Octava Legislatura: un comienzo engañoso
0Por Amilcar Pop Ac,
Jefe de Bancada,
Movimiento Político Winaq.
Sin duda la coyuntura nacional reclama al Estado, y particularmente al Congreso de la República, el desarrollo de una agenda capaz de indicar que la demanda ciudadana es escuchada y que la voluntad popular expresada en las urnas exige respuestas a los más ingentes problemas del país.
El inicio de la Octava Legislatura se marcó por un dinamismo que no alcanzó a observarse en la legislatura recién pasada y que cuyo estatismo abonó a la crisis de credibilidad por la que este Organismo aún atraviesa. La mayoría de bancadas se vieron forzadas a coincidir en temas y acciones que permitieran tomar respiro delante de una ciudadanía cada vez más demandante de cambios.
Parecía una buena señal retomar una agenda relegada: Reforma a la Ley Orgánica del Congreso, Reforma a Ley del Ministerio Público, Reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos¸ y a insistencia nuestra: Ley del Sistema Nacional de Desarrollo Rural Integral; Ley de Medios de Comunicación Comunitaria, Ley Nacional de la Juventud, entre otras. Por la presión general sobre temas sensibles y que tienen que ver con la lucha contra la corrupción, el tráfico de influencias y la impunidad, con aparente facilidad, las dos primeras leyes fueron objeto de las reformas esperadas y, sin duda alguna, abonarán a un mejor desempeño del Congreso y al fortalecimiento del Ministerio Público. Fueron también nuestra apuesta.
Una primera frustración, fue que la aparente voluntad política expresada por la mayoría de bancadas, entre ellas y fundamentalmente las mayoritarias, en la definición de la agenda del primer período de sesiones, se devela. Luego de ser aprobadas en primera y segunda lectura las iniciativas: Ley del Sistema Nacional de Desarrollo Rural Integral, Ley de Medios de Comunicación Comunitaria y Ley Nacional de la Juventud con evidentes maniobras fueron enviadas a comisiones específicas con el claro propósito, no solo de retardar su aprobación sino de enmarañar su contenido. No está demás decir que tanto la Ley de Desarrollo Rural Integral y la Ley de Radios comunitarias han sido objeto de amplios debates (10 años) y lo alcanzado al día de hoy se suponía era suficiente para su aprobación. Hoy se presenta cuesta arriba recuperar el espíritu y contenido de estas iniciativas y aún más difícil, el espíritu y sentido de la Iniciativa de Ley Nacional la Juventud, la que dicho sea de paso sufre los embates de los sectores más conservadores de este país.
La frustración mayor, sin embargo, tiene que ver con las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Lo avanzado hasta ahora está caracterizado por ser una reforma realmente de fachada, superficial y engañosa. La demanda ciudadana de reforma política y de democratización de la participación se ha vuelto a estrellar contra un poder político, ultraconservador, perverso, de doble moral, misógino y racista. Ya sin ningún recato ni pudor, por ejemplo, la mayoría de los diputados, en la fase actual, votaron en contra de la reforma al artículo 212 relativa a la postulación a cargos a elección popular de mujeres indígenas y ladinas o mestizas y hombres indígenas, ladinos o mestizos de forma igualitaria y alterna.
Tanto el Movimiento Político Winaq como las otras expresiones de la izquierda guatemalteca representadas en el Congreso no solamente promovimos la inclusión, en la agenda de inicio de la Octava Legislatura, las leyes mencionadas sino hemos defendido decididamente su espíritu y contenido lo cual no ha sido suficiente para detener la agenda oculta de los poderes establecidos en el parlamento, poderes a los que hay que seguir evidenciando y a lo cual debe seguir contribuyendo la ciudadanía organizada.