Lo corrupto es el sistema, no mi sistema
0¿Qué pensarán las niñas de ver este cartel? ¿Qué aprenderán las adolescentes sobre su sangre? Que es un proceso corrupto, que roba, que mata, que violenta
Vivimos en una sociedad que nos ha enseñado a las mujeres a odiar nuestros cuerpos. Esa es una posición machista. Alrededor del mundo y en las redes sociales vemos campañas que luchan por visibilizar que el cuerpo femenino no es uno solo, tenemos diferentes tallas, colores y figuras. Sin embargo, en esta lucha tan necesaria existe un elemento que muchas olvidamos: la menstruación.
Por Guatemala Menstruante
Pocas hablamos de nuestros ciclos fuera de nuestros círculos de confianza. Se nos ha enseñado que más allá de ser un tema privado, nuestra menstruación es sucia, de malos olores, dolorosa y molesta, así que al hablar de ella en público incomodamos a los demás. En “esos días” (porque no es digna de ser nombrada) todas nos sentiremos enfermas, y no solo a nivel físico, seremos además incapaces de controlar nuestras emociones. Las personas aprendemos entonces a hacer de menos las voces de mujeres menstruantes; nuestras propias voces cuando nosotras misma menstruamos. Por lo tanto, la degradación del ciclo menstrual ha sido sumamente efectiva para relegar a la mujer a un rol secundario en la sociedad. Ser mujer, implica un acceso a oportunidades diferenciado; pareciera que es aún peor ser una mujer visible y abiertamente menstruante.
No es posible que se busque un cambio político a nivel nacional, sin que este implique también una reflexión alrededor de la posición de subordinación histórica de la mujer y sus cuerpos. En este punto, la sangre menstrual y su estigmatización siguen constituyendo una herramienta de control. Para “poder” realizar las actividades cotidianas experimentando fluidos menstruales debemos adquirir productos farmacéuticos, a los cuales no todas las mujeres tienen acceso. Esta también es una lucha política. La aceptación del sangrado menstrual desde lo público y privado conllevaría el rechazo a la idea de que, por ser menstruantes, se limitan nuestras capacidades y demandas.
Estos aprendizajes sociales hacen que muchas mujeres se sientan desconectadas de su ciclo menstrual. El conocimiento que tenemos del mismo es restringido.
Algunas de nosotras hemos decidido dejar de desconocernos, dejar de odiarnos. Reconocemos nuestro ciclo como un proceso natural que nos permite renacer mes a mes. Resignificamos la menstruación y buscamos desaprender para amarnos y aceptarnos.
Nosotras, que luchamos por re significar nuestra menstruación, nos mostramos hoy sumamente indignadas por el cartel presente en la manifestación el día sábado 30 de Mayo.
Al buscar comparar la menstruación con una persona como Manuel Baldizón se continúa el mensaje que la menstruación es sucia, indigna, molesta y corrupta; y nos demuestra la ignorancia y falta de autoconocimiento de quienes portaban dicho afiche. En la fotografía se observa a Gloria Álvarez, directora de proyectos del derechista Movimiento Cívico Nacional, mujer joven, politóloga, internacionalista y con estudios de maestría en Desarrollo Internacional. Es preocupante que Álvarez siendo reconocida políticamente por un sector de la juventud urbana guatemalteca, contribuya a la difusión de mensajes que promueven el rechazo hacia la sangre menstrual, porque ella y sus ideas están legitimadas por ese mismo sector que le apoya.
¿Qué implica, entonces, comparar a Baldizón con un proceso natural, propio de la mujer? Las consecuencias no sólo son a nivel de círculos feministas indignados, y con toda la razón…. Sino que van más allá: se trata de violencia hacia la mujer. Y seguramente sea un choque de frente y ante el espejo, el hecho de que nos sintamos violentadas por otra mujer, eso que dicen muchas compañeras-colegas que una de las mayores formas de violencia hacia la mujer es esa: «entre nosotras mismas».
¿Qué pensarán las niñas de ver este cartel? ¿Qué aprenderán las adolescentes sobre su sangre? Que es un proceso corrupto, que roba, que mata, que violenta. Y mientras perpetremos esta idea, errónea, sobre la sangre menstrual y la menstruación como algo indeseable estaremos condenando a un proceso sanador, estaremos desperdiciando potencialidades humanas, estaremos equivocadas y faltas de poder y autoconocimiento sobre nuestros cuerpos, reproduciendo el patriarcado y la misoginia. Visibilizar la menstruación es necesario, pero no para menospreciarla y seguir reproduciendo estereotipos y prejuicios misóginos, sino para darle el valor y el lugar que tiene: es sangre de vida, y aprender eso es un proceso liberador.