Que se liberen los senos y que fluya la sangre menstrual sin censura
1Colectiva Guatemala Menstruante
Una de las funciones de la ropa ha sido, y sigue siendo, evidenciar las diferencias entre el sexo masculino y femenino. Quizá por eso da tanto miedo la desnudez.
La sexualidad es producto de la historia, responde a procesos políticos y culturales que definen el comportamiento humano. Hemos sido formadxs dentro de un sistema heteronormativo y patriarcal que construye nuestra vivencia de la sexualidad y moldea nuestro comportamiento. Los cuerpos se clasifican dicotómicamente, sexuándoles como femeninos o masculinos, dejando de lado posibles matices en la vivencia real de la sexualidad como ejercicio de placer, que trasciende clasificaciones binomiales y que debe vivirse desde las convicciones personales.
Nuestra lucha, como colectiva, consiste en conceptualizar los elementos de nuestro cuerpo desde el orgullo. Retomarlo como primer territorio de lucha. Para eso, es necesario conocerlo, explorarlo y decidir libremente sobre el mismo. Hablarlo. Re significar el simbolismo que se le ha atribuido a nuestra corporeidad, dejando de lado el carácter de objetos sexuales y reproductivos que se nos ha impuesto. Consensuamos utilizar el arte como medio de difusión.
El 02 de diciembre de 2014 decidimos compartir estas reflexiones a través de fotografías tomadas por nuestro aliado y fotógrafo, J Pablo Pinto. En la mañana de ese día, compartí en mi perfil personal de la red social Facebook una fotografía de mis senos desnudos y mi dedo con sangre menstrual. Sangre que utilizamos para pintar, para abonar nuestras plantas y reconectarnos con nosotras mismas. La imagen tenía una descripción lírica, haciendo referencia al proceso que hemos llevado como mujeres hermanas para re simbolizar nuestra menstruación. Luego, esta misma fotografía y mensaje fueron publicados desde la página oficial de nuestra colectiva, Guatemala Menstruante. La compartimos para intentar extender el sentimiento de orgullo que nace tras comprender que podemos, a través de nuestra sangre y cuerpos, entendernos de una manera más íntima y reflexionada. Entender que somos libres por derecho propio y no emancipadas, y que esa libertad comienza con el autoconocimiento y aceptación.
En cuestión de tres horas, la publicación había sido reportada por contactos personales y seguidorxs de nuestra página en Facebook. Luego de ser “revisada” por el equipo de esta red social, decidieron censurarla y removerla sin nuestro consentimiento. Según el mensaje que nos fue enviado, la imagen violaba los estándares de dicha comunidad en línea, quienes tienen una política estricta en contra de compartir contenido pornográfico o explícitamente sexual. Se volvió a publicar la fotografía criticando la primera censura, y una vez más fue borrada de nuestras páginas. A tres compañeras se nos bloquearon nuestros perfiles personales, no pudimos acceder a ellos por 24horas. Una vez reactivados, se nos prohibió comentar o publicar por otras 24horas. Fue nuestro castigo virtual por compartir imágenes “sexuales”.
Cuando el personal administrativo de Facebook analiza la fotografía publicada y decide removerla, se está reproduciendo la carga de erotización que recae sobre los elementos de los cuerpos sexuados como femeninos. ¿Por qué mis senos al descubierto, siendo mujer, deben ser motivo de evocaciones eróticas cuando los pezones masculinos se publican en playas libremente? Es una clara evidencia de la diferenciación en cuanto a carga simbólica atribuida a la corporalidad. Necesitamos comprender el hecho desde la forma en la que se ha construido la corporeidad “femenina”, objetivizada, erotizada y sin ser percibida desde la naturalidad de la existencia material: el cuerpo.
Esta acción virtual tuvo consecuencias más allá de la web. El día martes 09 de diciembre fui citada a la institución en la que trabajaba. La dueña quería hablarme. A medio día arribé, nerviosa, a aquel prestigioso colegio en el que durante todo el 2014 intenté enseñar Ciencias Sociales a jóvenes adolescentes. En nuestra corta reunión (20 minutos, máximo) me informó que habían decidido no renovarme el contrato. No por mi desempeño laboral, que ya había sido evaluado satisfactoriamente en noviembre, sino por exponer mi cuerpo públicamente. Me comentó que los padres y madres de familia llamaron indignadxs a la institución para solicitar mi despido. Me dijo “Tú sabes que somos bien cerrados aquí en el Colegio (…) Como maestra eres una guía, modelo, y no puedes hacer esas cosas públicamente”. Comparó mi fotografía con algo “vergonzoso y desprestigiante” como bailar ebria sobre una mesa. Intenté explicar el objetivo de la campaña (censurada), y pedí que cuando compartiera mi despido con el resto de compañerxs, tratara de hacerles llegar esa intención. Indigna que la desnudez se interprete como invitación sexual, como despertar de deseo y se haga de menos su sentido mucho más profundo de transformación y posibilidades de autoconocimiento.
Creemos firmemente que los senos desnudos no son ofensivos, sino naturalizan la corporeidad trascendiendo la categoría de objeto sexual que suele atribuírsele. La sangre menstrual nos permite reconectarnos con nuestros cuerpos que son poesía pura, una herramienta de acción que da paso a un posicionamiento político, y por tanto, motivo de valor. Si bien es cierto que el cuerpo es siempre una encarnación de posibilidades a la vez condicionadas y circunscritas por la convención histórica, existen medios de representaciones subversivas del mismo que invitan a cuestionar su(s) significado(s); esa es hoy la invitación.
Que la censura despierte reflexión.
Aplaudo el movimiento y su mensaje incluido que va más allá de los conceptos ortodoxos bajo los cuales se pretende normar toda una cultura antinatural básica de la vida humana. Quiero comentar que la desnudez en el mundo asiático, particularmente Japón no necesariamente es vista como un concepto erótico asociado. Los baños termales tradicionales y comunitarios desde la antigüedad llamados «sento» formaron toda una cultura que encuentra lo más normal en la desnudez del cuerpo humano. De ahí evolucionó toda la cultura en torno a los baños termales en la actualidad, objeto de toda una floreciente industria turística interna con sus beneficios saludables asociados.