Pinfor en Purulhá, Baja Verapaz. Fuente: RIC

El Estado de Guatemala es un país que privilegia el pasado. En realidad es sólo cierto pasado: ser heredero de grandes extensiones de tierra implica obtener diversos beneficios del Estado. Ya sea con incentivos financieros para nuevos cultivos como la palma africana, ventajas para el uso de ríos en hidroeléctricas, o millones de quetzales a cambio de sembrar árboles. Este es el caso de la familia Thomae, que a través de sus fincas, heredadas de grandes caficultores, recibe dinero de parte de programas estatales. Esta es la segunda parte de la investigación sobre la familia Thomae.

Por Equipo de Análisis y Oxlaju T’zultaqa’

Millones a cambio de árboles (industriales)

Hace algunos meses, la finca Pampá, ubicada en Baja Verapaz, fue ocupada por sus trabajadores. La medida era una respuesta a la falta de pago por el trabajo que realizaron. Sus labores consisten en plantar árboles, miles de ellos, según el tipo que demanda el Instituto Nacional de Bosques (Inab). Como medida de presión decidieron talar todo su trabajo: los miles de árboles por lo que no fueron remunerados fueron cortados de raíz. Esos trabajadores comentaron que el Inab ha cuestionado a la familia Thomae Chon, dueña de la finca, por no cumplir con los términos del contrato del Programa de Incentivos Forestales (Pinfor).

El Pinfor prácticamente paga por el crecimiento de los árboles durante un periodo de 5 a 10, dependiendo el tipo de contrato. Bajo el argumento que los árboles jóvenes producen oxígeno mientras que los viejos producen dióxido de carbono, se justifica su uso industrial. La mayoría de las especies plantadas mediante el Pinfor son comerciales en el mercado nacional de la madera, y muy pocas, con excepción del Cedro y la Teca, para exportación. Los árboles también ayudan para hacer sombra a los sembradillos de café.

La familia Thomae tiene un total de 470.92 hectáreas de plantaciones forestadas distribuidas entre las finca Pampá, Nueve Aguas, Panzal y San Rafael. Suponiendo que el promedio por hectárea desembolsado es de Q10,361,53, según parámetros del Inab, la familia Thomae habrá recibido del Estado en los 10 años que dura el incentivo Q4,879,451.70.

Pinfor: un programa vedado para los pequeños propietarios

El Pinfor inició en 1997 y finaliza en 2016. Los objetivos del Pinfor, según el Inab, es que un propietario de tierra obtenga ganancias por forestarla o por el hecho de contar con un bosque natural dentro de su propiedad. Asimismo busca incentivar la producción industrial forestal y los ingresos por “servicios ambientales”.

Pero a estos beneficios no puede acceder cualquiera. Para ingresar al programa es necesario demostrar la certeza jurídica de la propiedad de la tierra y contar al menos con dos hectáreas (ha.). Es decir, no fue hecha para la población campesina minifundista. Sólo los medianos y grandes propietarios pueden acceder.

Los proyectos del Pinfor son generalmente para 10 años, durante los cuales se efectúan los desembolsos desde el Ministerio de Finanzas Públicas a las cuentas monetarias de los beneficiarios.

El Pinfor establece pagos de Q15 mil por reforestación de 2 a 5 hectáreas. De 1998 a 2012 se han reforestado 112,341.94 hectáreas con un valor desembolsado de Q1,164,035,456.1, a razón promedio de Q10,361,53 por hectárea reforestada. En el caso de los bosques naturales, en el mismo periodo se han manejado 216,235.38 ha. Con un valor desembolsado de Q282,517,151.88, a razón promedio de Q1306,52 por hectárea de bosque natural.

El Pinfor no ha incentivado la conservación de bosque natural sino la producción forestal de especies comerciales. En su mayoría estas plantaciones no son endémicas (del lugar) y a diferencia de un bosque natural (diverso) son monocultivos extensivos que alteran el ecosistema y que pueden llegar a provocar degradación genética de las plantaciones.

Las fincas de los Thomae

En Purulhá, Baja Verapaz, hay decenas de fincas que reciben beneficios por producir árboles. Entre ellas están la finca Pampá, Panzal y Nueve Aguas, ubicadas al noreste del municipio y cuya propietaria es Sofía Thomae Chon de Sánchez, hija de Roberto Thomae y Rosario Chon, parte de un largo linaje alemán en la región.

Su hija, Stella Giorgina Sánchez Thomae de Schwendener, aparece actualmente como la representante legal de la finca Nueve Aguas así como responsable de ésta y de la finca Panzal ante el programa del Inab. El esposo de Stella Giorgina es Waldemar Schwendener, presidente de Consorcio Proverapaz, en el que participa la Asociación de Silvicultores de Medio Ambiente ASILMA, creada específicamente para promover la diversificación de las plantaciones de café. Mientras que su hijo, Otto Estuardo Sánchez Thomae, aparece como responsable de la finca Pampá ante el Inab.

Otto Estuardo es propietario del Aserradero Móvil¹ el Corozal, ubicado en la misma finca y cuenta además con hectáreas plantadas específicamente para uso industrial.

Tabla 1. Hectáreas Plantadas para uso industrial a nombre de Otto Estuardo Sánchez Thomae (Área hs.)

Un hermano de Sofia Thomae Chon, Guillermo Ernesto Thomae Chon, es el fundador de la empresa Agropecuaria Pananish, S.A. a través de la cual obtiene ingresos económicos del Pinfor para la finca San Rafael de su propiedad. A cargo de este proyecto se encuentra su hijo Byron Guillermo Thomae Estrada, Gerente General y representante legal de Pananish desde 2004.

En la finca San Rafael se encuentra la “Reserva Natural Privada San Rafael”, que forma parte de la Asociación del Corredor Biológico del Bosque Nuboso, creada con 10 propietarios de fincas que suman más de 200 hectáreas.²

Tabla 2. Hectáreas plantadas como vivero forestal de la familia Thomae

Fuente: Instituto Nacional de Bosques (Inab) 2015.

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