Los miedos de los grupos de poder
0Después de muchos días de discusión y confusión, donde afloran actitudes racistas y discriminatorias en contra de lo que es diferente. Donde también afloraron sentimiento de no querer dejar de ser colonizado. Donde de nuevo muchos nos damos cuenta que seguimos dominados por un pequeño grupo que tomó el control del poder económico, político, militar, religioso y social desde la invasión, conquista y colonización. Algunos de esos muchos, no queremos desprendernos de los colonizadores y dominados, es insistimos que nos incluyan o que nos tomen en cuenta. Volvieron a aparecer los miedos del patrón, del finquero. Salieron a relucir nuestros miedos, de desprendernos de este finquero. Casi pidiéndoles de favor, que reformen su ley y que pongan algo así, “reconocemos a los pueblos indígenas”. ¿Cómo vamos a pedirles que reformen sus constitución tomándonos en cuenta a nosotros?.
Por Kajkoj Máximo Ba Tiul (Centro de reflexiones Nim Poqom)
No fueron pocos, quienes de un lado o de otro, salieron a defender o a despotricar en contra de lo diferente o en contra de nuestro reconocimiento como pueblo. Porque, no solo está en juego el reconocimiento del pluralismo jurídico, sino que, lo que está en juego es que al final los pueblos a quienes nunca han tomado en cuenta, desde la independencia, al final se levante y tome el control del poder. Nosotros; a quienes nos han querido dominar durante muchos años, tenemos miedo de ver de frente al opresor, siempre le pedimos que nos dé derechos, que nos reconozca, que nos abra un poquito un espacio de su casa, que nos regale por lo menos las migajas. Hay que ser objetivos, a nosotros nos falta dignidad, nos falta fuerza. Nos estamos quedando en la resistencia y no hemos avanzado hacia la rebelión, todavía andamos con contemplaciones, como al final se decía después de la toma de carreteras en el occidente: “Bueno, si no quieren reconocer el derecho indígena, pero que aprueben todas las demás reformas”. Esto es cómo decir, bueno al final son Ustedes quienes mandan, nosotros solo obedeceremos.
Quienes dicen que no necesitamos del Estado, tienen toda la razón, pero hay que ser claros, a quien no necesitamos es a este “Estado”, si lo queremos llamar; “Estado”. Porque me niego a pensar que a este que le pedimos o le demandamos, sea “Estado”, es todo menos eso. Es una institución gobernada por quienes lo pensaron en 1821 y fortalecida con los gobiernos liberales. Es una finca de los criollos y de quienes se han mantenido de ella, incluyendo a algunos indígenas (hombre y mujeres) a quienes les hemos llamado indios permitidos, indios cooptados. Es una institución que se construyó sobre la base del racismo y la discriminación. Sobre la base de la exclusión y de la desigualdad. Sobre la base de encarcelar a quienes se oponen. Se creó sobre la base de matar a quienes no se acomodan dentro de ella. Esto es la verdad sobre el concepto de “igualdad”. Somos iguales si nos dejamos integrar, incorporar, incluir. Somos iguales si consumimos, si aceptamos la lógica del mercado, de la democracia. Somos iguales, si seguimos aceptando la ley del finquero.
Se comprende a los indios cooptados, que andan por todos lados hablando de lo indígena o lo maya e incluso aportando ideas a los kaxlanes para que sigan con su proyecto racista y discriminador, pero no se les acepta. A estos indios cooptados, más les valiera no hablar. Como decía mi madre “calladito te ves mejor”, porque en vez de aportar a la liberación más oprimen al pueblo. Indios cooptados o indigenistas, que se auto identifican indígenas, porque es la moda del momento, pero luego andan diciendo que eso del orden jurídico maya que la espiritualidad maya es puro cuento y proponiendo o imponiendo otras categorías, como neo-mayas, neo indígenas, neo-xinka, etc.
El racismo y la discriminación alimentada por políticas de Estado y por los grupos de poder, esconden la pluralidad de nuestro país. Hace algunos años, durante el gobierno de Berger, se presentó un informe en donde se concluía que Guatemala, pierde millones por el racismo y la discriminación. Unos años atrás la Misión de Verificación de las Naciones Unidas, en uno de sus informes, decía: que en nuestro país, se vive un apartheid de hecho. El informe Martinez Cobo de 1971, también afirmaba que en países donde había mayor población indígena, estos vivían en condiciones de racismo y discriminación. Muchos informes de organismos internacionales, organizaciones nacionales, dan cuenta que la situación en la que vive la mayor parte de la población indígena, es por el racismo y la discriminación. Sobre todo por la actitud racista de los grupos de poder en contra de los pueblos indígenas.
Si bien es cierto que el racismo y la discriminación son parte de la estructura, también es ideológico. Nace del principio de ver al otro como inferior o subalterno. “Soy pobre pero no indio”, es la frase más común. “Vos pareces indio”, “indio tenías que ser”. Cuando un indígena habla y reclama derechos, es un resentido. Pero cuando un criollo o ladino, criminaliza, mata, persigue, es un ciudadano. En muchos lados del país, prosperan más rápido las demandas contra líderes indígenas, que los que presentan los indígenas en contra de finqueros, empresarios y administradores, etcétera.
En las fincas, suelen contratar a capataces, administradores, mayordomos, ladinos. Se les tiene más confianza no porque trabajan más, sino porque su actitud es de un colonizado capaz de matar. Hace unos días, unas compañeras de la región del Polochic, me decían: “Hace unos años llego a la región un joven ladino procedente de Zacapa. Era igual de pobre que nosotros. Incluso los primeros días comió en nuestras casas. De repente el patrón le dio el trabajo de administrador. Y poco a poco comenzó a tener carro, ganados, casa y más. Poco a poco fue cambiando, hasta que comenzó a tener armas. Ahora dejó de ser el hombre pobre, que pedía comida, ahora nos dispara y atraviesa el carro en el camino de las mujeres. Nosotros nos fuimos a quejar con el finquero, con quien estamos negociando la finca, pero él lo que nos dijo, es que lo dejemos así y solo le pidió que ya no molestara”. Esa es la relación criollo-ladino, contra nosotros los indígenas.
Pero entonces, ¿Por qué el criollo no permite que su Estado y su gobierno, nos reconozca como ciudadanos, como pueblos?. ¿Por qué, cada vez que se trata nuestra situación, comienzan a utilizar la frase: todos somos guatemaltecos y no debemos de dejar que Guatemala se divida?.
En primer lugar, porque la alianza; Reyes y Papa, en el tiempo de la invasión, colonización y conquista, nos convirtió en súbditos. El requerimiento, la encomienda, el repartimiento y las leyes de indias e incluso la inquisición, fue la legislación se nos aplicó para convertirnos en esclavos, trabajadores, mozos. Pero también, fue una legislación que sirvió para que unos pueblos se unieran a los españoles, para perseguir a quienes no queríamos estar bajo el yugo de la colonización española. Ejemplo clásico fue la relación Tzutujil-Kaqchikel-Españoles contra K’iches[1]. O la relación Mexicas-Españoles, para invadir territorio Kaqchikel y Tzulujil. Al igual la relación Juan Matalbatz-Dominicos, para invadir a los Ch’oles, Akala’ y Lakandones[2]. Los cierto, es que esta relación no duró mucho, porque, muchos pueblos se dieron cuenta que estaban siendo utilizados por los españoles. Volvemos al ejemplo clásico de los Kaqchikeles, que después se sublevaron contra Pedro de Alvarado, pero este, lo que hizo es matar a Kaji Imox, Belejeb Kat, Belebej Tz’i. Lo mismo paso unos años cerca de la independencia, cuando Manuel Tot se subleva contra los criollos y es traicionado por un sacerdote de esa época y por eso es condenado a morir solo y enfermo[3].
Otra respuesta de la Corona y de la Iglesia, fue dividir nuestros territorios en pueblos de indios y pueblos de españoles. Esta decisión no fue, porque querían reconocer nuestra jurisdicción como indígenas, sino porque tenían miedo de que sucedieran sublevaciones como el nuestros antepasados Kaqchikeles en Iximché. En otros lugares, nos metieron las cofradías y los chinames, para que no invadiéramos sus espacios religiosos. En algunos momentos, como le sucedió al Ajpop Batz’, les dieron puestos de gobernador o cobrador de tributos como Atanasio Tzul, pero solo para que les sirviéramos como instrumento de control para el resto de la población. Pero esto, les sirvió primero al español, luego al alemán, al norteamericano, para que nos quitaran nuestras tierras y nos dejaron un pedacito para que pudiéramos sembrar nuestra comida, y sometidos bajo el control de finquero y no fue porque este haya sido bueno con nosotros.
Entonces, porque nunca han querido reconocer nuestra existencia como pueblos y comunidades, con nuestras propias formas de organización y formas de aplicar justicia. Porque al hacerlo dejaríamos de ser sus mozos, sus colonos, sus súbditos, sus muchachas, sus sirvientas y entonces nos encaminaríamos a buscar nuestra propia autonomía. A esto último le tiene miedo ellos, y de esto se agarran para decir que dividiremos el país, y por eso con facilidad nos criminalizan y nos persiguen, porque por utilizando sus medios de comunicación, difunden la idea de la “guatemalidad”. Pero en realidad, lo que lograríamos al ser reconocidos constitucionalmente, es que nos relacionaríamos de igual a igual, de una forma horizontal y no jerárquica como hasta ahora. Es decir, recuperaríamos nuestra dignidad de ser sujetos políticos, como le dijeron nuestros abuelos al colonizador español: “si tú eres rey, yo también soy rey, entonces como tal debemos hablar”.
Si nos reconocieran como ciudadanos, entonces, la forma de relacionarnos tendría que cambiar. Ya no hablaríamos con ellos como “indios permitidos”, sino como indios con todos los derechos ganados. Podríamos ir a sus instituciones, con nuestras normas y códigos de comunicación, sin necesidad de utilizar los de ellos. Por ejemplo: cualquiera podría llegar a ser funcionario público, sin usar la corbata y el saco. Es más así, como nosotros hablamos el castellano, también ellos tendrían que hablar el idioma del lugar donde tienen sus empresas, sin utilizar traductores o intérpretes. Pero lo más duro para ellos, es que tendrían que dejarnos de ver como ciudadanos de segundo nivel y por lo tanto en el caso de nuestras tierras y territorios, tendrían que respetar nuestros mojones, nuestros linderos, tal y como lo tenemos en nuestros documentos históricos. Esto es lo que no soportan.
Entonces, y el pluralismo jurídico, porqué les hace tanta cosquillas, como dijeran los hermanos del oriente. Primero, hay que acotar algo importante, hoy más que nunca, nadie puede negar que la sociedad humana, sea una sociedad plural y que los homogenismos, los monoculturalismo e incluso la idea de la unidad, del Estado-Nación, están quedando atrás, por qué?, porque estas son categorías del capitalismo y por ende del neoliberalismo.
Incluso la idea de lo multi, inter, pluri, son categorías del liberalismo y por lo tanto son del capitalismo. Eso quiere decir, que al tener una clase muy conservadora, racista, discriminadora y salvaje, no han logrado comprender que incluso allá fuera de nuestro charco, las cosas están cambiando. Y no se hace por ser socialista, ni comunista. Sino porque desde el occidente, se ha valorado que el hecho de no reconocer al Otro como diferente le ha hecho mucho daño a la sociedad humana, aunque esto puede estar retrocediendo con la llegada de gobiernos de derecha en Alemania, Francia, Noruega y Estados Unidos.
Los años de la lucha anticolonial, más o menos entre 1960 a 1970, se abrió una discusión muy amplia relacionada a los derechos civiles y políticos de las minorías étnicas en países como: Canadá, España, Francia, Suecia, Suiza, Noruega, incluso dentro del mismo Estados Unidos, que ahora estás en crisis. Esta misma idea, llega a América Latina, más o menos a principios o finales de 1970, con la emergencia del movimiento indígena y posteriormente con el movimiento de mujeres. Importantes congresos en el continente, rompieron con la idea del “problema del indio”, generado por las corrientes indigenistas de los años de 1940. Esto se convirtió en la disputa por los derechos colectivos y específicos de los pueblos indígenas que dicho sea de paso, se cristaliza en muchos documentos, como el convenio 169 de la OIT, en donde los mismos empresarios guatemaltecos participan en su discusión.
Para abonar a la discusión, considero importante ponernos de acuerdo en algunos conceptos, como: diversidad cultural, pluralismo cultural, pluralismo jurídico:
“La diversidad cultural, nos muestra que ningún paradigma cultural puede pretenderse único y explicativo de toda la realidad entera, por el mismo hecho que cada cultura es una concreción en el espacio y el tiempo de la gran aventura humana. Cada cultura es un punto de vista sobre la realidad, que está condicionado y determinado por el propio contexto e historia (…) podemos decir que cada cultura ve toda la realidad pero parcialmente”[4]. En tanto que el pluralismo “no considera la unidad como un ideal imperioso y necesario, aun en el caso que dentro de esta unidad se permitieran variaciones plurales (…) acepta y asume positivamente la existencia de aspectos irreductibles en las culturas, con sus propios mitos, sin por ello negar los posibles aspectos comunes (…) no se alimenta de una esperanza escatológica de que finalmente todas las culturales llegarán por ellas mismas a la unidad”[5].
“El pluralismo cultural, no se reduce a la constatación de la multiplicidad de culturas, ni a la voluntad de reducir esta multiplicidad a la unidad. Es hecho evidente que hay distintas culturas y que éstas no pueden ser reducidas a la unidad (…) Exige más que el simple reconocimiento de la multiplicidad y también la superación de un pensamiento deseoso de la unidad, con sus propios mitos, sin por ello negar los posibles aspectos comunes (…) no afirma que exista una sola verdad, ni lo contrario, múltiples verdades (…) nos hace conscientes de nuestra propia contingencia, de nuestros límites, mostrándonos que la realidad no se caracteriza por una transparencia, alcanzable por el pensamiento del logos (…) en tanto que actitud, expresa una confianza en la realidad y permite y acepta una coexistencia polar en tensión de distintas convicciones humanas, de distintas cosmología y religiones. No busca ni la eliminación ni la absolutización del mal o del error (…) no presupone un aislamiento de las culturas entre ellas, ni tampoco su encerramiento, ni todo lo contrario, una obertura y una perspectiva interculturales, que nos abren a la realidad del otro”[6].
Entonces en este ámbito de ideas, que es pluralismo jurídico, “surgió como una expresión de resistencia a la posición dominante de los estados nación a partir de los procesos de descolonización que tuvieron lugar durante las décadas del 50, 60, 70. A partir de los estudios que la antropología legal había elaborado con anterioridad, los teóricos del derecho intentaron esbozar teorías cuya pretensión era mostrar que aquello que había sido denominado como “derecho” por los juristas a partir del siglo XVII y XVIII resultaba insuficiente para explicar una cantidad de comportamientos observados en diferentes sociedad no occidentales. A partir de allí se intentó proponer una teoría que mostrara la insuficiencia de las categorías contractualistas clásicas para permitir la inclusión de diferentes realidades culturales con sus propias nociones de normatividad”[7]
En ese sentido, por pluralismo jurídico, “se entiende la posibilidad de que en un mismo momento coexistan varios sistemas jurídicos, lo que supone un pluralismo de sistema y no una pluralidad de mecanismos o de normas jurídicas. Una concepción pluralista del derecho admite una coexistencia de una pluralidad de sistemas jurídicos de la misma naturaleza, particularmente de sistemas jurídicos estatales (unitarios y federales) y , por tanto, de un pluralismo estatal o nacional. Una concepción pluralista del derecho admite la coexistencia de una pluralidad de sistemas jurídicos de naturaleza diferente, tales como los sistemas jurídicos supra-nacionales (orden jurídico internaciones), los sistemas jurídicos infra-estatales (órdenes jurídicos corporativos) o sistemas jurídicos transnacionales o desterritorializados) orden perteneciente a sociedades comerciales, orden eclesiásticos, etc)”[8]
Tomando en consideración los conceptos anteriores, los grupos de poder en Guatemala, quienes están en pleno desarrollo de su “restauración”, vuelven tontamente a desenvainar sus machetes, cargados de racismos y discriminación, incluso contagiando a los “juniors”, quienes supuestamente se habían formado no al calor de la guerra fría, sino de un modelo supuestamente más tolerante. Estos “juniors”, vuelven cargados del odio que emanan de sus bisabuelos, abuelos y padres. No aprendieron que por el odio y el desconocimiento del otro, que había en la mente de sus antepasados, es que estamos así y que no podamos encontrarnos nunca, más que para que algunos indígenas, les apoyen a redactar sus documentos donde describen sus políticas. Porque realidad lo que ellos defienden es su democracia, su estado y su sangre azul, como lo afirma el Presidente del CACIF, José Gonzalez, no estaría de acuerdo de que se reforme “nuestra constitución” y que al igual que toda la campaña negra en contra del pluralismo jurídico generado por ellos, como los programas de televisión de José Arenas, nieto del Tigre de Ixcán y grupos como el Movimiento Cívico Ciudadano, que solo han considerado como enemigo de todos a la “corrupción”, cuando en realidad el enemigo del subdesarrollo en Guatemala, es ellos, que son pocos, tienen mucho y nosotros que somos la mayoría sin mayor cosa o sin nada.
Como dirá, Teun A. Van Dijk, “El racismo de las élites políticas… tiene una larga tradición y, a pesar de sus apologías rutinarias y de sus llamadas oficiales a la tolerancia, sigue en la actualidad gozando de muy buena salud»[9]. Las élites ante la objetividad de los de abajo, se sentirán siempre ofendidos. “A nosotros nos ha llamado racistas, discriminadores, que no pagamos impuestos, que somos oligarcas, dirá el coordinador del CACIF, en foro organizado por Plaza Pública”. Entonces, que son, si no eso, confirmado por Marta Cassaus, en su libro Linaje y Racismo y por otros estudios, como el reciente libro: Atemorizar la Tierra, de George Lowell y otros, quienes concluyen, refiriéndose a Pedro de Alvarado: “El conocimiento pleno de sus opiniones infundía temor y aprensión en todos aquellos que lo rodeaban, incluso entre sus amigos más cercanos y sus hermanos y primos, sentimientos palpables en su servilismo como gobernantes sustitutos. Estigmas como la corrupción, la impunidad, el engaño y los subterfugios, asi como la explotación despiadada, la intimidación por terror y el rechazo descarado de la ley, sellos distintivos de Guatemala hasta el día de hoy, tienen en Pedro de Alvarado el fértil progenitor”.[10]
Estas párrafos del reciente ensayo de Gustavo Illescas y Luis Solano, publicado en Centros de Medios Independientes, nos confirma la cita anterior: “En los discursos de la AGER y la AMCHAM, se denotan varios mensajes delicados. Por un lado, se pone en tela de juicio las resoluciones legales de la CC y la CSJ, que obviamente están basadas no en cuestiones meramente políticas sino en argumentos legales claros (…) Pero por otro lado, se advierte de parte de los empresarios que habrá costos económicos para la mayoría de la población, bajo el supuesto que la suspensión de los proyectos encarecerá la energía eléctrica. Y eso es delicado porque se está señalando a las principales instituciones que administran y aplican la justicia en el país, y a los comunitarios que exigen sus derechos, de ser responsables de esos efectos económicos. No obstante, cuando en junio de 2016 las comunidades de Cahabón impulsaron la consulta comunitaria por medio de la municipalidad, los empresarios interpusieron recursos legales para que no se realizara. Las comunidades hacían uso de su derecho a la libre autodeterminación fundamentados en el artículo 28 y 66 de la Constitución Política de la República de Guatemala, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, Declaración de las Naciones Unidas Sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Código Municipal[11].
Las élites guatemaltecas cuando les conviene las leyes son importantes, pero cuando ven en ellas, la posibilidad de perder su poder, despotrican o apoyan, por ejemplo: la aprobación del Convenio 175 de la OIT, no tiene nada de reparos por parte del Sector Empresarial, como sucede con el cumplimiento del convenio 169 del mismo organismo. De igual forma sucede, con las resistencias comunitarias, en una oportunidad el abogado defensor de la familia Thomae en Baja Verapaz, refiriéndose a las decisiones del RIC, SAA y Fondo de Tierras, decía: “A mí me vale las resoluciones de estas instituciones, además no sirven para nada y ni tienen la capacidad para hacer sus investigaciones”. De igual forma sucede, al referirse a la Procuraduría de los Derechos Humanos, “los derechos humanos solo defienden a delincuentes”, así lo manifiestan y lo difunden por todos lados, “pero cuando hay que hacer un desalojo, entonces si la PDH es importante que esté”.
Las élites también son cínicas, “propugnan una actitudes y practicas igual cínicas y oportunistas; podemos pensar, por ejmplo, en las grandes corporaciones, el mundo académico y en especial la prensa. Los periódicos de gran alcance suelen apoyar en gran medida las actitudes políticas mayoritarias en lo que se refiere a temas étnicos e inmigración. Por otra parte, fomentan en el público la reproducción de la ideología de los políticos y otras élites mediantes la publicación de artículos (también llamados de investigación en profundidad), que inducen al temor, a “riadas” o “invasiones masivas” de refugiados, inmigrantes “ilegales”, guetos “de delincuencias”, consumos abusivo de drogas, ataques de negros, violencia callejera, amenazas de “fundamentalistas” musulmanes, costumbres “raras”, inmigrantes desmotivados para trabajar, parásitos de la beneficencia social, racismo negro, la corrección política de lo multicultural, los puntos débiles de la acción positiva y tantas otras historias que nunca fallan, ya sea para instilar o bien ratificar en general el resentimiento xenófobo o anti minorías en la base de la población blanca”[12].
Por eso las élites, son la doble cara del discurso. Aceptan hablar con los de abajo, pero en la medida que lo pueden convencer a que se una a su proyecto, como sucede hoy con indígenas que avalan la propuesta cacifera de no seguir con la discusión del artículo 203 de la Constitución. Por lo tanto, la razón final del miedo de las elites, es perder su mano de obra barata y perder el poder generado de su visión finquera sobre Guatemala.
De esta cuenta, la pregunta que sigue estando en el aire valdrá ¿que ganamos y que perdemos los pueblos indígenas con seguir la discusión para el reconocimiento del pluralismo jurídico?, ¿no será mejor, que viendo que las élites económicas y políticas del país, están en el momento más crítico de la historia, emprender el camino correcto de concientizar a las comunidades y pueblos, que el camino es la toma del poder, para iniciar el proceso de construcción de un Estado Plurinacional?, sobre eso estaremos aportante en otro momento.
[1] Lowel, George, W, et al, Atemorizar la Tierra, Pedro de Alvarado y la Conquista de Guatemala 1520-1541, F&G Editores, Guatemala, Julio 2016.
[2] Tovilla, Martin Alfonso, Relación Histórica Descriptiva de las Provincias de la Verapaz y de la del Manche, Editorial Universitaria, Guatemala, 1969.
[3] Manuel Tot, Testamento (fotocopias)
[4] UNESCO; Diversidad Culturales, Materiales para formación docente y trabajo en el aula, Volumen 3, impreso en Chile por AMF Imprenta, Santiago, Chile, Diciembre, 2005.
[5] Ibídem.
[6] ibidem
[7] Lannelo, Pablo, Pluralismo Juridico, Capitulo 21, www.juridicas.unam.mx
[8] Sancrez-Castañeda, Alfredo, Los Origenes del Pluralismo Juridico, www.juridicas.unam.mx
[9] Van Dijk, Teum A, Racismo y Discursos de las Elites, GEDISA, Barcelona, 2003.
[10] Lowel, George, W, et al, Atemorizar la Tierra, Pedro de Alvarado y la Conquista de Guatemala 1520-1541, F&G Editores, Guatemala, Julio 2016.
[11] Illescas y Solano, https://cmiguate.org/potencial-cancelacion-del-proyecto-hidroelectrico-oxec-causa-reacciones-perversas/
[12] Van Dijk, Teum A, Racismo y Discursos de las Elites, GEDISA, Barcelona, 2003.