¡Nunca más sin los Pueblos!
0Por Angelica Neiszer
El pasado 12 de junio se celebró la Asamblea de los pueblos, un particular encuentro en que distintos representantes y voceros de las comunidades indígenas de Alta Verapaz se reunieron para manifestar inconformidad y con miras hacia el futuro, celebrar la hermandad histórica, cultural y de lucha, así como el momento histórico en el que los pueblos convergen para el diálogo, exigiendo ¡Guatemala, nunca más sin los pueblos!
Luego de hacer un recuento de las comunidades ahí reunidas, el manifiesto de inconformidad fue planteándose a manera de diálogo, de forma que las concepciones personales confrontaran a las grupales con el fin de llegar a un acuerdo general sobre las exigencias, necesidades y denuncias indispensables para el buen vivir de los pueblos.
Aunque las distintas exposiciones tenían cuestiones en común, se presentaban aristas distintas de la represión, el saqueo y el despojo sistemático, perpetrado por el Estado en contra de las comunidades.
El manifiesto deseo de autonomía y autodeterminación fue el tono general de la Asamblea, luego de que después de la exposición de la situación actual, surgiera una pregunta colectiva crucial, ¿nosotros qué vamos a hacer?
Además del dolor y la pérdida, la dignidad y la rabia fueron la constante como elementos para seguir planteándose la re-construcción de una Guatemala incluyente: pluriétnica, pluricultural y plurilingüe.
Narrando su caminar a partir de la tierra en la que no sólo caminaron sus abuelos y abuelas si no en la que también seguirán caminando sus hijos e hijas.
Entre otras cosas, la participación como derecho y como obligación se plantearon, a la luz de la reforma electoral de la que no serán espectadores sino actores activos, para exigir el alto a la impunidad, imperante en la región, respeto a los tratados y convenios internacionales como el 169 de la OIT. De la misma forma, la participación hermanada en la que se escuche a los y las jóvenes, fue una de las características pensadas como indispensables para la resistencia; la identificación de actores concretos que han jugado un rol en la represión de los pueblos, no sólo “el Estado”, como ente del que se pueda deslindar alguien que da concesiones ilegales o que hace mal uso de los recursos públicos como partidos políticos concretos, y servidores públicos que junto con las empresas han tenido responsabilidad directa en el desalojo, despojo de tierras, etnocidio y ecocidio que han sufrido los pueblos en distintas medidas, a lo largo del tiempo, incluso antes de del conflicto armado.
Algunas exigencias puntuales fueron:
-La nacionalización de la energía eléctrica
-La anulación de las órdenes de captura contra líderes y lideresas comunitarios.
-El respeto al derecho a la consulta
-La no-reelección
-El control de recursos de los partidos políticos
Por último, la urgencia de una paz de facto, que trascienda las firmas y acuerdos entre políticos y que se centre en las personas y su contexto, fue consensuada con la certeza de que no se podrá construir la paz nacional sin participación de los pueblos.