El TTIP y el retorno del «Primer Estado»
0Alex Guillamón, coordinador tecnico de Entrepueblos
El martes 13 de enero la Comision Europea hizo públicos los resultados de la encuesta que había lanzado el pasado verano sobre el ISDS. Para quien no lo conozca, ISDS son las siglas en inglés de un mecanismo de arbitraje previsto en los tratados internacionales de comercio para recoger y resolver las demandas a los Estados por parte de inversores extranjeros que consideren perjudicados sus intereses por sus decisiones o políticas públicas.
Este ISDS es uno de los puntos que ha despertado más polémicas alrededor de las negociaciones del TTIP o Tratado Transatlantico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Otro punto polémico ha sido precisamente el absoluto secretismo que hasta hace pocos meses rodeaba todo lo que se refiere al TTIP. Naturalmente el secretismo se ha de entender respecto a la ciudadanía en general, porque, por lo que hace a los grandes grupos empresariales y financieros de los dos lados del Atlantico, han sido partícipes privilegiados ya desde antes del 2013 en que comenzaron oficialmente las negociaciones.
Precisamente el intento de salir al paso de estas críticas crecientes en la opinión publica de muchos países europeos, ha sido el motivo fundamental del lanzamiento de la encuesta sobre el ISDS, de la que ahora sabemos resultados. Sabemos que, a pesar de la formulación extremadamente tecnicista de la encuesta, ha registrado niveles record de participación ciudadana. La encuesta iba dirigida a diferentes niveles, tanto a instituciones públicas como a empresas u organizaciones empresariales, tanto a entidades como a personas a título individual. Cerca de 150.000 personas la han respondido y el 97% ha expresado su opinión contraria a la inclusión de este tipo de tribunal de arbitraje.
Pero lo mas inaudito de todo ha sido la conclusión que de eso ha sacado la propia Comisión Europea. Se lanza una consulta pública para responder a las demandas de participación ciudadana en un tema de tanta transcendencia como este y, cuando se obtiene un resultado contundente, la conclusión es que de aquí en adelante solamente se pedirá asesoramiento a “agentes especializados”. Y la segunda conclusión es, naturalmente, seguir recomendando la creación del ISDS vinculado al TTIP, eso sí, velando porque todos sus procedimientos se atengan a la legalidad europea.
Este hecho de la encuesta fallida no tendría mayor interés, si no fuera porque es una auténtica metáfora de lo que se está haciendo con las negociaciones del TTIP y de lo que significa el TTIP en sí mismo.
¿Quién toma las grandes decisiones estratégicas?
Los sistemas políticos parlamentarios del siglo XXI son mas bien órganos de “deformación” que de conformación de la voluntad popular. Hoy es extremadamente difícil participar con posibilidades de éxito en una campaña electoral sin contar con grandes cantidades de recursos y medios de comunicación que, en su mayoría, están en manos de los grandes poderes económicos y financieros. Los sistemas de representación se deforman con sistemas electorales que favorecen la formación de monopolios, clientelismo y corrupción. Además, lo que hacen no es elegir personas con un mandato por parte de su electorado, sino que elijamos a quienes más confiamos –o desconfiemos menos- para darle un cheque en blanco.
Todo eso abre un abanico de posibilidades a aquellos grandes poderes para influir en las decisiones políticas muchísimo más que el electorado. Y por si eso fuera poco, hoy en dia, las decisiones estratégicas sobre la orientación de la economía y la política ya no se toman en organismos directamente resultantes del sufragio universal, sino en organismos mixtos entre instituciones electas en segundo, tercero o cuarto grado y instituciones directamente no electas.
Pero estos grandes poderes industriales y financieros no tienen bastante con todo eso. Sus proyectos todavía no se trasladan a las decisiones de las instituciones políticas con la claridad y la rapidez que necesita el ritmo de la competitividad y los grandes negocios globales del siglo XXI. No puede ser que una empresa de Texas vea entorpecidos sus proyectos porque el gobierno francés, atendiendo a las demandas de su ciudadanía, decida hacer una moratoria del fracking. No puede ser que la agenda de la privatización de la sanidad se vaya cumpliendo tan lentamente, a pesar de los esfuerzos de gente como Fernández Lasquetty o Boi Ruiz, porque hay trabajadores y usuarios de la sanidad que consiguen retrasarla y la ciudadanía todavía cree que la sanitat es un derecho.
No puede ser que Monsanto haya de sufrir un auténtico “calvario” de décadas de resistencia de los campesinos, ecologistas y consumidores para conseguir implantar la producción y el consumo de transgénicos con el enorme “lucro cesante” que eso comporta.
La añoranza de un pasado pre-democrático
Y para solucionar todo eso lo que se está pensando es el retorno al Primer Estado. Como es sabido, en la Francia del Antiguo Régimen, el rey convocaba los Estados Generales para tomar las grandes decisiones. El primer Estado era la nobleza, el segundo el clero y el tercero la representación de las ciudades. Naturalmente el entendimiento entre la monarquía y los dos primeros estados marcaba la normalidad del funcionamiento de este régimen, hasta que la revolución acabó con los privilegios y consagró el sufragio universal y la soberanía popular como bases de la legitimidad política.
La “nobleza” industrial y financiera del siglo XXI añora este pasado y pide cada vez más un nuevo régimen predemocrático. No es necesario eliminar las “viejas” instituciones dependientes del sufragio universal y de la opinión pública, es suficiente con sobreponer otras, que tengan capacidad para proponer, controlar, influir, tutelar, disuadir, amenazar… sus decisiones.
En palabras del Observatorio Europeo de las Corporaciones: “Observamos el intento de trasladar los temas más controvertidos del TTIP para después de finalizar el acuerdo, mientras se asegura un marco institucional que garantice al acceso privilegiado de los grupos de lobbis empresariales a la legislación futura. Esta nueva institución transnacional, y sin precedente histórico, añadiría un nuevo estrato al proceso de legislación y regulación. Estos funcionarios tendrían una enorme influencia, ya que podrían parar o debilitar propuestas que regulen los negocios, y por otro lado, promueve propuestas legislativas que debilitarían los requisitos para las compañías.. Todo eso pasaría antes de que cualquier organismo nacional o el Parlamento Europeo, tuviera la oportunidad de echar una ojeada a las propuestas”.
El projecto político del TTIP se puede analizar por delante y por detrás. Se puede entrar a alertar sobre cada uno de los efectos que puede comportar en la rebaja de los derechos sociales, laborales, económicos, culturales, ambientales, etc, y lo que todo eso comportará en la configuración de unas sociedades de exclusión e inequidad. Pero de lo que trata esencialmente el TTIP, lo que hay detrás de la forma en que se está negociando, lo que se desprende de la lectura de la Comisión Europea en este fallo sobre el ISDS, es justamente eso: la preparación del retorno del “primer estado”.