Porque los mataron
0Kajkoj Máximo Ba Tiul
“Hasta que no se haga andar al indio, no comenzará a andar bien la América”, decía José Marti, al hablar sobre los pueblos indígenas de América Latina. El espíritu de los pueblos indígenas, está relacionado con la Sagrada Tierra. “La tierra, el agua, el aire[1], los bosques y los animales son lugar de la comunidad”[2]. La comunidad es su forma de organización social, pero este se nutre de la organización familiar. La comunidad y la familia, es donde se aprenden y se aprehenden los conocimientos, los consejos, los valores y los principios, que ayudan a que los pueblos defiendan su dignidad, porque eso es, defender la vida, es defender la dignidad.
Por eso cada persona, cada familia, utiliza la tierra que necesita anualmente, la defiende y la respeta. Utiliza, no más de lo que quiere para que su familia y su comunidad tengan vida. Este valor de los pueblos originarios, fue entendido muy bien por quienes llegaron a invadirlo. Desde los españoles hasta los últimos explotadores que están llegando. Como dice canción “Maldición de Malinche” de Gabino Palomares; “hoy en pleno siglo XX nos siguen llegando rubios y les abrimos la casa y los llamamos amigos”.
Así nos llegaron españoles, belgas, alemanes, ingleses, italianos y todas las culturas, a querer cambiarnos el casett, como era la consigna durante el conflicto armado interno. A los indios hay que adoctrinarlos, hay que cambiarles todo, para que ya no se vayan con el comunismo. Y que es lo que había que cambiar, no era lo del comunismo, sino su gran apego a su tierra. Cambiarle su casett, era cambiar su identidad. Hacer que el maya deje de ser maya. Porque si dejaba de ser maya, entonces se podía quitarle su tierra y todo lo que es suyo. Con ello se terminaría con el círculo iniciado con la invasión española.
La forma de vida de los indígenas, lo conocían los “no indígenas”[3]. Muchos documentos lo demuestran, desde los discursos de Fray Bartolomé de las Casas, hasta las investigaciones elaboradas por los alemanes como Karlos Sapper y Erwin Dieseldorff, daban muestra de lo que los indígenas sabían de su tierra y su entorno. Esto lo sabían muy bien quienes pensaron en los grandes proyectos como el de la Franja Transversal del Norte, el FYDEP, el INTA y lo que ahora va a ser el PRODENORTE[4]. También lo sabían quienes por medio de emisoras controladas por el ejército, pedían a las comunidades supuestamente bases del movimiento guerrillero a entregarse a las fuerzas armadas. También lo sabían quienes crearon el Festival Folklórico de Cobán, Marco Aurelio Alonzo y María Elena Winther, quienes quisieron que las representantes indígenas de todo el país, dijeran que Guatemala respeta y reconoce a los indígenas, cuando realmente es un espacio de colonización y racismo[5].
Es cierto que la religión católica estaba haciendo su trabajo de “cristianizar a los indios”, pero no era suficiente. Porque a pesar de eso, siempre las comunidades se sublevaron para no someterse totalmente al poder criollo. Por eso si el objetivo final era, despojar a los indígenas de sus tierras y bienes, entonces, aprovechando la doctrina de seguridad nacional, y los aprendizajes de la formación en Escuelas Militares de Estados Unidos y Francia, además de lo que aprendieron algunos en Angola, Nigeria, Vietnam, Nicaragua, era importante para comenzar a desalojar, desparecer, matar, asesinar, torturar, a quienes se oponían a su proyecto de despojo. Pero esto debería de tener su apoyo en una nueva religión y por eso impulsaron por un lado las iglesias evangélicas y congregaciones religiosas dentro de la iglesia católica, que después de la guerra fueron dirigidos por militares, ex militares, ex comisionados militares, ex G2 y más, que habían participado en el genocidio guatemalteco[6].
La excusa fue defender la democracia y el país del comunismo internacional. Pero en realidad lo que hicieron es “hacer a un lado”, a quienes estorbaban. Un comisionado militar famoso de la región de Alta Verapaz, decía: “tenemos que acabar de raíz con todos, sobre todo con los indios, para quedarnos con sus cosas”.
Esa fue la razón de cercar las comunidades con bases, zonas y destacamentos militares. Ese fue el objetivo de desalojar a la comunidad de Chocoyoguito, para construir la zona militar No. 21 de Cobán, y constituirlo como la zona militar más contrainsurgente de la región, desde su instalación en la finca Chicoyoguito, siendo su comandante el después General Fernando Romeo Lucas, hasta la instalación de lo que hoy es la zona militar de Ixcan, la base militar de Fray Bartolomé de las Casas, la de La Tinta, la de Sepur Zarco. Reclutar a civiles y a personas que habían prestado servicio militar para organizarlos en Patrullas de Autodefensa Civil y Comisionados Militares. Estos últimos habían uno por cuadra, uno por barrio, uno por zona, por sector, por comunidad. Muchos de ellos eran obligados a hacer este trabajo, si no los desaparecían igual: “Nos obligaron a prestar turno para cuidar a los militares”, es la constante, cuando se entrevista a personas que formaban parte de las PAC.
No les importó el dolor, el llanto de hombres, mujeres, ancianos, ancianas, niños, niñas, mujeres embarazadas. Lo que les importaba es como se quedarían con más tierras y recursos. “Yo maté indios y los tiré al rio y no me importa seguir matando más”[7]. “Otra vez los indios shucos vienen a decir mentiras, cuanto más tenemos que escuchar”[8]. “Vos me acaba de llegar armas, tengo uno que ni ruido hace al disparar, querés uno yo te lo doy, por si te llegara a servir, porque para esto vamos a necesitar armas”[9].
Mientras escribo estas líneas no sabemos qué pasará mañana 3 de mayo. Mientras las comunidades se preparan para sembrar el Sagrado Maíz. En la torre de Tribunales en la ciudad capital, el Juzgado de Mayor Riesgo “A”, la jueza a cargo del caso denominado “CREOMPAZ”, decidirá si envía a juicio a los catorce militares, porque los hechos “que se les sindican a los imputados son tan graves que constituyen delitos de Lesa Humanidad, es decir que afectan la dignidad de la humanidad entera. Mediante exhumaciones fueron encontradas 535 osamentas en la Zona Militar No. 21 de Cobán, ahora conocida como CREOMPAZ (Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento de Paz) que funcionó durante la Conflicto Armado Interno como centro clandestino de detenciones ilegales, tortura, ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada y violaciones. De estas, han sido identificadas 128 víctimas que esperan justicia por las atrocidades cometidas en su contra. Este es el primer caso en todo el mundo en el que se juzgan hechos de un período tan largo (1978-1990) en el que se cometieron graves violaciones a los derechos humanos. Además, de la desaparición forzada de un grupo tan grande, como el de la población de Pambach, en donde fueron capturados extrajudicialmente, 80 hombres (…) La violencia contra las mujeres, niños y niñas es evidente en los hallazgos de los antropólogos forenses que analizan los restos. Hasta el momento se ha identificado a un menor de tres años de edad y dos mujeres originarias del Caserío Los Encuentros, Aldea Río Negro, Rabinal, Baja Verapaz, Además, se han encontrados fosas cuyas víctimas en su mayoría son mujeres y menores de edad, lo que evidencia el patrón sistemático denunciado en otras regiones donde separaban a hombres y mujeres. Por lo que hay indicios que hubo violencia sexual contra mujeres”[10].
Sintiendo el sufrimiento de cuantas familias, hijos, hijas, esposas, esposos, nietos y nietas, que nunca vieron más vieron a su papá, mamá, abuelo, abuela, tío o tía, porque solo les han contado lo que sucedió, “el caso CREOMPAZ es una exhortación a todos los guatemaltecos y guatemaltecas que padecieron las graves violaciones a los derechos humanos en el Conflicto Armado Interno para continuar rompiendo el silencio, diciendo la verdad de lo ocurrido, construyendo nuestra memoria colectiva y exigiendo JUSTICIA”[11].
“Yo quiero saber que hacia mi papá, quienes eran sus amigos,
porque lo mataron, me dicen muchas cosas de él, pero
lo que me dicen no me queda claro, lo único que sé,
es que mi mamá nos cuidó a mi hermano y a mí,
ahora que han identificado los restos de mi papá,
quiero saber más de él”
(Palabras de un hijo de un desparecido por el ejército)
[1] Ba Tiul, Kajkoj Maximo, Marcha Permanente por el Agua, http://www.albedrio.org/htm/articulos/k/kbt-099.html, visto ultima vez 2 de mayo de 2016.
[2] Mondragón, Rafael, De Indios y Cristianos en Guatemala, COPEC, CECOPE, México 1983.
[3] Por utilizar la categoría no tan correcta del PNUD.
[4] Sobre esto estamos elaborando un análisis para su reflexión.
[5] Denunciado por muchos que desaparecieron durante el conflicto armado.
[6] Sobre esto hay muchos casos, por ejemplo: el bigotes, un miembro de la G” fue miembro de Cursillos de Cristiandad, el Pajuil, fue miembro del movimiento Neocatecumenal, etcétera.
[7] Palabras de un exmilitar terrateniente de Cobán, que ha asesinado a indígenas Q’eqchi’, para quedarse con sus tierras.
[8] Palabras de abogados/abogadas de los militares detenidos por el caso CREOMPAZ.
[9] Palabras de unos familiares de un militar detenido, por el caso CREOMPAZ, en una de las salas de la Corte Suprema de Justicia.
[10] Comunicado “Para la Justicia Guatemalteca: Caso CREOMPAZ una muestra de la barbarie contra los Pueblos”, de víctimas, familiares, organizaciones, abogados y querellantes del caso CREOMPAZ, Guatemala, 2 de mayo de 2016-
[11] ibidem