Brasil: Ocupación acoge a refugiados de Siria.
0A pesar del viaje seguro y de las garantías de permanencia en Brasil, refugiados de Siria encuentran explotación y marginalización en el nuevo país. Ahora son acogidos por familias del movimiento de ocupación de vivienda Terra Livre, quiénes demuestran que solidaridad entre pueblos no tiene fronteras.
Por Maria Birkeland Olerud, Espen Iversen, Susana Norman, también publicado en noruego en Latinamerikatidsskriftet
En Brasil no es un derecho tener a donde vivir. Es una lucha constante contra el alza en los precios de alquiler, y contra mucha burocracia. Siendo extranjero, esta realidad se vuelve todavía más dura, cuenta Hasan Zarif.
Zarif es activista en Mop@t, organización con base en Brasil que lucha por el derecho de retorno a Palestina. Zarif creció en Brasil, pero es de familia palestina. Después de la llegada a Brasil de refugiados de Siria en el año de 2011, la lucha de Mop@t ha cobrado importancia.
Encontramos a Zarif en un edificio en el barrio japonés llamado Liberdade, en el centro de Sao Paulo. El viejo edificio de 10 pisos es solo uno más entre 290 000 edificios vacíos en la metrópolis brasileña, abandonados por especuladores de inmobiliaria, quienes esperan que el tiempo eleve el valor de las propiedades.
Antes de amanecer una madrugada de julio el año pasado, el edificio fue ocupado por familias de uno de los movimientos de vivienda en Sao Paulo, llamado Terra Livre. Las familias componen la clase trabajadora más marginalizada en Sao Paulo. Ganan hasta un salario mínimo, y están distantes de alcanzar los precios de alquiler de una de las ciudades que tienen los costos de vida más altos en Brasil. Algún tiempo atrás, estas familias formaron una alianza con Mop@t, y dieron a los refugiados de Siria la mitad de los pisos para su libre disposición. La inaudita alianza ha recibido la atención del movimiento social paulista.
Brasil abre las fronteras
Hace algunos meses, Dilma Rouseff pronunció que mientras Europa cierra sus fronteras, el “gigante” suramericano abrirá los brazos para recibir a los refugiados de Siria. Hasta ahora, más que 2000 refugiados de Siria han formalizado su visa en Brasil, y muchos más están en el proceso. En Egipto y en Lebanon, el consulado brasileño ampara a los refugiados para que obtengan los documentos necesarios para viajar con pasaje de avión hasta Brasil.
Brasil tiene una larga tradición de inmigración árabe. Más que 10 millones de brasileños tiene ascendencia siria o libanés. Hoy por hoy, Brasil es el país suramericano que más recibe refugiados de Siria, aunque en agosto Venezuela anunció que el país recibiría a 20 000 refugiados. Argentina, Uruguay y Chile también recibirán refugiados, pero hasta ahora la cantidad establecida es muy baja.
Pero es una dura realidad que les espera a los refugiados en Brasil. El Estado solo ofrece acoger a los recién llegados de las violentas guerras en albergues decaídos, que también son el único ofrecimiento público de vivienda para la población de la calle del propio país, muchas veces ya inmersa en problemas sociales y de adicción a estupefacientes, derivado de la exclusión y discriminación que sufren. Humillantes condiciones hacen que inclusive muchos de los pobres de Brasil prefieren a la calle ante los albergues.
Muchos de los refugiados terminan pagando diaria en pequeños hoteles, y aunque las familias tuvieran dinero ahorrado, así su camino a la pobreza se hace corto. No hay programas sólidos para ayudarlos a obtener empleo. Sin hablar portugués, muchos viven en una condición de sobreexplotación.
Es una paradoja que varios de los que han sido empleados por otros árabes, tienen que soportar jornadas más largas y salarios más bajos que sus colegas brasileños, cuenta Zarif.
Mientras conversamos en un amplio cuarto en el octavo piso del edificio ocupado, que a la vez de ser el dormitorio de varios hombres solteros, también sirve como sala de reuniones, muchas personas están llegando de trabajar. Exhaustos se tumban en las camas en nuestro alrededor. El humo de cigarros pinta el aire de gris. Son casi las diez de la noche, y Zarif cuenta que las mismas personas salieron antes de las seis de la mañana. Jornadas de 14 horas, salarios miserables y empleos temporales es la regla aquí.
Solidaridad en nombre de Leila Khaled
Salam Alsayyed es palestino y músico, y llegó a Brasil algunos meses antes de que lo conocemos. Él huyó de unos de los campamentos de refugiados palestinos más antiguos, Yarmouk, in Damasco, donde el Estado Islámico (EI) se posicionó en abril del año pasado.
Alsayyed tiene una hija y un hijo que están en Lebanon, y seis hermanos refugiados en donde la vida les permitió, todos en diferentes países.
Ahora comparto cuarto con cuatro personas aquí, cuenta Alsayyed.
Nos lleva para su cuarto, donde el único mueble es un horno enorme, de aquellos industriales. Nos invita a comer una galleta hecha en casa. El músico, que también es artista plástico en Siria, sobrevive haciendo galletas árabes, que vende ambulando por las calles en el centro de Sao Paulo.
Es considerando toda esta situación precaria, que Mop@t y Terra Livre invitaron a los refugiados de Siria para convivir en el edificio. Personas solidarias donaron hornos y ropa. Cenas árabes son organizadas para dar una alternativa económica a los refugiados desempleados y para crear puentes de solidaridad entre los pueblos. Mientras hablamos con Alsayyed, cinco mujeres brasileñas aparecen. Son musulmanas conversas, y no hablan ni árabe ni inglés, pero quieren saber si las mujeres refugiadas en el edificio necesitan de alguna ayuda. La hermandad está en el aire. El nombre que Terra Livre le dio al edificio es Leila Khaled, en homenaje a la activista palestina. Terra Livre tiene como tradición dignificar la lucha de mujeres históricas cuando nombran sus edificios ocupados. Según Terra Livre, son ellas quienes dan vida al movimiento de vivienda en Brasil.
La primera familia de refugiados la buscamos nosotros, pero después de esto, las familias fueron llegando solas. Ahora los cuatro pisos destinados a los refugiados se llenaron, pero la demanda es grande, cuenta Zarif.
Él entra y sale del cuarto corriendo. Como única persona en el edificio que habla portugués y árabe, en esta fase iniciante es él quien traduce para resolver todas las situaciones cotidianas de la ocupación.
En los otros seis pisos viven las familias brasileñas sin techo. Conocen bien los riesgos relacionados a la ocupación. Orden de desalojo puede llegar en cualquier momento, y la Policía Militar realiza desalojos violentos, también de ancianos y niños. Varias de familias ya pasaron por esa experiencia. Ante la falta de alternativas de vivienda, eligen entre la calle u ocupar de nuevo.
Crisis de vivienda o segregación social?
La alianza entre los sin techo brasileños y los refugiados de Siria llevan nuestra atención a una circunstancia urgente: el problema de marginalización y de pobreza no es una contradicción que atañe solo a los refugiados en Brasil. Después de 12 años con el Partido de los Trabajadores (PT) en el poder, el país todavía apunta una desigualdad social profunda, y ahora está inmersa en una crisis económica agravada por la crisis petrolera. En las urbes, la situación de vivienda se torna una perversa expresión de las diferencias de clase en Brasil. En adición a la exclusión de la población favelada, en alguna de las más de 1600 favelas solo en Sao Paulo, se estima que 130 000 familias carecen de casa en la misma ciudad. La crisis económica mandó a más familias para la calle solo los últimos meses.
Al mismo tiempo, 290 000 edificios permanecen vacíos en la capital financiera en Brasil. Esto en contraste con la Constitución del país que garantizaría que los edificios urbanos cumplan su función social, que en otras palabras simplemente significa que estos se deben usar para algo. La Constitución de 1988 democratizaría el país después de más de 20 años de dictadura militar. La concentración de tierras en el campo durante aquel periodo, expulsó a los campesinos hasta las ciudades, donde ocupaban las periferias como ejército industrial de reserva.
Cuando la Constitución por un lado promueve la función social de edificios y de tierras, pero al mismo tiempo es garante de la propiedad privada, en la práctica es esto último que gana, cuenta Fabricio Mendes da Silva, activista en Terra Livre.
La especulación inmobiliaria crea una dinámica siniestra en la que es rentable abandonar los edificios vacíos durante años. Al mismo tiempo, programas públicos como “Minha Casa Minha Vida”, que trajeron fama internacional a la política social del PT, garantizarían vivienda para los y las pobres de Brasil.
En vez de utilizar los edificios vacíos del centro, a través de subsidios públicos y precios bajos de alquiler, Minha Casa Minha Vida redestina presupuesto público para empresas de construcción privadas, que levantan viviendas precarias para pobres en las periferias, cuenta Mendes da Silva.
La política sigue la lógica del crecimiento y empeora aquel modelo centro-periférico que tenemos. Los pobres son expulsados del centro, para áreas sin alguna oferta digna de salud o de educación, y donde el tiempo que demoran las personas para ir a trabajar en el centro puede ser hasta 5 horas diarias, agrega Mendes da Silva.
Poca xenofobia pero mucho racismo
Zarif asegura que la falta de xenofobia en la población brasileña puede ser una de las razones de porque algunos refugiados prefieren a América Latina ante Europa.
Árabes que viajan a Europa saben que tendrán vivienda y algún salario mínimo si sobreviven la huida, y por eso muchos se deciden por aguantar la xenofobia, cuenta Zarif. – En Brasil se tiene poca xenofobia, pero en cambio mucho racismo, que tiene que ver con la historia del país, añade.
Según Zarif, si los árabes son percibidos como blancos, se les recibe bien. Sin embargo, personas de origen africano, como senegaleses, haitianos o la propia población favelada sufren de discriminación. Por este motivo el blanco de racismo en Brasil, no es la minoría árabe de la ocupación Leila Khaled. En el país donde discriminación todavía sigue el color de piel más de 100 años después del fin de esclavitud, son las familias brasileñas de Terra Livre que cargan el peso del racismo histórico sobre sus hombros.
Muchas familias en el movimiento de vivienda en Sao Paulo son inmigrantes de trabajo de los estados nordestinos de Brasil, y se identifican como “negros”, categoría con fuerte contenido político e histórico en el país. En Sao Paulo son explotados, y muchos constituyeron históricamente las favelas o las periferias de la ciudad. Talvez sea el verse reflejados en el dolor de los refugiados desarraigados que hace que quienes más se solidarizan con ellos sea justamente quien menos tiene.
Ante nuestra pregunta de cual será el objetivo político del gobierno de Dilma en recibir a los refugiados sin garantizarles condiciones más dignas de vida, Zarif responde:
No tenemos certeza si hay alguna estrategia política por atrás de esto, pero tenemos que decir que el resultado es bueno. En Siria la gente come bombas ahora, mientras aquí estamos seguros.
Refugiados por la segunda vez.
La mayoría de los refugiados de Siria en la ocupación Leila Khaled son en realidad palestinos. Zarif señala como los palestinos son presionados en todos los países del medio oriente cuando conflictos o guerras amenazan la región. Las guerras de Lebanon, Kuwait y ahora Siria tuvieron como consecuencia la segunda huida de palestinos que son refugiados como consecuencia de la ocupación sionista de 1948 y del 1967. Desde el inicio de la guerra en Siria en 2011 los 12 campos de refugiados palestinos se han tornado campos de batalla de diferentes grupos de oposición, y también de las fuerzas del gobierno de Assad. Esto coloca a los palestinos en una situación de alta vulnerabilidad.
Mohamed Othman escucha con atención nuestra entrevista. Él también es palestino y de Yarmouk. Nos muestra dos rodillas heridas. Othman fue reclutado por la fuerza para el ejercito de Bashar al-Assad, y resultó herido durante adiestramiento. Escapó para Lebanon para no tener que enfrentar ES.
A los palestinos se nos va a tener odio. Si Assad gana, se nos va a responsabilizar ya que facciones de PLFP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) lucharon en el frente, y si él pierde seremos vengados, afirma.
La esperanza es el retorno
La expresión en el rostro de Salam Alsayyed es de preocupación cuando toca una canción con una hermosa guitarra laúd, una de las pocas pertenencias que él logró llevar para Brasil. Alsayyed solo habla un poco de inglés, pero se comunica a través de google translate.
Espero que el resto de mi familia pueda alcanzarme aquí. O, Inch Allah, retornemos todos para Palestina.