No me opongo a la Luz. Me opongo al Des-Arroyo
0Somos sociedades hidráulicas, en el sentido que organizamos nuestra producción y reproducción en torno al agua, a su abundancia y su escasez. Somos casi de agua, elemento primario.
Aunque la frase “liquido vital” refleja la esencia de lo que significa el agua para nuestra especie, en las ciudades de cemento ya nos acostumbramos a verla solo en charcos, en uno que otro río contaminado o a través del dinero: “piscinas”, “bolsas de agua pura”, “cisternas”, ¡a la gran… nos cortaron el agua!!!
En lo urbano, los paisajes son de diseño humano, debemos aceptar que no nos relacionamos con el agua de manera natural.
En el ámbito rural, el agua gravita entre considerarse un bien gratuito de uso colectivo o una mercancía de acceso restringido, debido a los usos de las grandes empresas, ya sea para producir energía, el riego de monocultivos, para el ganado, para lixiviar el oro o durante el procesamiento de alimentos y bebidas industriales.
¿Pagará una empresa minera por los millones de litros de agua que utiliza para limpiar el oro?, ¿realmente logran aislar el cianuro y otros químicos letales del agua que utilizan? ¿Y qué podemos decir del desvío de ríos en la Costa Sur para mantener el riego de los ingenios azucareros y bananeras, a costa de las sequías e inundaciones que provocan en las comunidades periféricas? ¿Acaso las palmicultoras de la Franja Transversal del Norte están pagando por el agua que utilizan? ¿La Cervecería Centroamericana?, ¿las centrales hidroeléctricas?.
Sobre éste último negocio son millones de quetzales los gastados en publicidad para convencernos de que las hidroeléctricas son energía limpia, que servirá para llevar luz a las comunidades mas lejanas, que será el motor del desarrollo.
Lo que no se publicita, a riesgo de perder simpatizantes es:
-Que el estancamiento de agua que generan las represas y el sedimento que acumula produce CO2, uno de los gases que produce el Efecto Invernadero.
-Que la represa implica la contención y liberación del agua a su ritmo y no al ritmo de la naturaleza, alterando los ciclos reproductivos de varias especies acuáticas.
-Que en muchos casos se necesita desviar ríos hacia el afluente principal para aumentar la potencia de las turbinas, provocando sequias en las comunidades.
-Que la construcción de una hidroeléctrica no implica que la gente cercana a los ríos concesionados obtenga energía eléctrica. Casos como el de Chixoy y San Mateo Ixtatán hablan por sí solos.
-Que el objetivo principal de aumentar la producción eléctrica es abastecer a los grandes consumidores de energía como la mina Marlin en San Miguel Ixtahuacán, las fabricas de Cementos Progreso, la industria de Aceros de Guatemala, la Cervecería Centroamericana y la industria textil, entre los principales compradores de energía eléctrica.
Lo que tampoco se dice es que es posible construir mini-centrales hidroeléctricas que no utilizan represa, que producen energía suficiente para abastecer a las propias comunidades cercanas al río y que pueden ser gestionadas de manera autónoma, sin la intervención del Estado.
Tampoco se dice que las hidroeléctricas que ya fueron construidas pueden ser nacionalizadas para que lo pagado por el pueblo en el recibo de la luz regrese al consumidor de manera directa.
Mucho menos se dice que si cambiáramos hacia un modelo económico social y no consumista, no necesitaríamos tanta electricidad. Con la que ya tenemos bastaría.
Yo no me opongo a la luz, me opongo a que se negocie con los bienes comunes, que el Estado vele por lo privado y empeñe nuestro presente y futuro a nombre del Des-arroyo. No son 5 ni 50 las mineras que pretenden explotar a Guatemala, son cientos. Las grandes maquilas están a la espera de que las empresas hidroeléctricas logren concretar sus negocios en varios territorios indígenas y mestizos.
Que buena onda el Des-arroyo, me permite no exceder el consumo mínimo de luz, para que pueda accesar a la tarifa social, gracias a eso puedo prender la bombilla a las 5 de la mañana, lavarme el pelo y limpiarme los cheles con un champú de a quetzal, comprar en la tienda media barra de margarina, dos huevos y de vez en cuando, mini-aguas y mini-desodorante para aguantar un poco el sudor de las grandes fabricas de la explotación.