Mujeres declaran la desaparición de sus hermanos e hijos: Caso Diario Militar
0Videoreportaje por Emancipa Producciones
Texto y fotos por Susana Norman
Los días 3 y 4 de julio de 2014 el Tribunal B de Mayor Riesgo recibió en dos audiencias de anticipo de prueba los testimonios de familiares de cuatro de los desaparecidos del Diario Militar.
La audiencia de anticipo de pruebas representa un paso más en la incansable búsqueda de justicia de las familias de quiénes desparecieron en manos del Ejército Guatemalteco en la década de las ochentas para jamás volver.
En el año 1999 los nombres de decenas de líderes estudiantiles, sindicalistas y otras personas que desparecieron en los ochentas aparecen en el Diario Militar, un documento filtrado desde las fuerzas castrenses por individuos anónimos.
El documento contiene fichas de 183 individuos que fueron desaparecidos entre agosto de 1983 y marzo de 1985. La mayoría de las fichas aparecen marcadas como “código 300”, que significaba que la persona ya había sido ejecutada; en muchos casos luego de permanecer meses bajo secuestro militar.
El hallazgo del Diario Militar fue importante porque permitió documentar el último paradero de más de un centenar entre miles de víctimas de desaparición forzada durante la guerra.
El Diario Militar es un Dossier de la Muerte, porque prueba la existencia de un minucioso sistema de exterminio de aquellas voces que el Estado oligárquico-militar consideraba como enemigos del orden establecido y un obstáculo para los negocios.
El juicio inició luego de que el 20 de noviembre del 2012 la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó la sentencia en la que encontró el Estado de Guatemala culpable de los delitos de desaparición forzada, violación de libertad de asociación, de incumplimiento de la obligación de garantizar los derechos consagrados en la Convención Americana por la violación de los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial; de su obligación de garantizar los derechos consagrados en la Convención Americana, la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura y la Convención Interamericana sobre desaparición forzada.
Edgar Pérez, el defensor de las víctimas, señaló ante el Tribunal que no existe certidumbre sobre la temporalidad del juicio del caso Diario Militar, y es por esta razón que los testimonios de las mujeres adultas mayores fueron solicitados en este momento. Se trata de Antonia Chiguil, Elizabeth Andrade Reyes, Natalia Gálvez Soberanis y Aura Elena Farfán, todas ellas madres y hermanas de los desaparecidos.
Despacio y con voces inequívocas narraron las cuatro mujeres ante el Juez Miguel Ángel Gálvez, las dolorosas historias de cómo ellas vivieron el secuestro y desaparición forzada de sus hijos y hermanos en el año 1984.
Antonia Chiquil Aguilar, de 77 años, narró sobre la desaparición de su hijo Manuel Ismael Salanic Chiguil. Por la noche el 14 de febrero de 1984 llegaron hombres armados y vestidos de azul y de verde a la casa de la familia en la zona 12. Entraron a golpes y amenazaron a toda la familia. “Si nos movíamos, nos iban a matar, dijeron”, recuerda Chiquil. La familia tuvo que atestiguar que sus hijos recibieran golpes y choques eléctricos, hasta que Manuel Ismael fue llevado semi-desnudo, para jamás volver. “Desde entonces lo hemos buscado”, agrega Chiquil. Su esposo, Manuel Salanic, también daría su testimonio durante la audiencia, pero falleció por su avanzada edad hace poco más de un mes. No logró su objetivo de obtener justicia por su hijo durante su vida.
Natalia Gálvez Soberanís es otra madre que vivió la desaparición forzada de su hijo. Carlos Guillermo Rámirez fue desaparecido forzosamente el 14 de febrero de 1984, de la casa de sus tios en la Zona 5 de la Ciudad Capital.
Él era un hijo ejemplar (…) Lo que quiero es que aparezcan sus osamentas”
También compartió su testimonio Aura Elena Farfán, presidenta de la Asociación Familiares de Detenidos- Desaparecidos de Guatemala (Famdegua). Su hermano, Rubén Amílcar Farfán era estudiante de la Usac, y trabajaba en la editorial de la Universidad. El 15 de mayo ya no regresó después de la jornada, y a las 6 de la tarde llegaron hombres vestidos de guayaberas y sombreros de palma a su hogar, para informarle que su hermano había sido capturado en la Universidad.
Farfán relató sobre cómo en la búsqueda constante por su hermano, recibió amenazas y fue intimidada. Cuando María del Rosario Godoy Aldana de Cuevas, una de las fundadoras del grupo de Apoyo Mutuo (GAM), fue encontrada muerta y con señas de tortura, muchas familias por miedo dejaron la lucha por la verdad, narró.
Josefa Elizabeth Andrade, de Quetzaltenango, también conto al juez sobre la desaparición de su hijo Joaquín Rodas Andrade, quién fue desaparecido el 2 de marzo, 1985. Andrade pidió permiso del Tribunal para compartir un texto que ella escribió para expresar el dolor de quienes perdieron su familia en manos del ejército. Con voz tenue leyó el texto, que inició con algunos de los versos del himno de Guatemala;
Guatemala feliz que tus aras, no profane jamás el verdugo, ni haya esclavos que laman el yugo, ni tiranos que escupan tu faz. ¿Por qué digo esto? Porque nosotros somos Guatemala, todas las madres, los padres, las familias.
Y sí, nos profanaron con hacer lo que nos hicieron, de arrebatarnos a nuestros hijos. Armados nos profanaron. Los esclavos fueron los que obedecieron las órdenes. Los tiranos fueron los militares que dieron las infernales órdenes de secuestrar a nuestros hijos.
Nuestros hijos son parte de nuestro ser, son formados en nuestro vientre, con nuestra sangre, con hueso, con carne. Es una parte de nuestro cuerpo que al quitarnos a nuestros hijos, no por voluntad divina, sino por la maldad de los hombres, destruye. Quedamos vivas pero ya no completas”.
Testimonio que la familia de Carlos Guillermo Rámirez compartió con el CMI en enero 2013 aquí.
Testimonio que la familia de Manuel Ismael Salanic Chiguil compartió con el CMI en enero 2013 aquí.