culturales y proyectos comunitarios de educación, el Hip Hop ha encontrado una base social que respalda al movimiento.
La experiencia en Tejiendo Sueños fue muy enriquecedora. Reunió a varias mujeres de Cali, Bogotá, Popayan, Medellín y Pasto. Cada una con muchos años de experiencia en el movimiento a pesar de su corta edad. Compartimos espacios de foros, conversatorios, convivencia y cotidianidad. Esos espacios cotidianos, de ocuparnos unas de las otras, de contarnos nuestras vidas y milagros, fueron geniales. Esto es lo que más me gusta de los encuentros donde convergemos personas diversas. Hacer nuevas amigas.
También tuvimos un genial taller facilitado por Shhorai, rapera y microbióloga, donde nos explicó la relación de los ciclos lunares con nuestro ciclo menstrual. Esto motivó muchas reflexiones que nos llevaron a la construcción de una hermosa canción que unió la fuerza de varias mujeres (pronto saldrá y hasta con video). Dentro de la misma Casa Beat facilité un taller sobre tejido de historias, relacionándolo con la construcción de género que de seguro nos hizo repensar sobre ciertas categorías que usualmente tenemos como estáticas y permanentes.
Luego agarré camino para Bogotá. Allá me recibieron las compañeras de Revolución Melódica y la Mesa de Género de Ciudad Bolívar, en un evento polifónico, en el que empezamos con un taller-charla sobre el trabajo de las mujeres en el Hip Hop, y luego un concierto con las mujeres participantes (también participaron compañeros en ambos espacios, pero el evento estaba pensado para visibilizar el trabajo de nosotras).
A pesar de una fuerte gripe que me puso el ánimo en remojo, pude conocer a la familia de Wedmy que me recibió en su hogar como si fuera otra hija más, y luego con Ani y Sandra, que me recibieron con complicidad. La gripe misma fue parte de todo el complejo proceso que es transitar nómada. Cuestionarme los afectos y los efectos que significa vivir con la casa a cuestas, cuestionarme los vínculos, los amores, las permanencias.
También ver desde la distancia a mi país en uno de los levantamientos más importantes desde hace muchísimos años. Lloré de emoción y de nostalgia con el corazón en piel de lucha, pero desde lejos.
En Bogotá pude facilitar tres espacios de convivencia para dar a conocer el Hip Hop en Centroamérica, sobre todo lo que las mujeres estamos activando. Esto fue en la Mesa de Juventud en Ciudad Bolívar, en un semillero de género en Colegio La Toscana Lisboa, y en un taller-concierto organizado por La Nueva Granada, junto a mis hermanas Sandra Reyes y Nous Mc. Todos estos espacios me permitieron compartir parte de nuestra historia centroamericana y cómo el Hip Hop en la última década ha sumado a una buena parte jóvenes en otras formas de vivir y transformarse. También hablar sobre el papel que las mujeres hemos tenido dentro de la cultura llegando a hacer incluso dos o tres festivales de Hip Hop en un solo año.
Me llenó de mucha satisfacción saber que nuestra experiencia inspiró a las compañeras en Colombia, dentro y fuera de la cultura, a animarse a seguir en el camino con el que sueñan, y a pensar que las mujeres sí podemos trabajar juntas, no sólo alrededor de lo artístico. Este compartir me ayudó a darme cuenta que en realidad nosotras nos hemos ayudado unas a otras a empoderarnos colectivamente a partir de nuestro empoderamiento individual. Que todos los espacios que hemos compartido nos han ayudado a elevar nuestra autoestima y comprender otras formas de ser y estar “mujer” en la vida.
Para finalizar y tan solo por tres días tuve una experiencia maravillosa en Popayán con las compañeras de Warmikuna, las mujeres organizadas de Mashikuna, un colectivo de Hip Hop de la localidad. Intensos días para conocer y experimentar otras formas de ser parte de la cultura. Facilité un taller sobre empoderamiento y sanación colectiva de las mujeres a través del Hip Hop, un conversatorio sobre equidad de género en el Hip Hop, y mi participación en el Warmikuna Fest, rapeando y siendo parte del jurado de batallas de freestyle. Definitivamente en Popayán están construyendo un proyecto donde las mujeres son parte activa de la cultura, y los compañeros están aprendiendo mucho y creciendo junto a ellas.
Me encuentro en casa descansando pues fueron días muy intensos que requirieron la entrega total de mi energía. Ha sido un viaje transformador en muchos sentidos, tanto de mi experiencia de vida como mi conocimiento sobre la cultura. En cada cypher (los talleres y converstarios los hicimos en forma circular para que la energía fluyera en espiral) aprendí muchísimo, tanto escuchando como hablando. Las palabras se van organizando mientras salen, y eso me ayudó a ordenar mis pensamientos sobre nuestro trabajo.
También me ayudó a comprender que mi trabajo como Maestra de Ceremonias es tan importante sobre la tarima como debajo de ella. Que la música nos ayuda a generar conciencia, pero que la transformación del Hip Hop se encuentra en los espacios de intercambios de conocimientos. Eso es un reto para trabajar en Centroamérica, darle a nuestro trabajo una orientación pedagógica y política para que el Hip Hop trascienda los eventos y nos convierta en comunidad entre comunidades.
Agradezco profundamente a todas las personas que me ofrecieron su techo, comida, remedios y amor. Y agradezco a la Pachamama por abrirme los caminos y permitirme conocer tantos espíritus que me encaminan. Hoy recordé que cuando era niña quise ser misionera, porque me encantaba eso de ir por la vida compartiendo y entregándome (pero la religión realmente nunca fue lo mío). Pero hoy me siento misionera del Hip Hop y viajo con el arma mágica del feminismo.
Me entrego al camino luchando contra el ego de ser rapstar para ser misionera y siempre recibo mucho más de lo que doy.
Por esto, y todo lo que no puede ponerse en palabras, muy agradecida,
Rebeca